¡Sean brillantes embajadores de la Soka!


Por Daisaku Ikeda · Julio de 2022


El dinámico avance de la revolución humana empieza con la ardiente valentía de superar las dificultades.

Tras una persecución implacable, durante su destierro en la isla de Sado, Nichiren Daishonin alentó así a Shijo Kingo: «Haga surgir el inmenso poder de la fe, para que todos los habitantes de Kamakura, de alta y de baja estirpe, y todo el pueblo del Japón, cuando hablen de usted lo llamen “¡Shijo Kingo, Shijo Kingo de la escuela del Loto![1]”».[2]

En esa época, identificarse como discípulo del Daishonin podía provocar una avalancha de insultos y difamaciones, odio y envidia. Pero, precisamente por eso, Shijo Kingo y su esposa, Nichigen-nyo, orgullosos de ser sus seguidores, se esforzaban para superar con valentía cualquier obstáculo, apoyando y protegiendo a sus compañeros de fe con intrépida determinación.

Para Shijo Kingo, eso implicaba también desafiarse a controlar su temperamento, mantenerse alerta y ser siempre respetuoso en su trato con los demás, de acuerdo con las instrucciones que su maestro le había dado. Y porque perseveró en su revolución humana y pudo dar pruebas tangibles de ello, llegó a ser apreciado y reconocido por la gente. El suyo fue un triunfo de maestro y discípulo que tuvo una amplia resonancia.

Recuerdo que, en una oportunidad, mientras estudiábamos cierto pasaje de los escritos del Daishonin, mi maestro Josei Toda dijo: «La fe significa decidir. ¡Si uno determina triunfar mediante la práctica budista, tendrá grandes y espléndidas victorias!».

En una ocasión, durante un período en que nuestra organización era blanco de toda suerte de críticas y calumnias, alenté a unos miembros que estaban esforzándose con dedicación sincera por el kosen-rufu en sus comunidades. Les trasmití mi gratitud y alabanza por su ardua y sostenida labor diciendo: «Algunas personas a su alrededor quizá tengan una impresión desfavorable de la Soka Gakkai, por desinformación o por errores de juicio. Pero recuerden que ustedes se encuentran en ese lugar justo por esa causa. Son los embajadores de la Soka Gakkai. Con esa conciencia, les pido que construyan un círculo de apoyo y comprensión cada vez más amplio hacia nuestro movimiento, en cada vecindario y localidad».

En todo el mundo, nuestros embajadores de la Soka brillan magníficamente. Como Shijo Kingo y Nichigen-nyo, se están desafiando con actitud admirable para superar todos sus escollos a través de «hacer surgir el inmenso poder de la fe».[3] Con sus voces valientes y su comportamiento recto y sincero permiten que la gente conozca y comprenda correctamente a la Soka Gakkai. Por este motivo, nuestra organización triunfará en todas sus iniciativas.

En la manifestación de Osaka,[4] en julio de 1957, juré junto a los miembros de Kansai y de todo el país que la enseñanza correcta del budismo Nichiren prevalecería sin falta.

Dos décadas más tarde, en julio de 1976, compuse la «Canción de la revolución humana» y se la dediqué a mi maestro. La letra contiene los versos: «Porque somos Bodisatvas de la Tierra / tenemos una misión que cumplir en este mundo».

Ustedes y yo, juntos, tenemos un cometido que cumplir como Bodisatvas de la Tierra. Mientras avanzamos en esta gesta suprema, escribamos victoriosas historias de revolución humana que inspiren a los demás, y transmitamos esperanza al mundo y al porvenir.

¡Jóvenes leones sucesores,
portadores del mismo espíritu que yo,
en este julio,
mes de maestro y discípulo,[5]
dancen con exuberancia
y triunfen con confianza y dignidad!

(Traducción del artículo publicado en la edición de julio de 2022 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai).


[1] «Escuela del Loto», en su origen, fue una de las denominaciones de la escuela Tendai, que se basaba en el Sutra del loto. Tiempo después, pasó a denotar el budismo establecido por Nichiren Daishonin.

[2] Los deseos mundanos son la iluminación, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 338.

[3] Véase ib.

[4] Manifestación de Osaka: Encuentro convocado por la Soka Gakkai para protestar por la injusta detención de Daisaku Ikeda, en ese momento responsable del cuerpo directivo del Departamento de Jóvenes, por orden de la Fiscalía Regional de Osaka en relación con el incidente de Osaka. El punto de concentración fue el Centro Cívico de Nakanoshima de dicha ciudad, el 17 de julio de 1957. Ese día, el joven Ikeda fue liberado tras dos semanas de interrogatorios a cargo de las autoridades.

[5] En la Soka Gakkai, se considera que julio es el mes de maestro y discípulo y mes de los jóvenes.

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