Gladys Maritza Alejos Gómez | Rubí, Barcelona
Comencé a practicar el budismo de Nichiren Daishonin en 1969, acompañando a mi madre a las reuniones de la Soka Gakkai. Tengo recuerdos inolvidables de las actividades en las que participé en mi juventud.
En 2018, mi marido y yo decidimos venir a vivir a España, ya que nuestros dos hijos mayores estaban viviendo aquí. Apenas llegamos, hice mi suscripción anual a la revista Civilización Global y empecé a participar en las reuniones de la SGEs.
Al principio, vivíamos todos en una misma casa, incluyendo la familia de mi hijo mediano, y empezó a haber fricciones.
Gracias a que en ese momento comencé a recibir Civilización Global, pude profundizar en las orientaciones de Daisaku Ikeda y ponerlas en práctica. Me determiné a entonar dos horas diarias de daimoku, y así pude concretar la armonía familiar, ya que entendí el humanismo, la gentileza y la postura con que debo dirigirme hacia las personas.
Posteriormente, mi marido enfermó y pudo prolongar su vida gracias a la práctica budista. Falleció el 18 de mayo de 2021. Sigo orando por él y, gracias al daimoku, he transformado el sufrimiento en esperanza.
Recientemente he compartido la alegría de estudiar y presentarme al examen de budismo de Grado II con mi hijo mayor. Me siento feliz y decidida a mantener por siempre mi juramento como discípula de Ikeda Sensei.