Una red de «flores humanas» que ejemplifique la armonía en la diversidad


Por Daisaku Ikeda · Noviembre de 2021


En este mes conmemorativo de nuestra fundación, una vez más sumemos nuestras voces para agradecer a las mujeres Soka de todo el mundo, espléndidos soles del kosen-rufu.

Recuerdo un pasaje del capítulo «El bodisatva Rey de la Medicina», del Sutra del loto, que Nichiren Daishonin citó en una carta a Nichigen-nyo: «[Q]uien pueda aceptar y practicar este sutra es superior a todos los seres vivos».[1] Tras afirmar que esas palabras eran «el corazón de todo el sutra», elogió a su discípula diciéndole que se aplicaban a ella, una mujer que practicaba la Ley Mística.[2]

El capítulo «bodisatva Rey de la Medicina» también exalta el poder de la Ley Mística, proclamando que puede «salvar a todos los seres», «hacer que todos los seres se liberen del sufrimiento y de la angustia» e «impartir grandes beneficios a todos los seres vivos y cumplir sus deseos».[3]

Las mujeres de nuestro movimiento –Bodisatvas de la Tierra poseedoras de este gran remedio benéfico de la Ley Mística– están llevando a cabo la tarea del Buda y actuando en su nombre, día tras día, con devoción indescriptible.

¿Quiénes son las personas dignas de mayor admiración? Ya pasó la época en que lo deslumbrante eran los atributos externos, como la posición social, la celebridad, el poder y la riqueza material. Lo que cuenta es vivir esgrimiendo una sólida filosofía y trabajar con denuedo por la felicidad de los semejantes y el mejoramiento de la sociedad. Esta conducta, es lo que realmente inspira a los demás.

Y eso mismo es lo que vuelve tan admirables a las mujeres de la Soka, con su constante dedicación al kosen-rufu. Ellas enarbolan los principios del budismo Nichiren, que proclaman la dignidad de la vida, y trabajan lejos de los focos, apoyando con altruismo a sus amigos que sufren. Con fe inquebrantable, armadas de sinceridad y de constancia, no dejan de construir y de expandir una red de valores que buscan hacer del mundo un lugar más humano.

Tal como seguramente haría Nichiren Daishonin, rindamos homenaje a estas heroínas sin corona –cuyo adorno es su sonrisa y su felicidad, sin cabida para la impostura o la arrogancia–, conscientes de que ellas están dando el más sublime ejemplo de humanidad. Mostrémosles respeto en cada oportunidad y aprendamos de ellas… Aplaudámoslas y honrémoslas como campeonas de la felicidad y de la victoria.

Aunque sus actividades no sean glamurosas, las mujeres de la Soka se han convertido en un punto de referencia de las cualidades humanas indispensables para el desarrollo del potencial humano, y son una piedra angular de la paz que unirá a la humanidad como una sola familia global.

En particular, su firme unión les permite formar un jardín de «flores humanas», cada una dotada de su propia belleza y singularidad, tal como florecen el cerezo, el ciruelo, el melocotón y el albaricoque.[4] Por eso, representan un modelo de armonía en la diversidad como el que tanto demanda el mundo actual.

El Daishonin señala: «La expresión “Gran amor compasivo” es como el sentimiento benevolente y profundo que siente una madre por sus hijos».[5] En unión con la juventud, sigamos trabajando cada vez más para iluminar el porvenir con la brillante sabiduría que deriva del amor compasivo.

Y, con el orgullo de integrar el movimiento más positivo e inspirador del mundo, ¡avancemos jubilosamente hacia nuestro centenario!

Cumpliendo el deseo de nuestro fundador,
que murió defendiendo sus convicciones,
construyamos una era de humanismo
donde puedan brillar
las sonrisas de las mujeres.

(Traducción del artículo publicado en la edición de noviembre de 2021 de Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai).


[1] El Sutra del loto, Tokio: Soka Gakkai, 2014, cap. 23, pág. 283.

[2] Véase La unión entre marido y mujer, en Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 485 y sigs.

[3] El Sutra del loto, cap. 23, pág. 283.

[4] Véase The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 200.

[5] Ib., pág. 43.

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