Por Minoru Harada · Para el número de junio de 2024 de Daibyakurenge
Forjar a los miembros del Departamento Futuro es la tarea más sagrada que dará forma a la próxima generación.
Este mes se celebra el sexagésimo aniversario del Departamento de Estudiantes de Enseñanza Media Superior,[1] fundado el 7 de junio de 1964. En esa época, el maestro Ikeda centraba todas sus energías en desarrollar a estos jóvenes. Incluso cuando uno de los máximos responsables le transmitió con toda franqueza que tal vez había otras cuestiones más importantes que atender, le respondió sin asomo de duda: «Dentro de 30 o 40 años se verá con claridad la trascendencia de lo que estoy haciendo ahora».
Este convencimiento se reflejaba en su postura de ponerse en acción, de realizar visitas y animar a los «jóvenes fénix» del Departamento Futuro, en cada sitio adonde iba. Muchos de los miembros que fueron alentados por Ikeda Sensei han llegado a convertirse en líderes de la Soka Gakkai y de la sociedad. La noble gesta de estos sucesores atestigua la verdad de las palabras del Daishonin que afirman: «[S]i un maestro posee un buen discípulo, el fruto de la budeidad será para ambos».[2]
El forjamiento que brindaba Sensei al Departamento Futuro se basaba en la confianza: daba todo de sí en cada encuentro con los jóvenes, a quienes trataba con total respeto. Era como si estuviera participando en una ceremonia jubilosa pero solemne, en la que confería a cada uno una corona enjoyada de esperanza.
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En julio de 1966 se realizó el primer curso de capacitación al aire libre del Departamento de Estudiantes de Enseñanza Media Superior, en el Centro de Conferencias de Kanagawa, en Hakone. Yo participé como reportero del Seikyo Shimbun, para cubrir la actividad, y recuerdo haberme sentido realmente impresionado por el modo en que obraba Ikeda Sensei. Se relacionaba con los jóvenes de manera franca y sin titubear; en su habla y en su gesto no había una sola traza de afectación. Mi inquietud sobre si los estudiantes serían o no capaces de asimilar el entrenamiento de Sensei demostró ser infundada. Todos se mostraron receptivos a su estricto amor compasivo y dispuestos a absorber su orientación y aliento, cálidos y afectuosos.
El hecho de que sus palabras sigan pulsando las fibras más íntimas de los jóvenes miembros de hoy responde a que cristaliza su espíritu de valorar y aprovechar cada oportunidad para forjar a los compañeros del Departamento Futuro. Así de firme era la fe que Sensei depositaba en sus integrantes, y así de estrechos eran los lazos que los unían como maestro y discípulos.
En mayo y junio de 1974, durante su primer viaje a China, Ikeda Sensei interactuó espontáneamente con grupos de niños. En esos encuentros procedió siempre con absoluta sinceridad, despojado de toda pretensión. Una niña china le preguntó de dónde era, y él, después de responder que venía de Japón, agregó: «He venido hasta aquí para conocerte». En efecto, ese era su sentimiento genuino y transparente: el deseo como ser humano de entablar relaciones amistosas con todo aquel que conociera. Y esa fue la actitud que le permitió crear lazos de confianza con el pueblo chino.
Contar con un maestro que siempre confía en uno, aun en los agitados días de la juventud, es el tesoro más grande que alguien puede poseer. Tomemos la actitud de Ikeda Sensei como modelo y emprendamos una nueva marcha para nutrir a las preciosas joyas del futuro.
(Traducción del artículo publicado en la edición de junio de 2024 de Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai).
[1] N. de E.: En España, esta etapa educativa corresponde a la del bachillerato.
[2] Florecer y dar grano, en Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2020, pág. 952.