Carta desde Sado · Parte ii (1/3)


¡Recorrer la gran ruta de los campeones, sin flaquear ante la adversidad!


Seguimos avanzando con la publicación de la serie de disertaciones de Daisaku Ikeda titulada Iluminando el mundo con el budismo del sol, con la segunda y última parte de la entrega dedicada «A nuestros jóvenes del Departamento Futuro, abanderados de la justicia: Nuestra esperanza en el futuro».

Hay obras musicales que escuché una y otra vez en mi juventud y que jamás olvidaré.

Yo trabajaba con mi maestro, Josei Toda, en un período en que sus empresas intentaban mantenerse a flote durante la tumultuosa posguerra. Fueron años realmente duros. Mientras me esforzaba al máximo para revertir esa situación, libraba batalla contra la tuberculosis que debilitaba mi salud. En mi pequeño apartamento, una y otra vez escuchaba composiciones de Beethoven; las que más me conmovían eran su Quinta sinfonía, conocida como la «Del destino», y el «Himno a la alegría» de su Novena sinfonía.

La exultante música de Beethoven, que expresa su espíritu de atravesar el sufrimiento y lograr la alegría, me inspiraba a seguir luchando.

La primera vez que estuve en Viena, capital de la música clásica –hace sesenta años, en octubre de 1961–, presenté mis respetos ante la tumba del músico, en el Cementerio Central de la ciudad.

En mayo de 1981, después de visitar la Ópera Estatal de Viena y de reunirme con el vicecanciller austríaco y ministro de Educación y Artes, Fred Sinowatz, los miembros de la Soka Gakkai locales me llevaron a recorrer el Museo de Beethoven en Heiligenstadt. Este se encuentra en la casa donde el compositor redactó su testamento, al borde de la desesperación y expuesto a la crueldad del destino y, en especial, de la pérdida de la audición, un sentido vital para un músico.

«¡JAMÁS SERÉ APLASTADO POR EL DESTINO!»

Pero Beethoven se negó a claudicar ante los despiadados golpes del destino. Finalmente, regaló a la humanidad la música más jubilosa, elevándose sobre la oscuridad de su época. Leamos estas palabras suyas: «¡Enfrentaré resueltamente mi destino: ¡nunca podrá doblegarme! ¡Ah, cuán glorioso es vivir la propia vida mil veces!».[1]

Estas palabras me recuerdan a los innumerables miembros de la Soka Gakkai que, dando todo por el avance del kosen-rufu en medio de la dura realidad social, han transformado su destino y han construido una felicidad absoluta. Desplegando el «coraje de un león rey», como enseña Nichiren Daishonin,[2] han confrontado con bravura todos los problemas y adversidades, sin dejar de marchar firmemente hacia la victoria. En ellos palpita este orgullo.

ENSEÑAR CON EL PROPIO EJEMPLO

La lucha frente a grandes dificultades nos permite elevar infinitamente nuestro estado de vida.

Como vimos en la entrega anterior, Nichiren Daishonin triunfó sobre varias persecuciones que pusieron en peligro su vida y despejó el camino del kosen-rufu para transformar los sufrimientos de la humanidad en toda época. También enseñó a sus discípulos, con su propio ejemplo, la clave para cambiar rotundamente el destino que nos agobia en la vida.

En esta entrega, estudiemos la segunda mitad de Carta desde Sado, mientras exploramos juntos el alentador principio de la transformación kármica que expone el budismo Nichiren.

(Continuar leyendo la parte 2/3).


[1] BEETHOVEN, Ludwig van: Beethoven’s Letters (1790-1826): From the Collection of Dr. Ludwig Nohl (Correspondencia de Beethoven. De la colección del doctor Ludwig Nohl), ed. y trad. ingl. Grace Jane Wallace, vol. 1, Cambridge, Massachusetts: Cambridge University Press, 2014, pág. 35.

[2] Véase Sobre las persecuciones acaecidas al venerable, en END, pág. 1042.

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