El uno es madre de diez mil


Nina Thurau | Madrid


Soy de Brooklyn, Nueva York, y llegué a España de EE. UU. a finales de 2023. Aunque ya había vivido aquí, la mudanza y encontrar piso fue complicado y tuve varios momentos de ansiedad. Sin embargo, tengo el privilegio de llevar catorce años entonando Nam-myoho-renge-kyo. Mis padres, que empezaron a practicar el budismo de Nichiren Daishonin con la SGI-USA un año antes que yo, me inspiraron a empezar mi propia práctica. Al enfrentar el desafío de encontrar casa en Madrid, me puse a entonar el daimoku de una leona. Conseguí encontrar un piso espectacular e incluso lo suficientemente grande como para abrir casa por primera vez para actividades de la Soka Gakkai. Fue una victoria enorme, pero los obstáculos pronto se volverían a manifestar.

Soy profesora, y el año escolar 2022-2023 fue el más difícil que tuve. Me desalenté y, como resultado, tuve problemas de salud física, mental y emocional. Decidí volver a España, donde tenía más posibilidades de encontrar un equilibrio saludable. Sin embargo, los obstáculos me siguieron hasta aquí para que yo pudiera hacer mi revolución humana y transformarlos definitivamente: me encontré de nuevo en una situación muy parecida a la que había dejado en EE. UU. y me vi trabajando con las dos clases más difíciles del colegio. También me fui dando cuenta de que había otros aspectos de mi vida que estaba repitiendo: dificultades en relaciones, bloqueos creativos y, sobre todo, el miedo de no ser suficiente. Por primera vez desde que había encontrado la práctica, tenía resistencia a entonar daimoku.

Sin embargo, con el apoyo de los miembros de mi grupo de diálogo y distrito, pude seguir entonando todos los días. ¡Entonaba para que surgiese el deseo de entonar! Oraba para recordar mi misión como Bodisatva de la Tierra, para fortalecer mi unión con Sensei, y para reconocer mi propio valor.

Por primera vez desde que había encontrado la práctica, tenía resistencia a entonar daimoku. Sin embargo, con el apoyo de los miembros de mi grupo de diálogo y distrito, pude seguir…

Mientras tanto, hablaba con dos amigos con quienes tengo más de diez años de amistad y, después de alentarlos mucho, ¡los dos empezaron a entonar solos Nam-myoho-renge-kyo y ya han tenido muchos beneficios!

Por mi parte, poco a poco volvía el deseo de entonar daimoku, y mi determinación de responder a mi maestro y de cumplir mis sueños. Me determiné aún más aceptando la responsabilidad del Departamento de Mujeres Jóvenes de mi grupo y decidí que por fin iba a dejar de permitir que el miedo dirigiera mi vida. Ahora entiendo que estos obstáculos han surgido precisamente para empujarme a poner a prueba el poder de mi práctica como nunca antes había hecho. ¡Estoy agradecida por poder reconocer estos aspectos de mi vida, porque significa que ahora los puedo cambiar!

Me queda mucho camino por delante, pero no tengo ninguna duda de que voy a transformarlo todo, decidida a hacer posible lo imposible. Estoy resuelta a poner en acción mi práctica en cada instante, y transformar cada obstáculo en una oportunidad. Voy a seguir adelante con este aliento de Sensei en mi corazón: «Si ayer fracasamos, esforcémonos para triunfar hoy. Si hoy nos dejamos vencer, trabajemos para lograr la victoria mañana».[1]

¡Mírame, Sensei! ¡Conseguiré lograr mi misión para el kosen-rufu! ¡Estoy corriendo a tu lado, nunca me dejaré vencer!


[1] ↑ IKEDA, Daisaku, «Aliento diario del 9 de enero».

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