Por Minoru Harada · Para el número de enero de 2024 de Daibyakurenge
Cada Año Nuevo trae a mi mente un recuerdo que conservo del maestro Ikeda. Hace treinta años (en 1994), Sensei participó en los encuentros de gongyo de Año Nuevo en la sede central de la Soka Gakkai en Shinanomachi, Tokio, el 1 de enero y en el Centro en Memoria de Tsunesaburo Makiguchi en Hachioji el día 2.
En esas ocasiones no solo brindó aliento, sino que, antes y después de cada sesión, dedicó tiempo a saludar a los miembros, entablando de este modo lazos significativos con ellos. Recuerdo que, a lo largo de esos dos días, participaron unas dos mil personas.
Dichos intercambios no fueron meros saludos. Ikeda Sensei me dijo una vez: «Con el pensamiento de que quizá nunca más vuelva a ver a esa persona, vivo cada encuentro como si fuera el último instante de mi vida». Fiel a estas palabras, se entregó por entero a animar a cada persona presente, decidido a inspirarla a ponerse en acción y a seguir practicando el budismo Nichiren a lo largo de toda la vida.
Sensei volvió a participar en reuniones de gongyo de Año Nuevo el año posterior, y también el siguiente.
Ofreciendo todo de sí en cada instante, interactuó con sinceridad y entabló lazos de corazón a corazón con tantas personas como pudo. Con su propio comportamiento desde el primer momento del año, nos mostró que el diálogo de persona a persona es la fuerza motriz del avance.
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En su juventud, el maestro Ikeda visitaba la casa de su maestro el primero de enero para transmitirle sus saludos y dar inicio al año junto a él. Este espíritu se mantuvo intacto incluso después del fallecimiento de Toda Sensei.
En la reunión de la sede central para responsables que se llevó a cabo al día siguiente de la muerte de su mentor, Sensei dijo: «Mi creencia es que Toda Sensei vivirá eternamente en la Soka Gakkai y en el corazón de cada uno de nosotros, sus discípulos». La mejor forma de expresar gratitud a nuestro maestro –declaró– es emprender una lucha que nos permita informarle orgullosamente: «¡Sensei, mire cuánto hemos impulsado el kosen-rufu!».
¡Hoy, una vez más, lucharé! ¡Hoy, una vez más, triunfaré! Tomando como punto de partida invariable el juramento a su maestro, Ikeda Sensei convirtió la Soka Gakkai en la organización global que es hoy.
Sensei ha creado en la vida de cada uno de nosotros profundos vínculos, que serán eternos. Él vive en nuestros corazones.
Ahora que iniciamos el «Año de la nueva partida hacia una Soka Gakkai juvenil en todo el mundo», abriéndonos el camino hacia el centenario triunfal de la fundación de la Soka Gakkai, ¡avancemos con el espíritu de expresar nuestro agradecimiento a nuestro mentor!
El Sutra del loto afirma: «[L]as personas que habían conocido la Ley vivieron en distintas tierras de Buda, aquí y allá, y renacieron constantemente en compañía de sus maestros».[1] Grabemos estas palabras en nuestros corazones y escribamos juntos la historia de un crecimiento monumental, que nos permita proclamar con orgullo ante nuestro maestro: «¡Mire cuánto hemos impulsado el kosen-rufu!».
(Traducción del artículo publicado en la edición de enero de 2024 de Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai).
[1] El Sutra del loto, Tokio: Soka Gakkai, 2014, cap. 7, pág. 140.