Aprendiendo de «El tambor en el Portal del Trueno» · Parte I


«Lo importante es el corazón»: Esforzarnos con perseverancia en profundizar y fortalecer el lazo de maestro y discípulo


Lo que sigue es la primera entrega de una disertación de Daisaku Ikeda sobre una carta dirigida por Nichiren Daishonin a una discípula que se distinguía por la sinceridad de su fe y su espíritu de búsqueda.

«En la adversidad, es necesario clamar “¡Esperanza! ¡Esperanza! ¡Y, una vez más, esperanza!”».[1] Este fue el mensaje que el escritor francés Víctor Hugo envió desde su lugar de exilio a los compatriotas que sufrían bajo un régimen opresivo. Por adversas que sean las circunstancias, mientras tengamos esperanza, jamás seremos derrotados. Mientras tengamos esperanza, podremos seguir avanzando.

El budismo de Nichiren Daishonin es una enseñanza de esperanza. Esta gran filosofía afirma que cada uno de nosotros posee dentro de sí el infinito poder de superar todas las dificultades y abrirse camino a través de los obstáculos. El budismo del Daishonin también enseña la práctica mediante la cual podemos tomar contacto con ese infinito poder en nuestra vida, con el respaldo de sólidos ejemplos de prueba real. En tal sentido, es una enseñanza inspiradora que tiene el poder de generar una esperanza ilimitada en el corazón de todas las personas.

El Gosho, colección de los escritos de Nichiren Daishonin, esclarece plenamente esta filosofía de esperanza, así como su práctica y prueba. Es una fuente de iluminación que alienta e inspira sin fin. El Daishonin compuso estos escritos llenos de esperanza para sus seguidores y para toda la humanidad, en medio de una contienda vital sobrecogedora, que a menudo amenazaba su vida. Mi maestro Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai, dijo una vez: «El Daishonin, mientras afrontaba en primera persona severas persecuciones y graves enfermedades, nos exhortó a avanzar y a moldear nuestro propio destino aun en medio de esa clase de obstáculos. Somos muy afortunados por ello. Yo mismo aprendí esto del Daishonin, que protagonizó una lucha a vida o muerte para transmitir sus enseñanzas».

Esforcémonos en leer con nuestra vida –es decir, en poner en práctica– aun un renglón o dos del Gosho, que rebosa el espíritu del Daishonin. La tradición de la Soka Gakkai es basarnos en el Gosho y perseverar en su estudio para fortalecer nuestra práctica budista.

Mientras avanzamos […], [estudiemos] El tambor en el Portal del Trueno, una carta dirigida a la monja laica Sennichi

FRAGMENTO QUE ESTUDIAREMOS A LO LARGO DE ESTA DISERTACIÓN:

Quienes hagan ofrendas al Sutra del loto recibirán el mismo beneficio que si ofrendaran a todos los budas y bodhisattvas de las diez direcciones, puesto que todos los budas de las diez direcciones se originan en el solo ideograma myo. Supongamos que un león tiene cien crías. Cuando un león rey ve que sus cachorros son atacados por otras bestias o aves de rapiña, lanza un rugido; al oírlo, los cien jóvenes leones cobran valor, y hacen que a las bestias y aves de rapiña se les parta la cabeza en siete pedazos. El Sutra del loto es como el rey león, que gobierna sobre todos los demás animales.
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La mujer que abraza al rey león del Sutra del loto jamás teme a ninguna de las bestias del infierno ni de los reinos de las entidades hambrientas o los animales. Todas las faltas cometidas por una mujer a lo largo de su existencia son como pasto seco, y el ideograma myo del Sutra del loto es como una pequeña chispa. Cuando una ínfima chispa prende en un extenso prado, el fuego no sólo consume el pasto, sino también los grandes árboles y las inmensas piedras. Así de poderoso es el fuego de la sabiduría que hay en el solo ideograma myo. Las faltas no solamente desaparecen, sino que, además, se transforman en fuente de beneficios. Este es el significado de «convertir el veneno en amrita». Por ejemplo, la laca negra se vuelve blanca si se le agrega polvo de este color. Las faltas de una mujer son como la laca, y la frase Nam-myoho-renge-kyo, como el polvo blanco.
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Cuando uno muere destinado a caer en el infierno, la piel se le oscurece y el cuerpo se vuelve pesado como una piedra que sólo puede mover la fuerza de mil hombres. Pero en el caso de una buena persona, aunque sea una mujer que mida más de dos metros y tenga la tez oscura, a la hora de la muerte su rostro se verá prístino y blanco, y su cuerpo será liviano como la pluma de ganso, y suave y flexible como el algodón.
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Desde la provincia de Sado hasta esta tierra [de Kai, donde se emplaza el monte Minobu] hay una distancia de mil ris, [2] a través del mar y de montañas. Usted, siendo mujer, se ha aferrado a la fe en el Sutra del loto y, durante estos años, ha enviado muchas veces a su esposo a visitarme en su nombre. Sin duda, el Sutra del loto, Shakyamuni, Muchos Tesoros y los budas de las diez direcciones conocen su devoción. La luna, por ejemplo, se encuentra en el cielo, a cuarenta mil yojanas de distancia, pero su reflejo aparece en forma instantánea en cualquier estanque de la tierra. Y el sonido del tambor en el Portal del Trueno[3] se oye de inmediato, a mil o diez mil ris de distancia. Aunque usted se haya quedado en Sado, su corazón llegó hasta esta provincia.
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El Camino de la Budeidad es igual: aunque vivimos en la tierra impura, nuestro corazón habita en la tierra pura del Pico del Águila. Vernos el rostro uno al otro no es tan significativo; lo importante es el corazón. Reunámonos algún día en [la tierra pura de] el Pico del Águila, donde vive el buda Shakyamuni.[4]

«Lo importante es el corazón»,[5] declara Nichiren Daishonin. El lazo más fuerte en la relación de maestro y discípulo cultivada en el budismo es el del corazón. Los corazones del maestro y el discípulo que aspiran a la propagación universal de la Ley Mística pueden conectarse instantáneamente, trascendiendo cualquier distancia que pueda haber entre ambos, así como «la luna, por ejemplo, se encuentra en el cielo, a cuarenta mil yojanas de distancia, pero su reflejo aparece en forma instantánea en cualquier estanque de la tierra».[6]

Esta carta, El tambor en el Portal del Trueno, es como una gran obra pictórica que representa el intercambio de corazón a corazón entre el maestro y una discípula separados por una gran distancia. Fue escrita por el Daishonin en el monte Minobu el 19 de octubre de 1278, a sus cincuenta y siete años, y dirigida a la monja laica Sennichi, quien vivía lejos, más allá de las montañas y del mar, en la isla de Sado.

Durante el exilio del Daishonin en Sado, Sennichi y su esposo, Abutsu-bo, se habían convertido a sus enseñanzas. Eran creyentes de corazón puro, y arriesgaron sus vidas para protegerlo y apoyarlo. Aun cuando, tiempo después, el Daishonin se trasladó al monte Minobu, este matrimonio desempeñó un papel fundamental en el movimiento de propagación de la Ley Mística en Sado, esforzándose en cumplir la noble misión que su maestro les había encomendado. Además, durante un período de varios años, hasta su muerte, el anciano Abutsu-bo recorrió al menos tres veces el peligroso y largo camino desde Sado hasta Minobu para visitar al Daishonin.

En el verano de 1278, pocos meses antes de que esta carta fuese escrita, Abutsu-bo había viajado una vez más hasta el monte Minobu, empujado por su fuerte espíritu de búsqueda hacia su maestro. Ese mismo año, cuando se aproximaba el invierno, el Daishonin recibió ofrendas enviadas por Sennichi. En esta carta, que compuso para agradecerle la sinceridad de sus ofrendas, el Daishonin elogia, además, la sinceridad con que Sennichi había enviado a su esposo a visitarlo casi cada año. Alienta a esta monja laica diciéndole: «Ya que usted es una mujer que abraza el rey león de los sutras, no hay absolutamente nada a lo cual deba temer. Tenga la seguridad de que Shakyamuni, Muchos Tesoros y los budas de las diez direcciones y las tres existencias conocen su devoción».[7]

En esta carta resuena el prodigioso espíritu de inseparabilidad entre maestro y discípulo; refleja la fe de una discípula que busca a su maestro con sinceridad, y el amor compasivo del maestro, que se esfuerza en alentar profundamente a su discípula.

(Traducción del original en japonés publicado en la edición de septiembre de 2007 de Daibyakurenge; continuará).

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[1] ↑ HUGO, Victor: Pendant l’exil: 1852-1870 (Durante el exilio: 1852-1870), en Actes et Paroles (Actos y palabras), París: Albin Michel, 1938, vol. 2, pág. 114. Para entender mejor esta y otras referencias a la esperanza presentes en la disertación, cabe tomar en consideración que con ella se abrió una serie titulada Aprendamos del Gosho: La rebosante esperanza en los escritos de Nichiren Daishonin

[2] ↑ En este contexto, «mil ris» indica, simplemente, una distancia muy grande.

[3] ↑ Portal situado en China, en Hui-chi, Shao-hsing, provincia de Chekiang. Se decía que el sonido que producía el redoble de un tambor en ese lugar llegaba hasta la remota capital de Lo-yang.

[4]El tambor en el Portal del Trueno, en END, pág. 993.

[5] ↑ Ib.

[6] ↑ Ib.

[7] ↑ Ib.

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