El desafío de cambiar el destino de la humanidad


1974-2024: Lecciones de diplomacia ciudadana históricas para inspirar la acción ahora

En el mensaje que envió a la reunión de la sede central de la Soka Gakkai celebrada en agosto de 2020, Daisaku Ikeda subrayó que la década que mediaba con el centenario de la organización, en 2030, sería crucial. En un momento en que la sociedad global hacía frente a un severo entrelazamiento de crisis –incluida la sanitaria, desencadenada pocos meses antes–, hizo un llamado a «decidirnos, más todavía, […] a transformar todo este gran mal en un gran bien, y a imprimir un cambio positivo en el destino de la humanidad».[1]

Llegado 2024, si bien ha habido variaciones en la lista de temas considerados más candentes, grandes segmentos de la población mundial siguen luchando por vivir con dignidad, cuando no directamente por sobrevivir; se han desencadenado nuevas y terribles guerras; y, aun en sociedades que cabe categorizar como pacíficas y democráticas, se han acentuado la polarización y la violencia. ¿Cómo podemos abordar, entonces, la meta de «imprimir un cambio positivo en el destino de la humanidad»?

El estudio de la historia nos permite conocer el pasado, pero también afrontar, desde el presente, nuestro futuro. Hace ahora medio siglo, en 1974, el mundo se encontraba en medio de una grave crisis con aspectos comunes al momento actual. En ese contexto, el propio Ikeda Sensei impulsó un movimiento multifacético en pro de la paz, la cultura y la educación, que incluyó iniciativas emblemáticas de lo que se ha dado en llamar «diplomacia ciudadana», libre de intereses políticos o partidistas.

Para aprender acerca de ello, presentamos a continuación una entrevista a alguien que vivió de cerca ese movimiento y que hoy está consagrado a seguir ampliándolo: el presidente de la Soka Gakkai, Minoru Harada.

Minoru Harada | Foto: Seikyo Shimbun

Hoy, personas de todo el planeta experimentan ansiedad ante crisis como la guerra, el cambio climático y la propagación de enfermedades infecciosas…

En muchas partes del mundo hay conflictos armados que, además, provocan numerosas víctimas civiles. Se han empezado a utilizar armas basadas en inteligencia artificial que se cobran, una tras otra, preciosas vidas. La amenaza del uso de armas nucleares sigue intensificándose, y la última actualización anual de la posición de las agujas del «Reloj del Apocalipsis» de la revista científica estadounidense Bulletin of the Atomic Scientists –reloj que muestra, simbólicamente, el tiempo que queda para el fin de la humanidad–, lo ha mantenido en el mínimo histórico en el que lo posicionó ya el año anterior: noventa segundos antes de la medianoche.[2]

Se dice que la temperatura media mundial alcanzará un punto crítico ya en 2030, y se teme que, si se supera, se produzcan una cascada de fenómenos que acelerarían aún más el calentamiento global. Los cambios medioambientales provocados por la crisis climática también están aumentando el riesgo a gran escala de catástrofes aún no experimentadas y de enfermedades infecciosas desconocidas, lo que proyecta una gran sombra sobre el futuro de la humanidad.

Además, se han pronunciado serias advertencias que apuntan a la necesidad de cambiar el actual sistema alimentario para 2030, algo que, de no hacerse, podría disparar el número de personas que mueren de inanición, dando lugar a una pandemia de hambre.

Ciertamente, como apreció también Ikeda Sensei, nos enfrentamos a un cúmulo de problemas que no es exagerado identificar como una encrucijada en el camino hacia el futuro de la Tierra y de la humanidad; de ahí que él designara la década hasta 2030 como la época para vencer en la lucha por lograr «un cambio positivo en el destino de la humanidad».

Ciertamente, […] nos enfrentamos a un cúmulo de problemas que no es exagerado identificar como una encrucijada en el camino hacia el futuro de la Tierra y de la humanidad.

En Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, el tratado que dedicó a abordar tempranamente el logro de la paz y la seguridad, Nichiren Daishonin enunció las «tres calamidades»:[3] la inflación o subida del precio de los cereales –especialmente, el encarecimiento que conduce a hambrunas–, la guerra y las epidemias. También elucida qué debemos hacer para abrir el camino hacia la solución de estos problemas.

Me gustaría que volviéramos a fijar nuestra atención en la perspectiva, las ideas y las prácticas que Ikeda Sensei ejemplificó hace cincuenta años (1974), durante una época de crisis similar a la actual.

En 1974 el mundo estaba sumido en la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, y a esto se sumaba el conflicto entre China y la Unión Soviética: la humanidad se encontraba envuelta en la desconfianza mutua. Además, la crisis del petróleo había sacudido los cimientos de la civilización moderna, y la gente rebosaba preocupación…

Sí. También la prolongada guerra de Vietnam era fuente de tensión, y la incertidumbre ante la posibilidad de que se pulsara el botón nuclear.  En medio de una situación internacional caótica, con el distanciamiento entre China y la Unión Soviética profundizándose tras un conflicto militar en 1969, el maestro Ikeda dio su primer paso en China en mayo de 1974,[5] y yo tuve la oportunidad de acompañarlo.

La primera crisis del petróleo, en 1973, había provocado una brusca subida del precio del crudo; esto aceleró la inflación, y los precios en general subieron tan rápidamente que fueron llamados los «precios del frenesí». Como otros países, Japón también cayó en recesión y el «milagro económico» que había durado casi veinte años llegó a su fin. Muchas familias perdieron su estabilidad y la posibilidad de mantener su estilo de vida, y el futuro se tornó incierto.

En este contexto, Sensei elaboró una propuesta para abordar y superar la crisis del petróleo, que entregó al entonces secretario de Estado de EE. UU., Henry Kissinger, en enero de 1975.

Además, se tornó evidente que la priorización del crecimiento económico por delante de todo lo demás estaba teniendo consecuencias tan negativas como la contaminación ambiental y el desarrollo de enfermedades derivadas de ella.

El Club de Roma, un grupo de reflexión global entonces recién fundado, encargó el informe Los límites del crecimiento (1972), que alertó sobre el deterioro del medio ambiente a escala mundial y el agotamiento de los combustibles naturales y advirtió de que, de mantenerse las dinámicas, «en los próximos cien años la Tierra alcanzará los límites del crecimiento».[6]

Me gustaría que volviéramos a fijar nuestra atención en la perspectiva, las ideas y las prácticas que Ikeda Sensei ejemplificó hace cincuenta años (1974), durante una época de crisis similar a la actual.

En Japón, las consecuencias de la contaminación, como la enfermedad de Minamata[7] y la de itai-itai,[8] constituían un grave problema de salud pública.[9] En un artículo titulado «¿Es Japón un laboratorio para experimentar con la contaminación?», publicado en una importante revista, el maestro Ikeda instó a superar el «insaciable deseo de dominación del medio ambiente» que acecha al ser humano.

Si comparamos la situación de hace cincuenta años con la actual, tenemos la impresión de que, en lo fundamental, la enfermedad subyacente a la sociedad humana no ha cambiado. Hace medio siglo, ¿qué pensó Ikeda Sensei? ¿Cómo actuó? Y ¿cómo allanó el camino hacia la paz y la convivencia? Quienes vivimos en la actualidad podemos asumir sus acciones de entonces como importantes orientaciones.

Tras la la reunión de la sede central para responsables de la Soka Gakkai celebrada en octubre de 1973, en la que se anunció que el lema de la Soka Gakkai para el año siguiente sería «Año de la sociedad», Ikeda Sensei señaló: «Las religiones y organizaciones que no se abren a la sociedad caerán en el dogmatismo y el autoritarismo». Y añadió: «La Soka Gakkai nunca seguirá ese camino. Como organización humana practicante de un budismo verdaderamente orientado al pueblo, siempre aspiraremos a una sociedad pacífica en la que las personas sean el centro».

A finales de 1973, en la reunión de la sede central celebrada en Nakanoshima, Osaka, Sensei aludió al carácter turbulento de la época, en la que la creencia en la supremacía material y la supremacía económica había sustituido en la sociedad la creencia en el valor humano y la dignidad de la vida. Y concluyó que, para hacer del siglo XXI un «siglo de la vida», el año entrante debía ser un año de «olas de paz en el extranjero».

1974 representó, por así decirlo, un punto de inflexión para una época en la que la búsqueda generalizada de la prosperidad económica y material habían llegado a un punto muerto. Para aprovechar ese punto de inflexión como una oportunidad para expandir el espíritu de la dignidad de la vida y el humanismo, el maestro Ikeda estaba decidido a abrir su corazón y sus ojos a la sociedad y el mundo, y a ampliar el diálogo.

Un tema central aquí es que Ikeda Sensei dio ejemplo. Tomó la iniciativa de viajar por el mundo y ejercer la diplomacia, sosteniendo él mismo la bandera del humanismo y la dignidad de la vida.

Ikeda Sensei había tomado como compromiso personal el deseo de su maestro, Josei Toda, cuando reconstruyó Gakkai después de la Segunda Guerra Mundial: «Quiero erradicar la palabra miseria del mundo», y procedió a transmitir esta determinación y a construir una base firme para la paz mundial.

En 1973 había creado la Conferencia Europea, en mayo; la Federación Panamericana, en agosto, y la Conferencia Budista del Sudeste Asiático, en diciembre. Afirmó que no perdería ni una sola oportunidad de allanar el camino a la propagación de la paz mundial. Su determinación y sus acciones se reflejaron directamente en el Seikyo Shimbun.

El día de Año Nuevo de 1974, que marcaba el inicio del Año de la Sociedad, se publicó un artículo titulado «Perspectivas de las religiones del mundo en el siglo XXI», en el que Sensei afirmaba que «el día en que Soka Gakkai entrará en el camino de las religiones globales está cada vez más cerca». También apareció un artículo, enviado por un corresponsal, con el título Noticias de última hora sobre el latido de las religiones mundiales.

Inmediatamente después de que Ikeda Sensei completara su viaje de orientación en Norteamérica e Iberoamérica en marzo, la edición del 18 de abril del Seikyo Shimbun informó con antelación de que en enero de 1975 se realizaría en la isla Guam una ceremonia fundacional de la Soka Gakkai Internacional (SGI), y que se le había pedido a Ikeda Sensei que asumiera el cargo de presidente de la SGI.

De este modo, Sensei mostró, tanto dentro como fuera de Japón, el modo en que estaba realizando la visión del kosen-rufu mundial prometida a su maestro, ampliando la comprensión de la labor de la Soka Gakkai y abriendo el telón de una nueva era.

Unos años antes se había producido el episodio conocido como el incidente de la libertad de expresión,[10] cuando la Soka Gakkai fue objeto de duras críticas precisamente a causa de la falta de comprensión por parte de ciertos sectores de la sociedad, y, en la fricción social del momento, algunos miembros se habían desalentado. En este contexto, Ikeda Sensei se había mostrado decidido a «ampliar nuestro diálogo en el extranjero y dar coraje y esperanza a nuestros camaradas japoneses», y en otoño de 1972 había anunciado el ingreso en un «segundo capítulo del kosen-rufu».

La lucha de diplomacia de Ikeda Sensei consiguió extender la comprensión y la confianza.        

Estamos hablando de que, en un momento histórico de encrucijada, la actitud no es la de quedarse al margen preguntándose «¿Qué pasará?», sino la de aprovechar el momento y establecer con firmeza los cimientos del kosen-rufu, convirtiendo la coyuntura en una oportunidad para sentar las bases de la paz mundial.

Un tema central aquí es que Ikeda Sensei dio ejemplo. Tomó la iniciativa de viajar por el mundo y ejercer la diplomacia, sosteniendo él mismo la bandera del humanismo y la dignidad de la vida.

Entre 1974, el Año de la Sociedad, y enero de 1975, cuando se fundó la SGI, Sensei mantuvo diálogos con el primer ministro chino Zhou Enlai, con el primer ministro soviético Alekséi Kosyguin y con el secretario de Estado de EE. UU., Henry Kissinger, para allanar el camino hacia un «cambio de destino» de la humanidad en plena Guerra Fría. Creo que estos diálogos, que trascendieron ideologías, principios y afirmaciones para construir una base de empatía, marcaron el comienzo del kosen-rufu mundial en toda regla.

Durante la primera visita a China, en mayo de 1974, un funcionario chino que me recibió me preguntó: «¿Qué clase de organización es la Soka Gakkai?». Mientras reflexionaba sobre cómo responder a la pregunta, Ikeda Sensei dijo: «Gakkai es una organización que promueve el kosen-rufu, y con “kosen-rufu” me refiero a una organización que promueve la paz, la cultura y la educación basada en el budismo”».

Expresó con precisión y claridad qué tipo de organización es la Soka Gakkai y qué quería decir con «kosen-rufu», con palabras que tranquilizaron a todo el mundo. Las palabras que hilvanó se convirtieron en las palabras clave de las campañas diplomáticas que siguieron.

Daisaku Ikeda y Alekséi Kosyguin se reúnen en el Kremlin (Moscú, 1974) | Foto: Seikyo Shimbun

Cuando, cuatro meses después, durante la primera visita a la Unión Soviética, el primer ministro Kosyguin preguntó a Sensei cuál era su ideología fundamental, él respondió: «Creo en la paz, la cultura y la educación, cuya base fundamental es el humanismo», a lo que el primer ministro respondió: «Tengo en muy alta estima dichos valores. Aquí, en la Unión Soviética, también necesitamos cultivarlos», como se describe en el capítulo «Construyendo un puente» del volumen 20 de La nueva revolución humana.[11]

Ante la crítica que recibió en aquel momento, «¿Por qué un líder religioso viaja a un país que niega la religión?», la respuesta del maestro Ikeda, «Porque allí viven seres humanos»,[12] condensa toda su acción en pro de la paz.

(Ir a la parte 2/2).

(Traducción del artículo publicado el 19 de abril de 2024 en el Seikyo Shimbun).


[1] ↑ N. de E.: Véase Civilización Global, n.º 186, octubre 2020, sección «Punto de partida».

[2] ↑ N. de E.: Véase https://desarmenuclear.org/el-reloj-del-apocalipsis-se-mantiene-a-90-segundos-de-la-medianoche/.

[3] ↑ En END, pág. 25.

[4] ↑ N. de E.: Véase tb., en este número, la sección «Nueva revolución humana».

[5] ↑ N. de E.: Véase la revista CG, n.º 230, junio 2024, sección «Nueva revolución humana».

[6] ↑ MEADOWS, Donella H. et. al.: The Limits to Growth; A Report for the Club of Rome’s Project on the Predicament of Mankind, Nueva York: Universe Books, 1972.

[7] ↑ Enfermedad de Minamata: Dolencia causada por la ingestión de compuestos de metilmercurio en residuos líquidos vertidos por una fábrica química en Minamata, en la prefectura japonesa de Kumamoto. Personas que consumieron alimentos contaminados con dichos compuestos se intoxicaron y desarrollaron la enfermedad.

[8] ↑ Enfermedad de itai-itai: Dolencia causada por la ingestión de alimentos y agua contaminados por cadmio vertido desde explotaciones mineras de la prefectura japonesa de Toyama durante muchos años. Provocaba fracturas óseas y dolor generalizado.

[9] ↑ N. de E.: Véase tb. la revista CG, n.º 222, octubre 2023, sección «Nueva revolución humana».

[10] ↑ En relación con el incidente de la libertad de expresión, véase IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Volúmenes 13 y 14, cap. «Vientos feroces».

[11] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Volúmenes 19 y 20, págs. 337 y 338.

[12] ↑ Ib., pág. 284.

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