La revolución humana, motor de la paz


Desde el Departamento de Jóvenes de la SGEs


La crueldad de la guerra se sigue manifestando, quebrando la paz en la sociedad y dividiendo a las personas. Hoy, los jóvenes de la Soka Gakkai nos preguntamos: ¿cómo podemos contribuir a crear una sociedad pacífica, en la que no existan conflictos bélicos y se pueda mantener, por encima de todo, el valor de la dignidad de la vida?

Ikeda Sensei comenzó los respectivos primeros volúmenes de La revolución humana y de La nueva revolución humana con las siguientes palabras:

No hay barbarie que se compare con la guerra. No existe nada más cruel.[1]

Nada es tan preciado como la paz. Nada produce tanta felicidad. La paz es el punto de partida fundamental para el avance del género humano.[2]

Todo depende de la propia transformación interior: «La gran revolución humana de un solo individuo puede generar un cambio en el destino de un país y, más aún, propiciar un cambio en el rumbo de toda la humanidad».[3] Estas palabras de Sensei también nos indican la relación directa entre la revolución humana y la paz. Ya que todo depende de esta transformación interior, sabemos que es aquí y ahora que podemos construir esa paz en nuestro entorno a través de la creación de valor y de lazos de corazón a corazón basados en el respeto a la dignidad de la vida.

Así pues, como practicantes del budismo Nichiren, estamos redoblando el desafío en el daimoku, conscientes de que todo empieza por la oración. Frente al horror de la guerra, multipliquemos la determinación en la oración por la paz y por el respeto al infinito valor de cada vida.

Como jóvenes decididos a contribuir a la paz, nuestra lucha también consiste en mantener la esperanza, avanzar sin retroceder y continuar desafiándonos para realizar nuestra propia revolución humana y ayudar a los demás a hacer lo mismo. Referiéndose a este punto, Sensei escribe: «La paz no está lejos de nuestro alcance. Ella comienza con la creación de un círculo de amistad y de confianza en el lugar en que nos encontramos, y se va concretando a medida que cada uno de estos círculos se expande para incluir a más personas».[4]

Como jóvenes decididos a contribuir a la paz, nuestra lucha también consiste en mantener la esperanza, […] realizar nuestra propia revolución humana y ayudar a los demás a hacer lo mismo.

Es el desarrollo de cada uno –que se genera en el contacto con los demás– lo que abre el escenario para construir una paz verdadera y profunda. Por esto, es aún más necesaria nuestra campaña «El uno es madre de diez mil», que nos anima a profundizar aún más en el esfuerzo por transmitir el budismo Nichiren y la filosofía de vida de nuestro maestro, que cree firmemente en el infinito potencial de cada persona. ¡Hagamos visible el vínculo directo e indisoluble que esta campaña tiene con el conjunto de la sociedad en la que vivimos, y aseguremos victoria tras victoria nuestra transformación positiva y la de nuestro entorno!


[1]IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vol. 30, parte 2, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2021, pág. 290.

[2]Ib., pág. 291.

[3]Ib., pág. 293.

[4]IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vols. 21 y 22, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2020, pág. 41.

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