Sobre mí


¡Hola! Mi nombre es Romina, tengo 14 años y estoy cursando 3.º de la E.S.O. Pertenezco a la cuarta generación de practicantes del budismo Nichiren en mi familia, ya que mis bisabuelos fueron los primeros en empezar la práctica y luego se la transmitieron a mis abuelos y a mi mamá.

Desde muy pequeña acompañaba a mi mamá a las actividades de la Soka Gakkai en Perú. Ella me enseñó a entonar Nam-myoho-renge-kyo y a recitar el gongyo. También me explicó la importancia en nuestra práctica de orar con un objetivo concreto, por lo que decidí desafiarme en ponerme un objetivo personal y, junto a mi mamá, oraba con determinación para ser una de las mejores alumnas de mi aula.

Cuando cursaba el colegio en Perú, no tenía buenas calificaciones en Matemáticas, pero la entonación del daimoku y las palabras de aliento de Ikeda Sensei que mi mamá me leía me ayudaron a mejorar mis notas y a desenvolverme en las clases, logrando incluso participar en concursos de matemáticas representando a mi colegio.

Con todo este esfuerzo que veníamos realizando mi mamá y yo, nos estábamos preparando para un desafío mucho mayor. A pesar de que mi papá se oponía a la práctica en un inicio, mi mamá oraba por su felicidad y yo misma le enseñé a entonar Nam-myoho-renge-kyo en 2015, año en que le detectaron un tumor en el riñón izquierdo. Desde ese momento, le dije a papá que orara para vencer su enfermedad, y él empezó a practicar con mayor seriedad y acompañarnos a las reuniones de la organización.

Debido a lo avanzado de la enfermedad tuvieron que operarlo y sacarle el riñón, pero mi papá empezó a sentir gratitud con la práctica budista. Así, aunque los médicos habían dicho que solo viviría 6 meses tras la operación, mi papá prolongó su vida por 4 años más y falleció en agosto de 2019.

A pesar de que me sentía muy triste, las palabras de aliento de mis responsables del Departamento Futuro y las orientaciones de Sensei que estudiábamos me fortalecieron, y le decía a mi mamá que no nos dejáramos vencer por el dolor que pasábamos y que siguiéramos entonando daimoku.

Luego un responsable me explicó que mi papá sería feliz mientras yo me esforzara en cumplir mis objetivos. Así, comprendí cuán importante es tener fe en el Gohonzon, entonar daimoku y participar en las actividades.

Tras esta experiencia, el año pasado me mudé con mi mamá a Galicia para comenzar un nuevo desafío en un nuevo lugar con costumbres muy diferentes a las que conocía, ¡sobre todo la comida! Entre otros, adaptarme a los estudios en el instituto aquí fue un desafío por el idioma (que es el mismo pero con muchas diferencias, aparte del gallego, un idioma completamente nuevo para mí). Muy poco a poco me estoy acostumbrando a la manera de vivir aquí y he hecho amigas y amigos con los que me llevo muy bien y disfrutamos haciendo cosas juntos.

A las pocas semanas de llegar a España, mi mamá y yo empezamos a participar en un grupo de diálogo de nuestro barrio más cercano, y también tuve la oportunidad de participar en el encuentro del grupo Casals del Departamento Futuro que se celebró en línea el pasado septiembre, donde pude conocer a compañeras y compañeros de mi edad de toda España. Cada mes mi mamá y yo participamos en todas las actividades que podemos y también hacemos daimoku juntas cada día.

Mi mamá y yo siempre nos hemos basado en una abundante oración, sobre todo en los momentos de mayor dificultad. Ahora, por mis estudios (del instituto y de clases de apoyo) no siempre tengo mucho tiempo, pero me aseguro de orar por la mañana antes de salir de casa y por la tarde también. Ahora mismo, mi principal objetivo personal es esforzarme en los estudios y aprobar todas las asignaturas de mi primer curso escolar en España.

Me gustan las historias de policías y detectives, y en el futuro me gustaría estudiar Criminología. Sé que, para poder llegar a esta meta, es crucial que pueda dar lo mejor de mí en el instituto, tal y como nos alienta Sensei.

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