Por Daisaku Ikeda · Febrero de 2020
UNA VEZ MÁS, me encuentro recordando estas palabras de mi mentor Josei Toda, el segundo presidente de la Soka Gakkai: «Hemos nacido en este mundo para ser felices».
En los años aciagos que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, en medio de la agitación y del sufrimiento, él afirmó que cada persona, mediante el poder de la fe en el budismo Nichiren, podía construir un estado tal que el solo hecho de vivir fuese una alegría. «¡Pongamos una sonrisa en el rostro del pueblo del Japón y del mundo!», proclamó. Para muchos de quienes lo estaban escuchando, en esa época parecía un sueño imposible… Pero esas palabras realmente expresaban su convicción inamovible, firmemente basada en las enseñanzas de Nichiren Daishonin.
En una carta a Shijo Kingo y a su esposa, Nichigen-nyo, que se hallaban batallando contra muchas dificultades, el Daishonin afirma: «No hay felicidad más verdadera para los seres humanos que entonar Nam-myoho-renge-kyo. El Sutra del loto dice: “…donde, plácidos, gozan los seres vivos”.[1] ¿A qué otra cosa podría referirse este pasaje sino a la alegría ilimitada de la Ley?».[2]
La felicidad allí descrita no se refiere a un estado transitorio de gratificación, como el que deriva de la riqueza material o de la fama. Es la gran alegría que surge de las profundidades de nuestra vida.
El Daishonin continúa señalando: «Seguramente, usted se cuenta entre los “seres vivos”. “Donde” alude a Jambudvipa [el mundo entero]. […] “Plácidos, gozan” sólo podría significar que nuestro cuerpo y nuestra mente, nuestra vida y su ambiente, son entidades de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital y son budas de la alegría ilimitada».[3]
Nos asegura que si entonan Nam-myoho-renge-kyo conscientes de que son entidades de la Ley Mística, todas las personas sin excepción, dondequiera que vivan, pueden establecer un estado de vida y un medio ambiente que les permita «gozar plácidamente» de su existencia.
«Nadie puede evitar las dificultades, ni siquiera los sabios y venerables»,[4] dice el Daishonin. En tal sentido, debemos seguir entonando Nam-myoho-renge-kyo y avanzando, «sufriendo lo que tengamos que sufrir y gozando de lo que tengamos que gozar, considerando el sufrimiento y la alegría como hechos de la vida».[5] Este es el camino de la absoluta victoria que nos permite superar todo el karma negativo en nuestra vida y los difíciles problemas que afronta la sociedad, e iluminar el camino hacia el futuro.
El testimonio más elocuente de esto son los rostros sonrientes de nuestros nobles y dignos pioneros del grupo Muchos Tesoros, que han triunfado sobre todas las situaciones a lo largo de nuestra marcha conjunta. Me hace feliz saber que sus historias se están dando a conocer en publicaciones de todo el mundo.
En esta época en que prevalece el estado de ira y, a menudo, eclosiona destructivamente, fortalezcamos la unión en la diversidad y esforcémonos por propagar la Ley Mística, la «mayor de todas las alegrías»,[6] a las personas de todo el mundo. Hagámoslo recordando siempre las palabras del Daishonin: «Fortalezca más que nunca el poder de su fe».[7]
Compartiendo dichas y pesares,
unidos por los lazos del karma,
avancemos eternamente
por este camino
y «gocemos plácidamente» de la vida.
(Traducción del artículo publicado en la edición de febrero de 2020 de Daibyakurenge).
[1] El Sutra del loto, Tokio: Soka Gakkai, 2014, cap. 16, pág. 229.
[2] La felicidad en este mundo, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 715.
[3] Ib., pág. 715.
[4] La felicidad en este mundo, en END, pág. 715.
[5] Véase ib.
[6] The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 212.
[7] La felicidad en este mundo, en END, pág. 715.