Mi misión como artista miembro de una familia hibakusha


Yoshihiro Nakashima | Madrid


En el reciente I Encuentro de la Alianza por el Desarme Nuclear se pudo escuchar de primera mano el testimonio de un miembro de tercera generación de una familia hibakusha. Apenas dos semanas después, la decisión del Comité Noruego del Nobel en relación con el Premio Nobel de la Paz 2024 rindió homenaje colectivo a la labor por la paz y el desarme nuclear de los supervivientes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Inspirados por ambos eventos –tratados en mayor detalle en las secciones «Este mes» y «Actualidad» de esta edición–, a continuación presentamos aquel relato compartido el 28 de septiembre en el Centro Cultural Soka.


Yoshihiro Nakashima, durante su intervención en el I Encuentro de la Alianza por el Desarme Nuclear | Foto: Teresa Arilla

Desde pequeño, mi pasión ha sido el dibujo, la pintura y el arte en general. El genio desbordante de varios artistas nacidos en España a lo largo de la historia me atrajo a esta tierra, adonde me mudé en 2001, con 24 años.

En mi país natal, Japón, había empezado a cultivar la fe en el budismo Nichiren que se practica y estudia en la Soka Gakkai. Lo hice inspirado por mis padres y abuelos.

Mi abuelo paterno, Seiki Nakashima, fue hibakusha de Nagasaki.1 El 9 de agosto de 1945, mientras prestaba servicio militar con 24 años de edad, desde el monte donde se encontraba vio sobrevolar la ciudad el bombardero B-29 Bockscar y vio también cómo caía del cielo una masa de color naranja que después se volvía azul. Era la bomba atómica Fat Man. Antes de que impactara contra la tierra, sintió su explosión, y en ese instante se anularon sus sentidos de vista y oído.

Antes del bombardeo, los militares japoneses hacían simulacros para protegerse ante un hipotético ataque nuclear. Les enseñaban a protegerse los ojos y los oídos y a buscar refugio para proteger su cuerpo, y repetían estos ejercicios una y otra vez. Cuando cayó la bomba, mi abuelo puso en práctica lo aprendido y, gracias a ello, salvó su vida. Sin embargo, posteriormente cayó sobre él la «lluvia negra», por lo que se vio expuesto a la radiación nuclear.2

Cincuenta años después de la explosión, mi abuelo murió a causa de un cáncer. A pesar de lo que había experimentado y presenciado, su práctica budista le permitió vivir comprometido con la esperanza; personalmente, creo que esto hizo posible que llegara a superar los setenta años. No obstante, a lo largo de ese medio siglo siguió sufriendo, física y psicológicamente, las consecuencias de la explosión nuclear.

Mi padre nació en 1950, cinco años después del bombardeo de Nagasaki. Él perteneció a la segunda generación de hibakusha. Por este motivo, cuando en la década de 1970 mi madre tuvo que decidir si se casaba con él, dudó. Su pensamiento era: «Si tenemos hijos, existe mucho riesgo de que tengan problemas causados por la radioactividad…». En aquel período de posguerra, esta clase de situación era muy habitual en las familias de las zonas de Hiroshima y Nagasaki.

Finalmente, mi madre decidió casarse. Con los años, dio a luz a un hijo y una hija sanos. A continuación, voy a hablar de algunas formas en que yo, el hijo, me estoy esforzando.

Como artista originario de Japón, el único país que sufrió bombardeos nucleares sobre ciudades, y siendo además tercera generación de hibakusha, considero que mi misión es contribuir a liberar a la humanidad de la naturaleza demoníaca que representan las armas nucleares y la guerra, y a construir una sociedad pacífica, a través de mi arte. Varias de las obras en las que he trabajado con este espíritu se exponen en el Centro Cultural Soka y el Jardín de Paz; voy a centrarme en tres de ellas.

Entre 2016 y 2018 tuve la oportunidad de colaborar como artista en el proyecto del monumento Manos por la paz, concebido para emplazarse en el Jardín de la Paz.3 El proyecto fue inspirado por el hermanamiento entre las ciudades de Rivas-Vaciamadrid y Nagasaki, en el que la SGEs hizo de puente. Gracias a ese vínculo, estudiantes de secundaria de ambas ciudades pudieron participar conjuntamente en videoconferencias en las que supervivientes del bombardeo nuclear, allí, y de la batalla del Jarama, aquí, transmitían sus testimonios y respondían a sus preguntas en directo, con apoyo de intérpretes.

Además, como muestra de amistad, el Ayuntamiento de Nagasaki obsequió a Rivas con un ladrillo proveniente de los restos de la catedral de Urakami, destruida en el bombardeo del 9 de agosto de 1945. El monumento Manos por la paz se concibió como un homenaje a las víctimas que albergaría ese ladrillo, en una urna.

Siempre que contemplo este monumento, o cuando limpio la suciedad que se deposita en las manos de metal situadas sobre la fuente,4 recuerdo a mi abuelo y siento que estoy puliendo profundamente mi karma, el karma de nuestra familia y, humildemente, el karma de la humanidad.

En 2021, tuve la oportunidad de crear el mural Diálogos de esperanza.5 Este está emparentado con el Guernica de Pablo Picasso, un símbolo del siglo XX, un siglo de guerras. Se me propuso crear una obra que transmutara el Guernica en una composición de paz, alegría y vitalidad. Diálogos de esperanza resuena con la declaración para la abolición de las armas nucleares del segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda; concretamente, con su llamada a «arrancar las garras que yacen ocultas en lo más profundo de estas armas».6

La última obra de la que voy a hablar es Liberar la paz, un monumento escultórico que clama por el desarme nuclear. Esta obra pretende sensibilizar sobre el cautiverio al que nos somete la doctrina de la disuasión nuclear, así como expresar el deseo de liberación y de transformación del corazón humano en dirección a la paz.

Liberar la paz presenta una doble imagen: una jaula y una ojiva nuclear. Esta duplicidad conceptual y formal sirve para reflejar la dependencia de la disuasión nuclear que condena al ser humano y a su medio ambiente, tal como lo conocemos hoy, a la destrucción total.

La jaula-ojiva se inspira en la forma de la bomba atómica que se lanzó sobre Nagasaki, Fat Man. Esta bomba expansiva estaba compuesta, esencialmente, de plutonio-239, un elemento sintético y altamente explosivo.

La forma de jaula-ojiva simboliza, a la vez, conexión y desconexión entre el interior y el exterior. También relaciona lo social con lo personal, poniendo en cuestión las doctrinas vigentes en materia de seguridad y alertando de que, si seguimos por el camino de la supuesta disuasión, estaremos condenando a la humanidad al terror.

Con este trasfondo, la jaula-ojiva se abre para permitir que de su interior salga una escultura de cerámica de color blanco y forma de paloma y flor de loto –ambas símbolos universales de la paz, la libertad y la simultaneidad de causa y efecto–. Esta pieza es obra de Lina Cofán y Manuel Sánchez-Algora.7

La jaula-ojiva es la sombra; la paloma-loto de la paz es la luz. No existe sombra sin luz. La escultura representa el pasado y una amenaza silenciosa que sigue existiendo, es decir, los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki y los ensayos nucleares que, incluso en la actualidad, se producen en el mundo. Pero también representa un presente en el que vence el deseo de transformación social en pos del desarme nuclear y la liberación interior, y el futuro de libertad y paz que anhelamos, en un mundo en el que la adhesión de todas las naciones al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares sea una realidad; en el que cesen los ensayos nucleares y se produzca la emancipación interior de las ansias de poder, de los discursos de odio y del miedo.

Me siento profundamente honrado de haber podido contribuir a la creación de este nuevo monumento para su inauguración en el Jardín de la Paz, coincidiendo con el I Encuentro de la Alianza por el Desarme Nuclear.

Yoshihiro Nakashima, Lina Cofán y Manuel Sánchez-Algora junto a Liberar la paz | Foto: Teresa Arilla

Me gustaría terminar citando un pasaje de un escrito que mi maestro, Daisaku Ikeda, presentó a las Naciones Unidas en 2022, tras la entrada en vigor del TPAN. Se ha incluido en la placa que acompaña a la nueva escultura en el jardín, y dice:

La realidad de la era nuclear es que obliga a todo el género humano a vivir, constantemente, bajo la sombra del peor, el más absurdo, el más incomprensible peligro imaginable. […]

Hemos llegado, por fin, a la etapa crucial en los esfuerzos para la abolición de las armas nucleares, una meta largamente ansiada por tantas personas en el mundo, empezando por los hibakusha: tanto las víctimas de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki como quienes han sufrido a causa del desarrollo y los ensayos de estas armas en todo el mundo.

Llevar a término esta tarea es la forma de cumplir nuestra responsabilidad ante el futuro.8


  1. Tras los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, la palabra japonesa hibakusha (literalmente, «persona afectada por una bomba») pasó a referirse principalmente a quienes sobrevivieron a dichos ataques. Posteriormente, el término se ha universalizado y su significado se ha ampliado para aludir también a quienes han sufrido otros efectos de la existencia de las armas nucleares, sobre todo de sus ensayos, y a las generaciones posteriores a las cuales tales consecuencias se extienden.
  2. La expresión «lluvia negra» alude aquí a las precipitaciones contaminadas con partículas radiactivas que, tras los bombardeos nucleares en Japón, afectaron a las ciudades arrasadas y las áreas circundantes.
  3. El Jardín de la Paz es la zona verde que abraza el Centro Cultural Soka, en Rivas-Vaciamadrid. Se trata de un espacio público con cuyo desarrollo y mantenimiento ha estado comprometida la Soka Gakkai de España, que firmó un convenio con el Ayuntamiento. La inauguración de la primera fase del jardín fue en mayo de 2022, pero esta fue posible gracias a esfuerzos realizados durante los años precedentes. Entre ellos se encuentra el expuesto aquí.
  4. La escultura fue resultado de una colaboración artística entre Yoshihiro Nakashima y Ricardo Roízo.
  5. Diálogos de esperanza está expuesto en el vestíbulo del Centro Cultural Soka.
  6. Puede leerse más acerca de la declaración para la abolición de las armas nucleares de Josei Toda en <https://www.joseitoda.org/vision/declaration/>.
  7. Véase la revista CG, n.º 220, agosto 2023, sección «En sociedad».
  8. IKEDA, Daisaku: Transformar la historia humana: Un haz de luz hacia la paz y la dignidad. Propuesta de paz de 2022, disponible en <https://www.daisakuikeda.org/es/sub/resources/works/props/2022-peace-proposal-full/> (texto adaptado).
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