En torno al Centro Cultural Soka
El pasado domingo 8 de mayo se inauguró la primera fase del Jardín de la Paz, que es el nombre y significado dado a la zona verde que envuelve el Centro Cultural Soka, en Rivas-Vaciamadrid. De titularidad pública, su desarrollo fue objeto de la firma de un convenio entre el Ayuntamiento y la Soka Gakkai de España hace algo más de una década. Con base en él, el jardín ha ido tomando forma gracias a los arduos esfuerzos altruistas realizados por miembros de la entidad y articulados, fundamentalmente, a través de los grupos Raíces y Medios Hábiles. En esta sección especial presentamos un resumen de los actos inaugurales del Jardín de la Paz y, seguidamente, un plano-guía del área ya abierta a la ciudadanía.
La inauguración del Jardín de la Paz se convocó a las doce del mediodía del segundo domingo de mayo, que fue bendecido con un cielo azul. Como la primera parte del acto transcurriría junto al monumento Manos por la Paz, se anunció para media hora antes la apertura de la puerta sur del jardín, que está situada frente al mismo en la calle Severo Ochoa del municipio ripense, unos metros al sur del Centro Cultural Soka.
Marcó el inicio de la programación oficial la bienvenida por parte de la presentadora, Inés Vázquez, al conjunto de la asistencia (limitada en su número, por motivos de organización) y, de manera más específica, a los diversos invitados especiales. Seguidamente, una formación musical ad hoc integrada por miembros del Departamento de Artistas de la SGEs –otros integrantes del cual venían animando la recepción– saludó el clima primaveral con una interpretación de O sole mio.
Tomó entonces la palabra el director general de la SGEs, Enrique Caputo, quien aludió a la definición que Daisaku Ikeda propone para la «paz», palabra clave en el nombre del jardín: «La paz no solo es la ausencia de guerra. […] La paz verdadera solo se puede establecer sobre la base del respeto por la dignidad de la vida, del reconocimiento de nuestra humanidad común». Caputo continuó señalando que «esta posibilidad […] es la filosofía que sustenta nuestro movimiento por la paz». Y, tomando «prestado» un eslogan del Ayuntamiento, expresó sus expectativas de que el nuevo jardín sea un lugar en el que «pararse a pensar cómo vivir», así como su convencimiento de que esto responderá al esfuerzo de las tantas personas que han trabajado arduamente en su construcción.
A continuación, subió al escenario el alcalde de la ciudad, Pedro del Cura, que no escatimó elogios «a los miembros de Soka»: «Me encanta el trabajo que hacéis […] con vuestros valores, con vuestra alegría, con cómo también transmitís algo que van a poder comprobar las personas que hoy nos acompañan y todos los vecinos y vecinas de Rivas a través de este parque […], con todo el simbolismo que tienen sus espacios».
Invención Fernández leyó entonces un mensaje enviado por Tomihisa Taue, alcalde de Nagasaki, quien manifestó su deseo de que la reliquia del bombardeo atómico del 9 de agosto de 1945 que la ciudad donó para su integración en Manos por la Paz «sirva como símbolo de paz, y que la ciudad de Rivas-Vaciamadrid […] pueda avanzar junto con los ciudadanos de Nagasaki para hacer realidad un mundo libre de guerras y de armas nucleares».
Este mismo anhelo impregnó el alegato de Carlos Umaña, miembro del Grupo Directivo Internacional de ICAN, la Campaña Internacional para la abolición de las Armas Nucleares. Umaña puso de relieve el valor de la donación al Jardín de la Paz de un rosal de la variedad Setsuko Thurlow, creada por la prestigiosa hibridadora Matilde Ferrer en honor a la activista hibakusha que recibió el Nobel de la Paz 2017, otorgado a ICAN. Y llamó al compromiso con el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), exponente de «la democratización del desarme nuclear».
La última alocución corrió a cargo del secretario de Estado para la Agenda 2030, Enrique Santiago, quien declaró: «Hay que prohibir las guerras: esa es la mayor aportación que debe hacer la humanidad en estos momentos para salvaguardar el planeta y el futuro. […] Debe instaurarse un derecho a la paz». Citando el ODS 16, sostuvo que «la paz no puede separarse ni de la justicia ni de las instituciones sólidas», de las que es prerrequisito. Y concluyó afirmando: «Esta unión entre un Ayuntamiento […] y una asociación que busca fundamentalmente la paz […] es el ejemplo a seguir».
Tras la interpretación de dos temas por The Vintage, dúo vinculado a la Escuela de Música de Rivas, cerraron la programación de la inauguración las ceremonias de plantación de dos árboles representativos: un sauce, como árbol nacional de Ucrania, y un «cerezo Kayoko», símbolo de paz en Nagasaki, con participación de miembros del Departamento Futuro de la SGEs.
Desde el lunes 9 de mayo, la primera fase del Jardín de la Paz está abierta al público, de 10 a 20 horas en verano y de 10 a 18 horas en invierno.
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