Crecer en la fe y en todos los aspectos de la vida


Noemí Farré Canela | Barcelona


Noemí Farré

Quiero empezar esta experiencia expresando un inmenso agradecimiento hacia el budismo de Nichiren Daishonin, la Soka Gakkai de España y sus miembros, Ikeda Sensei y toda mi familia, especialmente mi marido y mis hijos. Es a través de ellos y ellas, su ejemplo, su determinación y apoyo que empecé y continúo mi andadura por el kosen-rufu.

Conocí la práctica a los 24 años, a través de una compañera de la carrera de Psicología, y para recibir el Gohonzon necesité tres años y 1337 km de distancia (los que separan Barcelona de Bruselas, donde fui a estudiar un año en ese periodo). Vengo de una familia bastante conservadora y no sabía cómo encajarían mis padres este viraje religioso de 180º de su hija pequeña. Pero gracias a la determinación, la perseverancia y el apoyo de mis compañeras, sobre todo del Departamento de Mujeres, logré concretar mi ingreso en la Soka Gakkai. Actualmente vivo en Barcelona junto con mi marido, Luís, también miembro de la Soka Gakkai, y nuestros hijos Guiu y Teo. Y, después de muchas vicisitudes laborales, trabajo compaginando una consulta privada como psicóloga con media jornada en la administración pública.

Los principios de mi práctica fueron muy de acción. Por ejemplo, como miembro del grupo Azahar,1 participaba en los estudios del Gosho, en la limpieza del centro cultural de la SGEs en Barcelona, y decía que sí a la mayoría de las actividades que me proponían, algunas veces con dudas, pero con un deseo enorme de restaurar mi felicidad.

Crecí en un entorno familiar donde la expresión de las necesidades, del afecto, de lo que uno quería, sentía y deseaba no tenía mucha cabida. Mis padres estaban abrumados por muchos otros problemas, lo que hizo que los míos no pudieran ser escuchados y se terminaran convirtiendo en inseguridades, frustración, dificultades de comunicación y baja autoestima. A lo largo de los años de práctica, y a través del daimoku, el estudio y las actividades he ido aprendiendo a compartir más, a expresarme mejor, y estoy esforzándome al máximo –a pesar de mis propias negatividades y obstáculos– para que el diálogo sea mi arma más afilada.

Crecí en un entorno familiar donde la expresión de las necesidades, del afecto, de lo que uno quería, sentía y deseaba no tenía mucha cabida. Mis padres estaban abrumados por muchos otros problemas, lo que hizo que los míos no pudieran ser escuchados y se terminaran convirtiendo en inseguridades, frustración, dificultades de comunicación y baja autoestima.

Mi paso por el Departamento de Mujeres Jóvenes de la SGEs fue maravilloso, lleno de energía y vitalidad, un verdadero punto de partida en mi vida. Me dio la oportunidad de fortalecerme, conectar con mis valores de ayuda mutua, perseverancia y coraje. También fue un periodo importante de fortalecimiento de mi fe y de empezar a construir la persona que quería ser. Pude construir sólidas amistades con mis compañeras, algunas de las cuales seguimos hasta el día de hoy: juntas hemos avanzado en nuestras vidas hacia lugares que ni nos imaginábamos. Mirando hacia atrás, veo que, si en un principio la curiosidad impulsaba mi práctica y mi participación en las actividades, ahora se le ha sumado la convicción.

Mi paso por el Departamento de Mujeres Jóvenes de la SGEs fue maravilloso, lleno de energía y vitalidad, un verdadero punto de partida en mi vida. Me dio la oportunidad de fortalecerme […] y de empezar a construir la persona que quería ser. Pude construir sólidas amistades con mis compañeras […] hasta el día de hoy: juntas hemos avanzado en nuestras vidas hacia lugares que ni nos imaginábamos.

Con la maternidad se materializó mi ingreso en el Departamento de Mujeres. Debo reconocer que me costó; fue una época personal con muchos cambios, pero continué mi práctica con perseverancia y diligencia. Seguí con las actividades en la SGEs con mi hijo a cuestas, literalmente, y más adelante, con dos. Para mi marido y para mí siempre fue natural participar con ellos en todas las actividades: Guiu y Teo han crecido dentro de Gakkai, al igual que hemos crecido nosotros, como pareja e individualmente. Cuando fue posible, también participaron en el Departamento Futuro, viviendo maravillosos momentos y toda una lucha para ellos contra sus propios obstáculos. Ahora tienen 17 y 14 años y, aunque no están participando activamente, tienen muchos de los valores del budismo que Sensei siempre ha transmitido a los jóvenes: rodearse de buenos amigos, estudiar, ser buenos compañeros, el esfuerzo, la determinación…

La familia Calle Farré

Con la maternidad […] seguí con las actividades en la SGEs con mi hijo a cuestas, literalmente, y más adelante, con dos. Para mi marido y para mí siempre fue natural participar con ellos […]. Ahora tienen 17 y 14 años y […] muchos de los valores del budismo que Sensei siempre ha transmitido a los jóvenes: rodearse de buenos amigos, estudiar, ser buenos compañeros, el esfuerzo, la determinación…

Una actividad importante que como familia nos ha ayudado a consolidar nuestro compromiso con el movimiento inclusivo y global de la Soka Gakkai ha sido abrir nuestra casa para las reuniones de diálogo. A pesar de los obstáculos y dificultades de una familia joven trabajadora, lo hemos hecho cada mes a lo largo de 17 años, y nuestros hijos han participado lo máximo posible, abriendo la puerta, sirviendo el agua, etc. Además, desde que eran pequeños hemos procurado fomentar no solo el diálogo, sino incluso el desafío, poniéndonos individualmente objetivos que puntualmente revisamos y renovamos a principio de año. ¡Nos divertimos mucho al leerlos y compartir nuestros más y nuestros menos!

Una actividad importante que como familia nos ha ayudado a consolidar nuestro compromiso con el movimiento inclusivo y global de la Soka Gakkai ha sido abrir nuestra casa para las reuniones de diálogo. A pesar de los obstáculos y dificultades de una familia joven trabajadora, lo hemos hecho cada mes a lo largo de 17 años, y nuestros hijos han participado lo máximo posible, abriendo la puerta, sirviendo el agua, etc.

Gracias a todos estos esfuerzos, poco a poco, en los últimos años he ido configurando mi futuro personal, laboral y familiar en coherencia conmigo misma. Dejé atrás quince años de difícil trabajo como directora de centros residenciales de personas mayores que terminó en un agotamiento físico y mental enorme y, a pesar de la edad, del dinero necesario y de estar en el paro, decidí estudiar un Máster en Psicología Sanitaria para poder abrir mi propia consulta como psicóloga. Además, actualmente colaboro activamente con el Colegio de Psicología de Catalunya, como vocal en una Junta de la Sección de Psicología Coaching, y estoy en un ambiente de armonía y tranquilidad, donde puedo ser yo misma y donde mis compañeras de trabajo se han transformado en mis amigas.

Cuando me recuperé del estrés que supuso para mí el trabajo de directora, siguiendo un poema de Josei Toda que dice «ganar y perder son parte de la vida, pero yo oro al Buda por la victoria final»,2 recordé un objetivo que tenía hacía años: compartir conocimiento sobre el envejecimiento. Empecé a orar para encontrar el coraje, busqué la oportunidad y esta surgió en una radio de un barrio de Barcelona. En 2023 inicié un programa, llamado Tercera Era, donde compartimos temas que pretenden visibilizar y naturalizar el mundo único de la vejez, y mostramos temas de interés para los seniors, contando con su experiencia y colaboración. Además, para mi alegría, gracias a una excompañera y amiga, en esta temporada le estamos dando un toque intergeneracional al programa.

Noemí y su programa de radio

Aunque mi desarrollo profesional es muy importante para mí, hay otros aspectos valiosos de mi vida que se han visto beneficiados por la filosofía budista, como mi familia. En concreto, durante los últimos ocho años, mis hermanas y yo –con ayuda externa– hemos estado cuidando de mis padres, los dos con demencia. A pesar de su deterioro, no quería que dejáramos de compartir nada con ellos y, aunque la conversación fuera difícil, afronté mis miedos y pude tener con mi padre diálogos que dieron sus frutos. Con mis hermanas, a través de este largo proceso, siempre he querido preservar la unión, la armonía y la buena comunicación, a pesar de los roces naturales que surgen de una situación como esta. Estoy muy agradecida por la dedicación que siempre han tenido con el cuidado de nuestros padres.

Siguiendo un poema de Josei Toda […], recordé un objetivo que tenía hacía años: compartir conocimiento sobre el envejecimiento. Empecé a orar para encontrar el coraje, busqué la oportunidad y esta surgió en una radio de un barrio de Barcelona. En 2023 inicié un programa. […] [Además,] durante los últimos ocho años, mis hermanas y yo hemos estado cuidando de mis padres.

Gracias a las diferentes responsabilidades que he tenido dentro de la Soka Gakkai, aun con altibajos, he mejorado muchos aspectos de mi carácter, como la paciencia, la curiosidad o el respeto. Han sido fundamentales las visitas hogareñas, las llamadas telefónicas y, en definitiva, el contacto con mis compañeras, para conocerlas y apoyarlas en sus necesidades. Sin duda han contribuido a buena parte de mi revolución humana. Me llena de orgullo luchar al lado de estas verdaderas leonas, y su esfuerzo me anima a continuar. A veces, cuando se me ha propuesto alguna nueva responsabilidad, me he preguntado qué veían en mí las queridas compañeras del Departamento de Mujeres que no veía yo de mí misma: siempre con mi voz de autocrítica, pensando en lo que no he hecho, lo que falta, preparada para disparar. Cuando más desvalorizada me sentía, surgía la oportunidad de una actividad o de una responsabilidad que me hacía preguntar: ¿Qué está pasando? ¿Qué es lo importante? ¿Quizás que una parte de mí no sea válida para unos no significa que tenga yo que despreciarme? En otros entornos de mi vida tenía caos y rechazo, y en el mundo de la Soka Gakkai era otra cosa. No tengo duda de que mi crecimiento dentro de la organización ha ido en paralelo con mi desarrollo como mujer, madre, esposa, hija, hermana, tía, profesional, en definitiva, como persona.

A veces, cuando se me ha propuesto alguna nueva responsabilidad, me he preguntado qué veían en mí […] que no veía yo de mí misma: siempre con mi voz de autocrítica, pensando en lo que no he hecho, lo que falta, preparada para disparar. Cuando más desvalorizada me sentía, surgía la oportunidad de una actividad o de una responsabilidad que me hacía preguntar: […] ¿Qué es lo importante?

Finalizo con un fragmento de una disertación de Ikeda Sensei que creo que refleja el recorrido descrito:

Esta lucha nos permite forjar un estado de vida indestructible como el diamante. El Daishonin cita el Sutra del nirvana, donde se dice que el beneficio de practicar el shakubuku es adquirir un «cuerpo adamantino». Cuando iniciamos esta contienda de amor compasivo, podemos desembarazarnos de tendencias corrosivas, como la pereza, la negligencia y la cobardía; este «óxido» cubre y opaca el verdadero esplendor que llevamos dentro. Los que toman contacto con lo profundo de su sabiduría y perseveran en el esfuerzo por guiar a cada persona a la felicidad pueden romper las cadenas de sus preconceptos y prejuicios, y derrotar la ignorancia de la incredulidad y la falta de respeto que aliena a las personas.3

No tengo duda de que mi crecimiento dentro de la organización ha ido en paralelo con mi desarrollo como mujer, madre, esposa, hija, hermana, tía, profesional, en definitiva, como persona.

¡Muchas gracias por esta oportunidad y feliz mes de mayo!


  1. Azahar es un grupo de capacitación de la SGEs formado por integrantes del Departamento de Mujeres Jóvenes que, con base en la fe budista y el vínculo con el maestro, realizan en coordinación con otros grupos diversas labores dirigidas a que los miembros, simpatizantes e invitados de la entidad puedan disfrutar de las actividades sin preocupaciones.
  2. IKEDA, Daisaku: La sabiduría para ser feliz y crear la paz. Parte 2, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2022, pág. 178.
  3. IKEDA, Daisaku: «Conferencias sobre “La apertura de los ojos” (17). El shakubuku: Un rugido de león de inmenso amor compasivo para refutar el error y extender el bien», Daibyakurenge, septiembre 2005.
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