¡Hagamos resonar el alegre canto de los Bodisatvas de la Tierra!


Por Daisaku Ikeda · Mayo de 2021


Mi maestro Josei Toda declaró: «El propósito con que hemos nacido en este mundo es mantener en alto el gran estandarte del kosen-rufu». Esas fueron, precisamente, las palabras finales de un artículo suyo titulado «¿Qué es la convicción?», publicado en el primer número del Seikyo Shimbun [el 20 de abril de 1951].

Toda Sensei, convencido del potencial de los jóvenes, les confió la tarea de sostener esta gran bandera de la suprema convicción. Proclamó: «Somos Bodisatvas de la Tierra. Hemos surgido en este mundo para levantar el estandarte triunfal del kosen-rufu en el lugar donde cada uno ha elegido cumplir su misión de acuerdo con su propio juramento. Con esta convicción, podemos hacer surgir de nuestro interior del poder del buda».

Si entonamos y propagamos la Ley Mística con firme confianza en nuestra misión como Bodisatvas de la Tierra, podemos transformar todas las circunstancias, aun las más desalentadoras, en una saga de revolución humana. Cualquiera sea la adversidad que debamos afrontar, podemos superarla como un brillante actor que realiza una interpretación maravillosa.

Las áreas en que ustedes están contribuyendo al kosen-rufu son ámbitos que han escogido como resultado de profundas relaciones kármicas que se remontan al infinito pasado. Son los escenarios propicios para cumplir su misión basados en su juramento.

Por eso, espero que interpreten cada escena y acto de su papel en la vida con la conciencia de estar creando una epopeya victoriosa, infundiendo esperanza y coraje a quienes sufren y convirtiendo el karma en misión.

Nichiren Daishonin valoraba profundamente cada lugar con el que tenía un vínculo, y se preocupaba por las personas de allí, apoyándolas cálidamente.

En una carta dirigida a una discípula de su provincia natal de Awa (en lo que hoy es la prefectura de Chiba), recuerda con afecto a los conocidos de esa zona. Escribe: «Jamás menosprecio a las personas de mi provincia y nunca dejo de preocuparme por lo que les sucede, aunque me hayan causado dolor o me hayan tratado con crueldad».[1]

Los maestros y discípulos de la Soka, herederos de este espíritu omnicomprensivo del Daishonin, e imbuidos de un profundo amor a la comunidad donde viven, han tomado estos lugares como puntos de partida en sus esfuerzos sinceros y perseverantes para hacer realidad el ideal del Daishonin de «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra».

Entonando con firmeza Nam-myoho-renge-kyo y dialogando con el profundo deseo de que los demás sean felices y de que el mundo sea un espacio de paz para todos, estamos creando refugios seguros de esperanza, renovación y buena fortuna.

El Daishonin escribe: «dondequiera que vivamos y practiquemos el vehículo único [es decir, el Nam-myoho-renge-kyo], ese lugar será la Capital de la Luz Tranquila».[2] Observemos que dice «dondequiera que vivamos»…

Junto con nuestros inspiradores compañeros de fe, sigamos avanzando con actitud positiva, con la luz de nuestro juramento desde el tiempo sin comienzo brillando en nuestros corazones.

Sembrando en cada comunidad las semillas de la paz y ayudando a otras personas a vincularse con el budismo en bien de su felicidad, ¡hagamos resonar el alegre canto de los Bodisatvas de la Tierra!

Luchen con energía
y triunfen con alegría,
¡pues en ustedes existe este poder!
Construyan una invencible red solidaria
en el lugar donde hayan elegido
cumplir su misión.

(Traducción del artículo publicado en la edición de mayo de 2021 de Daibyakurenge).


[1] Carta a Konichi-bo, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 693.

[2] Respuesta a Sairen-bo, en END, pág. 332.

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