Por Minoru Harada · Para el número de septiembre de 2024 de Daibyakurenge
La Soka Gakkai de hoy está fundada sobre dos pilares. El primero es la dedicación altruista de los primeros tres presidentes a propagar el budismo Nichiren; el segundo es la filosofía de profundo respeto a la vida que subyace a la denuncia de las armas nucleares como un mal absoluto, formulada por el segundo presidente Josei Toda en su proclama para la abolición de las armas nucleares. A través de esta declaración, que realizó el 8 de septiembre de 1957 en el estadio Mitsuzawa de Yokohama, el maestro Toda confió a los jóvenes la tarea de erradicar del planeta las armas nucleares, indicando que esta era la más importante de sus instrucciones para el futuro.
Yo era un estudiante de primer año de bachillerato cuando se llevó a cabo ese encuentro, al que asistí acompañando a mi hermano mayor. En aquel momento no entendí la trascendencia de la declaración, pero con el paso de los años fui tomando conciencia de su importancia, cada vez mayor, para la humanidad. Eso se debió enteramente a la extraordinaria labor del presidente Ikeda, que vivió decidido a hacer realidad la voluntad de su maestro.
«No hay barbarie que se compare con la guerra. No existe nada más cruel».
«Nada es tan preciado como la paz. Nada produce tanta felicidad».
Estas frases iniciales de La revolución humana y de La nueva revolución humana, respectivamente, expresan en forma cabal el firme compromiso de Ikeda Sensei con la paz.
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El 8 de septiembre es también la fecha en que Sensei anunció su propuesta de normalización de las relaciones diplomáticas entre China y Japón, en una reunión general del Departamento de Estudiantes. Y es la fecha en que fue invitado a participar en un encuentro comunitario en Atsuta, la aldea natal de su maestro, en 1973; la fecha en la que hizo su primer viaje a la Unión Soviética, en 1974; y la fecha en la que, por decisión suya, el Seikyo Shimbun publicó la última entrega de La nueva revolución humana, en 2018.
En una oportunidad, Ikeda Sensei escribió: «Cada 8 de septiembre, renuevo mi determinación de fortalecer nuestra asamblea de la juventud Soka». Fiel a su palabra, mediante su lucha como discípulo sentó un ejemplo, al tiempo que nos encomendó a sus sucesores la tarea de transformar el karma de la humanidad. No hay duda de que ha llegado el momento de que heredemos ese espíritu Soka y hagamos realidad el deseo de nuestro maestro.
Los primeros tres presidentes valoraron estas palabras de Nichiren Daishonin: «[C]uando entonamos una vez Myoho-renge-kyo, con ese solo sonido suscitamos y manifestamos la naturaleza de buda de todos los […] seres vivos».[1] El sonido de nuestras voces entonando Nam-myoho-renge-kyo tiene el poder de despertar la naturaleza de buda de todas las personas y de movilizar el universo.
Nuestros esfuerzos diarios y sostenidos por sembrar las semillas de la Ley Mística constituyen una tarea sagrada que activa la budeidad de todos los seres vivos; son la gran luz del pacifismo capaz de iluminar nuestro atribulado mundo. Abrazando el principio de establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, ¡esforcémonos en seguir dialogando para expandir más aún nuestro movimiento, en bien de toda la humanidad!
(Traducción del artículo publicado en la edición de septiembre de 2024 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai).
[1] La forma de lograr la budeidad mediante el «Sutra del loto» para aquellos que aspiran al Camino por primera vez, en Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2020, pág. 929.