«Bodisatvas de la Tierra en acción»
En efecto, «Bodisatvas de la Tierra en acción: ¡La expansión es mi misión!» fue el poderoso lema del Curso de Verano de la SGEs, celebrado del 3 al 5 de agosto en Guadalajara y Rivas-Vaciamadrid. Con esta actividad se pudo retomar una tradición, tras un paréntesis de un lustro, con espíritu y fuerzas renovadas.
Dirigido principalmente a quienes asumen responsabilidades en la primera línea de la SGEs –los grupos de diálogo y los distritos–, muchos entre los 270 participantes eran jóvenes. Además, del total, una buena parte asistían por primera vez a una actividad de estas características.
Tratándose de un curso de 48 horas, para llegar al cual muchas personas viajaron grandes distancias y todas realizaron importantes esfuerzos, cada momento contaba. Esto se evidenció desde la apertura, que fue enérgica a la vez que profunda. En ella se alentó a vivir la ocasión como una oportunidad para buscar el corazón del maestro y avanzar en la conciencia de que el budismo equivale a la vida cotidiana, y hacer de ella un nuevo punto de partida.
Seguidamente, a lo largo de la tarde del sábado y del domingo se desarrollaron varias sesiones de estudio y otra de preguntas y respuestas, cuyos temas dieron continuidad a los tratados unos días antes en el Curso de Estudio de Jóvenes de Europa.
La primera sesión de estudio, basada en la serie de disertaciones de Daisaku Ikeda sobre el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, puso de relieve el valor de cultivar la filosofía de respeto a la dignidad de la vida al impulsar el kosen-rufu mundial. La segunda sesión, a partir de la misma serie, se centró en la misión de los Bodisatvas de la Tierra y profundizó en el concepto de humanismo budista, que abarca no exclusivamente los seres humanos, sino todas las manifestaciones de la vida. La tercera sesión abordó la herencia del espíritu del maestro.
Seguidamente se trató la historia, el significado y la trascendencia del movimiento de reuniones de diálogo, con apoyo de un audiovisual; de las publicaciones que nutren dichas actividades; y de la Carta de la Soka Gakkai.
Todo ello se intercaló con preciados relatos de experiencias de fe, entrañables reuniones de diálogo en pequeños grupos, y arte, esto último especialmente durante el pequeño festival que se realizó la noche del domingo, en el que los miembros de cada región expresaron la alegría de ser Bodisatvas de la Tierra.
El curso finalizó, el lunes por la mañana, en el Centro Cultural Soka de Rivas-Vaciamadrid, donde terminó de fraguar la determinación de acometer con pasión juvenil –de un azul más intenso que el índigo, con independencia de la edad– el último cuatrimestre del año.