El kosen-rufu, un gran río que enriquece eternamente a la humanidad.
Nuestra victoria como discípulos es la mejor forma de saldar nuestra deuda de gratitud con el maestro.
Lo que sigue es la primera de las dos entregas en las que presentamos una disertación de Daisaku Ikeda sobre un tratado en el que Nichiren Daishonin explicó, por usar sus propias palabras, «cuestiones de suprema importancia».
Saldar las deudas de gratitud es la máxima expresión del bien. No reconocer los beneficios recibidos de los demás denota una vida controlada por la negatividad interior.
Cuando profundizamos nuestra fe en la Ley Mística, atravesamos nuestra ignorancia u oscuridad interior y vivimos fieles a nuestro yo superior o identidad verdadera, de forma natural llegamos a sentir un agradecimiento infinito por todos los que nos rodean, por quienes nos han apoyado y nos han ayudado a ser lo que somos. Con esta fe fortalecida, podremos avanzar resueltamente por el camino de quienes reconocen y retribuyen los beneficios recibidos de los demás.
En cambio, quienes olvidan la fe, se entregan a la negatividad y viven sujetos a los apegos generados desde su yo inferior, invariablemente terminan controlados por la arrogancia, la cobardía y la ira. Se debilita su capacidad de apreciar el bien en los demás, y finalmente descienden hasta el punto en que no reconocen ni retribuyen lo mucho que los otros han hecho por ellos.
Todo se reduce, entonces, a que vivamos basados en nuestro yo superior o permanezcamos apegados a nuestro yo pequeño. En última instancia, esta diferencia de inclinación en nuestra actitud profunda determinará que vivamos una existencia de agradecimiento o de ingratitud.
LOS GENUINOS PRACTICANTES BUDISTAS BRILLAN DE GRATITUD Y DE RECONOCIMIENTO
Reconocer las deudas de gratitud es propio del espíritu budista que aspira al supremo humanismo; saldar las deudas de gratitud es el sello de una vida de sabiduría, que ha vencido la oscuridad o ignorancia más profunda. Por eso la vida de los verdaderos practicantes budistas siempre resplandece con la luz interior del reconocimiento y de la gratitud.
Durante toda su vida, Nichiren Daishonin demostró un extraordinario compromiso con saldar sus deudas de gratitud, no solo como budista, sino también como ser humano. Escribió:
Desde que comencé a estudiar la Ley transmitida por el buda Shakyamuni y emprendí la práctica de las enseñanzas budistas, consideré que lo más importante era reconocer las obligaciones con los demás, y entendí que mi primer deber era saldar las deudas de gratitud.1
La razón por la cual el Daishonin juró llegar a ser «la persona más sabia de todo el Japón»2 y se dedicó con tanta diligencia a sus estudios después de ingresar en el templo Seicho-ji3 en su niñez fue, sobre todo, saldar la deuda de gratitud con su madre y su padre.
Creía que no podría ayudar a sus padres a lograr la felicidad verdadera a menos que estudiara exhaustivamente las enseñanzas budistas y encontrara la clave para resolver los sufrimientos del nacimiento y la muerte. Así pues, para saldar su deuda de gratitud con todos los seres, después de dos décadas de intenso estudio budista, proclamó la enseñanza de Nam-myoho-renge-kyo y comenzó a refutar lo erróneo y revelar lo verdadero en el ámbito del budismo, asumiendo lo que sabía que sería una batalla dura y peligrosa. Pudo hacerlo porque descubrió la Ley universal de la vida para la iluminación de todos los seres vivos –es decir, de todas las personas– en las profundidades del Sutra del loto, y la encarnó en su propia vida.
Además, fue porque reconoció su deuda de gratitud con su país que refutó los actos contra la Ley que cometían diversas escuelas budistas de la época, que contradecían el verdadero propósito del Buda; y por esta misma razón, reprendió a los gobernantes de Japón, que permanecían de brazos cruzados mientras el pueblo sufría y el país caía en el desorden y en la confusión.
Saldar las deudas de gratitud con el país no significa someterse servilmente al gobernante o al Estado. En términos modernos, podríamos entender que «Estado» se refiere a la sociedad. Podría decirse que el esfuerzo del Daishonin por «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra» –proponiendo la reforma fundamental necesaria para crear una sociedad mejor– constituyó, de por sí, el camino para saldar su deuda de gratitud con el país.
Después de superar persecuciones y atentados contra su vida, y, finalmente, de despojarse de su identidad transitoria para revelar su verdadera identidad como Buda del Último Día de la Ley,4 el Daishonin inscribió el objeto de devoción llamado Gohonzon. A partir de esta persecución, reveló y estableció las tres grandes leyes secretas,5 como entidad de la Ley que debería propagarse durante el Último Día.
Esta fue una lucha por manifestar la Ley para la iluminación de todas las personas, que estaba oculta en lo profundo del Sutra del loto; fue asimismo una empresa histórica para retribuir la deuda de gratitud con los tres tesoros [el buda, la Ley y la Orden budista].
Además, la revelación de las tres grandes leyes secretas puede interpretarse para el Daishonin como saldar plenamente su deuda de gratitud con sus padres, con todos los seres vivos y con la nación. También puede interpretarse como un nuevo punto de partida en la vida del Daishonin hacia el logro del kosen-rufu mundial, el medio para saldar las deudas de gratitud con la humanidad y con el mundo.
De esta forma, es posible concebir toda la existencia de Nichiren Daishonin como una gran epopeya para saldar las deudas de gratitud. En el tratado que estudiaremos esta vez, que precisamente se conoce como Saldar las deudas de gratitud, él analiza en detalle este punto, para expresar su agradecimiento a Dozen-bo, su anterior maestro.6
UN TRATADO QUE CONTIENE «CUESTIONES DE SUPREMA IMPORTANCIA»
En junio de 1276, el Daishonin se enteró de la muerte de Dozen-bo, con quien había estudiado inicialmente el budismo en el templo Seicho-ji. Enseguida se puso a redactar este tratado para honrar la memoria de su maestro y retribuir los muchos beneficios recibidos de él.
A finales de julio, envió la obra finalizada a Joken-bo y Gijo-bo,7 dos sacerdotes de mayor antigüedad que él que habían sido sus superiores en esos primeros años de instrucción sacerdotal y que, años más tarde, lo adoptarían a él como maestro. El Daishonin adjuntó un mensaje indicando que debían leer el texto en voz alta ante la tumba de Dozen-bo.
En el mensaje del Daishonin que acompañaba esta obra, leemos: «En el tratado adjunto, he explicado cuestiones de suprema importancia».8 Saldar las deudas de gratitud contiene una detallada descripción de la ardiente búsqueda del budismo efectuada por el Daishonin en su juventud, junto a un extenso relato de sus esfuerzos consiguientes por propagar la Ley Mística. También esclarece el inconmensurable beneficio de Nam-myoho-renge-kyo de las tres grandes leyes secretas, que representa la gran Ley para la iluminación de todas las personas que debería propagarse en el eterno futuro, durante el Último Día de la Ley. Y rinde tributo a su primer maestro señalando que la totalidad de los beneficios acumulados por él retornará a Dozen-bo.
Es posible ver este tratado como una crónica de la contienda librada por el Daishonin durante toda su vida, enfocada en refutar lo erróneo y revelar lo verdadero. Finaliza con la triunfal proclama de que el camino hacia la iluminación en el Último Día está abierto a todas las personas, a través del budismo de las tres grandes leyes secretas.
En el Japón, la China, la India y los demás países de Jambudvipa9 [es decir, el mundo entero], todas las personas, sabias o ignorantes, deberán hacer a un lado otras prácticas y unirse en la entonación de Nam-myoho-renge-kyo. Esta enseñanza no había sido expuesta jamás con anterioridad. En todo el territorio de Jambudvipa, en los dos mil doscientos veinticinco años transcurridos desde la muerte del Buda, ni una sola persona lo había entonado jamás. Hoy, sin escatimar la voz, Nichiren es el único que entona Nam-myoho-renge-kyo, Nam-myoho-renge-kyo.
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El volumen de las olas depende del viento que las provoca; la altura de las llamas depende de la cantidad de leña que se echa al fuego; el tamaño de los lotos depende del estanque en que crecen, y la magnitud de las lluvias depende de los dragones que las hacen caer. Cuanto más profundas son las raíces, más frondosas son las ramas. Cuanto más lejana es la fuente, más largo es el curso de agua.
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La dinastía Chou [c. 1100-256 a. C.] duró setecientos años, gracias al decoro y a la devoción filial de su fundador, el rey Wen. A la inversa, la dinastía Ch’in (221-206 a. C.) declinó en forma inmediata por la perversidad del hombre que la fundó, el primer emperador de los Ch’in.10
Esa lucha del Daishonin por propagar la Ley culminó con la revelación de Nam-myoho-renge-kyo de las tres grandes leyes secretas, la entidad de la Ley para el kosen-rufu.
La primera de las tres grandes leyes secretas es el objeto de devoción de la enseñanza esencial. En este objeto de devoción, el Gohonzon, el Daishonin corporificó su propia iluminación, su propio estado de vida de suprema nobleza, para permitirnos tomar conciencia de ese estado de nobleza sin par que existe de forma inherente en todos los seres humanos.
La segunda de las tres grandes leyes secretas es el daimoku de la enseñanza esencial. Este consiste en la entonación personal de Nam-myoho-renge-kyo y en enseñar a otros a hacer lo mismo, donde Nam-myoho-renge-kyo es el nombre de este estado de vida de suprema nobleza, o naturaleza de Buda.11
Y la tercera de las tres grandes leyes secretas es el santuario de la enseñanza esencial. Esta constituye la base para construir una comunidad armoniosa de creyentes (en sánscrito, sangha), cuyos miembros se alientan unos a otros a mantener la firme fe en Nam-myoho-renge-kyo y juran juntos propagar la Ley y hacer realidad el principio de establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra.
Basados en estos tres elementos, los practicantes del budismo del Daishonin se empeñan en lograr el kosen-rufu haciendo brillar el resplandor de la Ley Mística infinitamente preciada en la vida de las personas y en la tierra donde viven.
En el escrito Saldar las deudas de gratitud que estudiaremos en esta oportunidad, Nichiren Daishonin primero explica que Nam-myoho-renge-kyo de las tres grandes leyes secretas es la gran enseñanza que se propagará a los diversos países del mundo. También señala que es una enseñanza universal, que trasciende todas las distinciones y puede ser practicada por cualquier persona, independientemente de que comprenda o no el budismo.
ENTONAR Y PROPAGAR LA LEY MÍSTICA «SIN ESCATIMAR LA VOZ»
El Daishonin observa: «En todo el territorio de Jambudvipa [es decir, el mundo entero], en los dos mil doscientos veinticinco años transcurridos desde la muerte del Buda, ni una sola persona lo había entonado jamás [Nam-myoho-renge-kyo]. Hoy, sin escatimar la voz, Nichiren es el único que entona Nam-myoho-renge-kyo, Nam-myoho-renge-kyo».12
Incluso la enseñanza universal de Nam-myoho-renge-kyo podía ser propagada solo cuando llegase el momento propicio y cuando apareciera alguien dispuesto a arriesgar la vida en la seria y sincera labor de propagarla.
El Daishonin habla de «no escatimar la voz». Él mismo había trabajado sin descanso, sin escatimar la voz, para enseñar a las personas el camino que él había abierto como precursor. Como resultado, pudo establecer las tres grandes leyes secretas, los principios centrales de la suprema enseñanza que debía ser propagada en el Último Día. Jamás debemos olvidar que el florecimiento del budismo del Daishonin, centrado en las personas, se forja mediante los esfuerzos prácticos y laboriosos por difundir la Ley.
Limitarse a entonar un daimoku personal, sin alentar a otros a hacer lo mismo, no logrará la amplia difusión de la Ley entre las personas de la época perversa del Último Día. No habrá transformación fundamental en la vida de la gente a menos que cada uno venza la ignorancia u oscuridad inherente a su propia vida y enseñe a otros a hacer lo mismo. Por eso, después de proclamar públicamente su enseñanza, el Daishonin siguió cantando daimoku y enseñando a otros esta misma práctica «sin escatimar la voz». En consecuencia, se enfrentó a tremendas persecuciones. Sin dejarse intimidar, avanzó intrépidamente por el camino de su misión para difundir la Ley Mística en el Último Día. La actitud abnegada con la cual esgrimió la palabra y propagó la enseñanza correcta sin reservas ni mezquindad personifica el espíritu de no escatimar la vida.
A continuación, el Daishonin cita fenómenos naturales –como la relación que hay entre la intensidad del viento y el tamaño de las olas–, junto con palabras del gran maestro T’ien-t’ai de la China y ejemplos de la historia china. Se vale de estas menciones para fundamentar su predicción de que Nam-myoho-renge-kyo se propagará y prevalecerá en el largo y extenso futuro por sus propios esfuerzos desinteresados por difundir la Ley.
De estas comparaciones, quiero tomar las siguientes: «Cuanto más profundas son las raíces, más frondosas son las ramas. Cuanto más lejana es la fuente, más largo es el curso de agua». Originariamente, pertenecen a una obra de T’ien-t’ai llamada Palabras y frases del “Sutra del loto”, quien las mencionó para indicar que la sabiduría de los budas es infinitamente profunda e inconmensurable.
Las «raíces» y la «fuente» simbolizan la sabiduría, mientras que las profusas «ramas» y la larga «corriente» representan sus funciones amplias y de largo alcance. En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin señala que la esencia de esta sabiduría de los budas no es otra cosa que Nam-myoho-renge-kyo.13 T’ien-t’ai usa esta metáfora de las «raíces» y las «ramas» para indicar que cuanto más profunda es una enseñanza, más personas tendrá el poder de guiar a la iluminación durante un largo período de tiempo.
Con este mismo propósito, el Daishonin cita los ejemplos históricos que aparecen a continuación. Explica que la razón por la cual la dinastía Chou floreció durante setecientos años fue el decoro y la devoción filial de su fundador, el rey Wen. En cambio, la dinastía Ch’in, la primera que unificó China, cayó apenas quince años después de ser establecida. El Daishonin declara que la causa de esta caída prematura fue el régimen tiránico de su fundador, el primer emperador de los Ch’in. En otras palabras, el éxito dependía de que el fundador cultivara la postura de dar prioridad al bienestar del pueblo y pudiera establecer esta práctica como una tradición perdurable en su reino. La prosperidad duradera dependía de que el reino tuviera ideales y principios profundos, y de que sus herederos supieran perpetuarlos con seriedad.
Desde tiempos inmemoriales, muchas enseñanzas religiosas se expusieron con el fin de aliviar el padecimiento humano. Sin embargo, hay una significativa diferencia entre una enseñanza que esclarece la causa fundamental del sufrimiento y otra que no lo hace.
Las enseñanzas que solo esclarecen superficialmente las verdades de la vida tendrán un alcance limitado y estrecho, y serán efímeras. En cambio, la enseñanza de Nam-myoho-renge-kyo es la Ley fundamental de la vida. Por lo tanto, tiene el poder de guiar a las personas a la iluminación durante el eterno futuro. La razón por la cual la influencia de Nam-myoho-renge-kyo perdurará eternamente es, por un lado, la infinita profundidad de la Ley en sí, y por el otro, la lucha abnegada de Nichiren Daishonin, que fue el primero en propagarla. Profundidad de enseñanza y profundidad de lucha… Cuando estos dos factores se conjugan, el kosen-rufu avanzará y se logrará.
Nuestro movimiento actual por el kosen-rufu abarca ciento noventa y dos países y territorios. Esto fue posible porque todos ustedes, los miembros de la SGI del mundo, han luchado infatigablemente juntos con el mismo espíritu de los primeros tres presidentes de la Soka Gakkai, con un compromiso inquebrantable en la fe directamente ligado a Nichiren Daishonin. Esta fe firme es la fuente de la cual brota el kosen-rufu y la felicidad personal y de los semejantes.
¿Por qué hoy hay tantos miembros de la SGI en el mundo que pueden luchar por la noble causa del kosen-rufu en tantos países? Porque Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda, nuestros dos primeros presidentes, se dedicaron desinteresadamente a propagar la Ley en exacta consonancia con el espíritu del Daishonin, y nos enseñaron a hacer lo mismo.
En nuestro contexto, las frases «cuanto más profundas son las raíces» y «cuanto más lejana es la fuente» significan tener una fe profunda y firme. Con el poder de la fe, podemos sin falta triunfar sobre cualquiera de los tres obstáculos y cuatro demonios14 que puedan surgir, tanto en nuestras batallas personales, como nuestra labor por el kosen-rufu. Si mantenemos un firme sentido de propósito y una poderosa determinación de luchar por el kosen-rufu, podremos reconocer claramente la negatividad o las funciones demoníacas por lo que son, y prevalecer sobre ellas. La profunda fe es la filosa espada para atravesar todos y cada uno de los obstáculos.
Además, las frases «más profusas son las ramas» y «más larga es la corriente» significan que si tenemos valentía en la fe para no dejarnos vencer por los obstáculos, disfrutaremos no solo de éxito y prosperidad en nuestra vida, sino que nuestra victoria será la base de la prosperidad y el éxito de nuestros descendientes en las generaciones futuras.
En consecuencia, luchar seriamente por el kosen-rufu, aquí y ahora, es la causa para la felicidad y la prosperidad en el presente y en el futuro. Todo nuestro esfuerzo y nuestro serio trabajo por transmitir el budismo del Daishonin a los demás se convierte en buena fortuna para nuestras familias y seres queridos, durante toda la eternidad. Este es el principio de la causalidad de la Ley Mística.
(Traducción del artículo publicado en la edición de octubre de 2008 de Daibyakurenge; continuará).
- Conversación entre un venerable y un hombre no iluminado, en END, pág. 128.
- El maestro del Tripitaka Shan-wu-wei, en END, pág. 185, y Carta a los sacerdotes del templo Seicho-ji, en END, pág. 681.
- Seicho-ji: Templo situado en la provincia de Awa (hoy, parte meridional de la prefectura de Chiba), donde Nichiren Daishonin fue ordenado y, tiempo después, proclamó su enseñanza.
- Esto se refiere al principio de «descartar lo transitorio y revelar lo verdadero», en otras palabras, revelar la identidad de Buda verdadero y descartar la identidad transitoria de Buda provisional. Cuando se produjo la persecución de Tatsunokuchi, el Daishonin descartó su «posición transitoria» como persona común, en «el estado en el cual se escucha el nombre y las palabras de la verdad», y reveló su «verdadera identidad» como «Buda de la alegría ilimitada que ha estado iluminado desde el tiempo sin comienzo», sin dejar de ser un simple ser humano.
- Tres grandes leyes secretas: Principios centrales en la enseñanza de Nichiren Daishonin. Son el objeto de devoción de la enseñanza esencial, el daimoku de la enseñanza esencial y el santuario de la enseñanza esencial. Son llamadas así porque están implícitas en el texto del capítulo «La duración de la vida de El Que Así Llega» (16.o) del Sutra del loto y permanecieron desconocidas hasta que el Daishonin las reveló. Aquí, «enseñanza esencial» se refiere a la de Nam-myoho-renge-kyo, no a la enseñanza esencial del Sutra del loto, que es la segunda mitad de dicha escritura.
- Dozen-bo (m. 1276): Sacerdote del templo Seicho-ji, situado en la provincia de Awa (actual región sur de la prefectura de Chiba), con quien estudió Nichiren Daishonin desde sus doce años. Cuando el Daishonin declaró públicamente su enseñanza por primera vez en Seicho-ji, en 1253, refutó la enseñanza del Nembutsu postulada por la escuela Tierra Pura, lo cual enardeció a Tojo Kagenobu, administrador local y ferviente devoto de dicha escuela religiosa, quien ordenó el arresto del Daishonin. En esa oportunidad Dozen-bo ayudó a escapar a su alumno, pero no tuvo el coraje de oponerse abiertamente a Kagenobu. Tras la persecución de Komatsubara (en 1264), Dozen-bo envió un mensaje al Daishonin preguntándole si el logro de la budeidad era algo posible para él. En respuesta, el Daishonin le escribió una refutación de la enseñanza del Nembutsu, y alentó a Dozen-bo a dedicarse a la enseñanza correcta. Al parecer, Dozen-bo llegó a depositar cierta fe en las enseñanzas del Daishonin a partir de ese momento, pero murió sin llegar a convertirse formalmente.
- Joken-bo y Gijo-bo: Sacerdotes del templo Seicho-ji que, como discípulos de Dozen-bo, habían apoyado al Daishonin durante sus estudios tempranos. Cuando el Daishonin declaró públicamente su enseñanza en el Seicho-ji, en 1253, ambos lo ayudaron a escapar cuando su vida peligró, amenazada por el administrador local Tojo Kagenobu. Tiempo después, Joken-bo y Gijo-bo decidieron ser seguidores del Daishonin y recibieron varios de sus escritos.
- Saldar las deudas de gratitud, en END, pág. 774.
- Jambudvipa: De acuerdo con la antigua cosmología india, Jambudvipa indica la totalidad del mundo donde habitan las personas y donde se propagará el budismo.
- Saldar las deudas de gratitud, en END, pág. 773.
- El Daishonin escribe en Conversación entre un venerable y un hombre no iluminado, en END, pág. 136-137: «Myoho-renge-kyo es la naturaleza de Buda que existe en todos los seres vivientes. La naturaleza de Buda es la naturaleza del Dharma, y esta última es la iluminación. […] [L]a naturaleza de Buda de todos los seres vivos, desde el mundo donde no existe el pensamiento ni el no pensamiento, situado allende las nubes, hasta las llamas del infierno más bajo y profundo, […] responde al nombre de Myoho-renge-kyo. Por lo tanto, si usted recita las palabras del daimoku una sola vez, estará llamando y congregando a su alrededor la naturaleza de Buda de todos los seres vivos. En ese momento, se manifestarán y se harán visibles los tres cuerpos de la naturaleza del Dharma que hay en su interior –el cuerpo del Dharma, el cuerpo de la recompensa y el cuerpo manifiesto–. A esto se le llama lograr la Budeidad».
- Saldar las deudas de gratitud, en END, pág. 773.
- En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, OTT, págs. 24 y 26, se lee: «La esencia de esta sabiduría [de los budas] son las tres clases de sabiduría en un solo pensamiento» y, también, «La esencia de las tres clases de sabiduría en un solo pensamiento es Nam-myoho-renge-kyo».
- Tres obstáculos y cuatro demonios: Impedimentos para la práctica budista de los creyentes. Los tres obstáculos son: 1) el obstáculo de los deseos mundanos; 2) el obstáculo del karma; 3) el obstáculo de la retribución. Los cuatro demonios son: 1) el impedimento de los cinco componentes; 2) el impedimento de los deseos mundanos; 3) el impedimento de la muerte; 4) el impedimento del Rey Demonio.