Una transformación social positiva a través del diálogo


Orientación para la SGEs


En el mensaje que ha enviado con motivo de la celebración de cursos de verano en la organización, el presidente de la Soka Gakkai, Minoru Harada, nos recuerda que la filosofía fundamental del budismo se centra en la igualdad y la dignidad de todas las personas, y que no solo respeta la diversidad, sino que la festeja.[1] Como continuadores de esta corriente, nos anima –citando una expresión presente en el Sutra del loto– a propiciar la apertura de más y más «flores humanas»,[2] cada una con sus propias cualidades.

De acuerdo con el principio de «la iluminación y manifestación de la verdadera naturaleza», la misión primordial del budismo es permitir que cada persona florezca dando expresión plena a su potencial.

Según leemos en las enseñanzas de Nichiren Daishonin: «El cerezo, el ciruelo, el melocotonero y el albaricoquero [todos florecen como son,] sin experimentar ningún cambio».[3] Esta floración representa la corriente del humanismo en la sociedad, la misión de la Soka Gakkai.

En la conferencia que, con el título «Un nuevo enfoque sobre la seguridad humana», pronunció en 1995 en el Centro de Oriente y Occidente de Hawái, Daisaku Ikeda abordó esta temática:

Esta analogía [de los árboles frutales] apunta al principio básico de valorar la diversidad, que se aplica tanto a los seres humanos como a los ambientes naturales o sociales. De acuerdo con el principio de «la iluminación y manifestación de la verdadera naturaleza»,[4] la misión primordial del budismo es permitir que cada persona florezca dando expresión plena a su potencial. Sin embargo, esa individualidad única no puede expresarse en conflicto o a expensas de los demás, sino solo mediante la valoración activa de la singularidad y las diferencias, ya que son estos variados matices los que, juntos, tejen el florido jardín de la vida.[5]

«… son estos variados matices los que, juntos, tejen el florido jardín de la vida»: un miembro del Departamento Futuro dibuja en el Jardín de la Paz | Foto: Willy Tutor

Estas reflexiones acerca del florecimiento de los seres humanos resuenan con la tesis que Nichiren Daishonin presentó el 16 de julio de 1260 a las autoridades japonesas del momento. Se dice que las enseñanzas que el Daishonin expuso a lo largo de su vida comienzan y terminan con este tratado escrito en forma de diálogo, cuyo título es Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra (en japonés, Rissho Ankoku Ron).

Establecer lo correcto o verdadero significa aquí triunfar sobre el mal y la injusticia, propagando la Ley Mística y estableciendo con firmeza el respeto por la dignidad de la vida y las personas. Asegurar la paz en la tierra quiere decir concretar la seguridad y la felicidad de todos los seres humanos, y construir una sociedad próspera en un mundo en paz.

Podemos afirmar que el punto de partida de la Soka Gakkai es el mismo. Durante la Segunda Guerra Mundial, el presidente fundador Tsunesaburo Makiguchi y su discípulo, el segundo presidente Josei Toda, hicieron frente al militarismo japonés, enarbolando justamente el estandarte del rissho ankoku, una enseñanza de esperanza para toda la humanidad. Y en la reunión de diálogo en la que Daisaku Ikeda conoció a Josei Toda, y que marcaría el rumbo de su existencia, el tema sobre el cual disertaba aquel a quien adoptaría como maestro era precisamente aquel escrito fundamental del Daishonin.

Los tres presidentes fundadores de la Soka Gakkai, encarnando una lucha conjunta de maestro y discípulo, han dedicado la vida entera a la lucha por establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, con la determinación de erradicar la miseria y el sufrimiento y promover la felicidad de las personas. El propósito que los miembros de la organización hemos heredado es, en resumidas cuentas, el de empoderar a las personas que sufren y que están frente a nosotros, alentándolas a basar su vida en la profunda filosofía de la Ley Mística, para poder de esa manera hacer realidad un mundo de paz y seguridad en bien de todos. Tanto la práctica de establecer la enseñanza correcta como la misión de concretar la paz en la tierra quedan comprendidas en el espíritu Soka de crear valor, atesorando a cada individuo y dedicándonos al diálogo individual.

El propósito que […] hemos heredado es, en resumidas cuentas, el de empoderar a las personas que sufren y que están frente a nosotros, alentándolas a basar su vida en la profunda filosofía de la Ley Mística, para poder de esa manera hacer realidad un mundo de paz y seguridad [mediante el diálogo].

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En este séptimo mes, también conmemoramos la inseparabilidad de maestro y discípulo que representa la fecha del 3 de julio, por partida doble. Ese día, en 1945, Josei Toda fue liberado de la prisión donde había sido confinado por las autoridades militares japonesas por mantenerse fiel a sus convicciones. A pesar del deterioro físico que le había provocado el encarcelamiento, se levantó solo en medio de la devastación provocada por la guerra e inició una contienda por el kosen-rufu con el mismo compromiso y espíritu que su maestro, Makiguchi, quien había fallecido en prisión en noviembre anterior. En su corazón palpitaba la conciencia de ser un Bodisatva de la Tierra, fruto del profundo despertar que había experimentado en prisión. Ese fue el origen del formidable avance de la Soka Gakkai en pos del kosen-rufu y del ideal de establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra.

Exactamente doce años más tarde, el 3 de julio de 1957, su discípulo Daisaku Ikeda siguió orgullosamente sus pasos: con veintinueve años, fue arrestado en el marco de un movimiento que trataba de obstaculizar el desarrollo de la Soka Gakkai, por cargos que –como más tarde se demostraría– fueron fraguados. Tres años después, tras el fallecimiento de Toda Sensei, ese joven asumiría el liderazgo para, como tercer presidente, llevar al mundo entero el clamor de su maestro.

En el mensaje para los cursos estivales que inspira este artículo, el presidente Harada subraya que la victoria de los discípulos puede hacer perdurar el budismo y el kosen-rufu. Y nos propone entonces que, como discípulos y discípulas de Daisaku Ikeda, construyamos una historia victoriosa para nosotros mismos y para los demás, recitando el daimoku del rugido del león y avanzando en unión de distintas personas con un mismo propósito.

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En este «Año de la nueva partida hacia una Soka Gakkai juvenil en todo el mundo», la juventud Soka de España conmemora en julio estas fechas tan significativas, al tiempo que celebra un nuevo aniversario de la fundación de los departamentos que integra.[6] Las asambleas a las cuales se han emplazado llevan el lema #DespiertaPaz!

El mensaje para nuestros cursos de verano concluye con un llamamiento a generar juntos olas de diálogo que, justamente, despierten el humanismo en cada persona.

Apoyando las iniciativas de los jóvenes, y tomando la iniciativa sin distinción de edad, se abre ante nosotros la oportunidad de impulsar la construcción de una sociedad mejor, en la que prevalezca la ansiada paz. ¡No la dejemos pasar!


[1] ↑ Este mensaje se ha presentado en los cursos de responsables que han abierto la programación estival de la SGEs y será referencia, especialmente, para diversas actividades planificadas durante los meses de julio y agosto.

[2] ↑ El pasaje del sutra sostiene: «la Ley predicada por el Buda / se compara con una gran nube / cuya lluvia de un único sabor / humedece las flores humanas / para que cada ser pueda fructificar» (SL, cap. 5, pág. 105).

[3] ↑ OTT, pág. 200.

[4] ↑ Véase Las bases para manifestar la budeidad, END, pág. 784.

[5] ↑ IKEDA, Daisaku: Sabiduría para ser feliz y crear la paz. Parte 1: La felicidad, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2021, pág. 186 (adaptado).

[6] ↑ Los departamentos de Hombres Jóvenes y Mujeres Jóvenes de la Soka Gakkai se fundaron en Japón el 11 y el 19 de julio de 1951, respectivamente.

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