Por Daisaku Ikeda · Febrero de 2023
Durante la histórica Campaña de Febrero[1] [en 1952], desafiando el viento helado, los miembros del distrito general Kamata oramos y nos esforzamos incansablemente para salir a dialogar con todos nuestros conocidos y acercarlos al budismo Nichiren.
Nos inspiramos y conmovimos leyendo juntos un pasaje del tratado La selección del tiempo que dice así: «Para aquellos a quienes les preocupe su próxima existencia, será mucho mejor ser personas comunes en este Último Día de la Ley antes que reyes poderosos en los dos milenios de los días Primero y Medio de la Ley».[2]
Dedicar nuestra vida al kosen-rufu en esta época como «personas comunes» y anónimas –entonar Nam-myoho-renge-kyo y asumir voluntariamente dificultades en bien de esa causa– es un honor mucho más grande que ser «reyes poderosos» en otra era más gloriosa.
Embargados de gratitud a Nichiren Daishonin y a nuestro maestro Josei Toda por enseñarnos la alegría y el orgullo supremos de ser «personas comunes en este Último Día de la Ley», los compañeros de Kamata nos lanzamos a dialogar con cada persona que estaba sufriendo, invitándola a acompañarnos y a ser feliz junto a nosotros.
Mientras calculábamos el resultado final de ese mes de esfuerzos, en el que habíamos atravesado todas las barreras y superado todos los límites, una responsable de distrito del Departamento de Mujeres irrumpió en la habitación y, con una sonrisa luminosa, anunció sin aliento: «Por favor, un momento… Hay una familia más que desea sumarse a nuestro movimiento…». Así, batimos las marcas de propagación logrando en un mes el ingreso de 201 nuevas familias en un solo distrito general. Era una expansión nunca vista hasta ese momento.
La familia Soka es un gran cónclave de Bodisatvas de la Tierra, dotados de una profunda misión. Mientras nuestros camaradas se debaten con los aspectos más difíciles de su karma, siguen avanzando con fe invencible y humanismo genuino, sin afectación, ayudando a cada persona a conocer el budismo Nichiren como causa para su felicidad.
En los primeros días de nuestro movimiento, muchas personas en la sociedad menospreciaban a nuestros compañeros porque luchaban contra la enfermedad y la pobreza. Con una risa franca, el maestro Toda respondía a estas críticas diciendo: «Entonces, cuéntenme: ¿a cuántas personas que sufren han podido ayudar?».
Digan lo que digan los demás, quienes trabajan sin descanso en bien del budismo, pensando en el bienestar de los semejantes, del lugar donde viven y de la sociedad, son verdaderos héroes del pueblo que irradian dignidad y buena fortuna.
Hace sesenta años, encontrándome en Europa en plena época de nevadas, dialogué con los miembros sobre la importancia de perseverar con valentía, incluso mientras enfrentábamos las más feroces tormentas de adversidades. Juntos, confirmamos que, cuando nos ponemos en acción, el corazón empequeñecido por el miedo se abre y se agranda y, cuando trabajamos con valor y determinación, se multiplica nuestro círculo de comprensión y de amistad.
Con la firme convicción de que «la Soka Gakkai reina en el mundo religioso», como proclamó con orgullo Toda Sensei, confiemos la corona de los campeones del pueblo a nuestros jóvenes sucesores, que están creciendo con admirable dinamismo.
Con el valor apasionado
de los reyes leones,
atraviesen las barreras
y abran nuevas rutas
que brinden al pueblo
sonrisas de felicidad.
(Traducción del artículo publicado en la edición de febrero de 2023 de Daibyakurenge).
[1] Campaña de Febrero: En febrero de 1952, Daisaku Ikeda, quien por entonces era asesor del distrito general Kamata de la Soka Gakkai en Tokio, inició una dinámica campaña de propagación. Junto a los miembros locales, batió las marcas preexistentes de propagación, que eran de unos cien ingresos mensuales, y logró que doscientas una nuevas familias se sumaran a la práctica del budismo de Nichiren Daishonin en la organización.
[2] La selección del tiempo, en Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 569.