Recursos para la introducción de las reuniones de diálogo de la SGEs
El nombre «Jamás Despreciar» alude a los tres potenciales inherentes a la naturaleza de buda que están presentes en el corazón de todos los seres vivos. La naturaleza de buda es la naturaleza del Dharma. Y la naturaleza del Dharma es Myoho-renge-kyo.
↳ OTT, pág. 151. El Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente es una compilación de las enseñanzas orales de Nichiren Daishonin sobre el Sutra del loto expuestas durante sus años en el monte Minobu –lugar donde se estableció en mayo de 1274 y permaneció hasta el 8 de septiembre de 1282, pocas semanas antes de su fallecimiento–, enseñanzas que fueron registradas y recopiladas en dos volúmenes por su discípulo y sucesor Nikko Shonin.
[E]l Daishonin afirma que todas las personas poseen los tres potenciales inherentes a la naturaleza de buda –la naturaleza de buda innata, la sabiduría para percibirla y las buenas acciones, o práctica, para desarrollar esa sabiduría y hacer emerger la naturaleza de buda–. Esta es la verdad fundamental que subyace a la respetable dignidad de todas las personas y el principio último que nos motiva a llevar a cabo la práctica del bodisatva Jamás Despreciar. […] Sin embargo, ni siquiera el oro puede revelar su valor si permanece oculto bajo la tierra. Del mismo modo, para extraer el oro de la naturaleza de buda, necesitamos las buenas acciones, la práctica, que desarrolla nuestra sabiduría y nos permita desenterrar ese tesoro. La sabiduría es lo que nos permite percibir en nosotros mismos ese reluciente oro y reconocer su genuino valor.
El rasgo definitorio del budismo es que esclarece el modo de activar la naturaleza de buda que, incluso si en un momento dado se encuentra latente o inactiva, existe en todas las personas.
La capacidad de despertar y revelar la naturaleza de buda existe de forma potencial en todos nosotros. Pero para que una persona común tome conciencia de ella se precisa la influencia de otra persona. En el proceso que lleva a manifestar los tres potenciales inherentes a la naturaleza de buda, es crucial la presencia de lo que el budismo llama un «buen amigo».
Solo un buen amigo dedicado al juramento del kosen-rufu, que ore por la felicidad de esa persona y le hable sobre el budismo, puede suscitar su naturaleza de buda. En algunos casos, es como si el oro de la naturaleza de buda innata estuviera demasiado profundo, hundido bajo un lecho de roca. Pero los buenos amigos no arredran ante la magnitud de la tarea y persisten hasta traer a la superficie el oro de la felicidad. En definitiva, una persona puede tomar conciencia de su potencial y extraer por sí misma su precioso tesoro interior a través de la perseverancia de ese buen amigo o amiga que la ayuda a relacionarse con el budismo […] entonando y propagando Nam-myoho-renge-kyo.[1]
En la disertación de la que se han extraído la cita del Gosho y el comentario anteriores, que es aquella con la que concluye la serie Iluminando el mundo con el budismo del sol, Daisaku Ikeda alude a uno de los intelectuales con quienes publicó un libro de diálogo:
El profesor Ved Nanda de la Universidad de Denver, renombrado especialista en derecho internacional, dijo […]: «También yo tengo fe en la bondad del corazón humano, y creo que la vida, en sí, es buena. Aunque sintamos que la sociedad moderna está envuelta en la oscuridad, las posibilidades que ofrece el cambio están siempre presentes. Creo en la amistad y en la gente».[2]
El profesor Nanda expresó la inmensa confianza que deposita en la juventud Soka. Al respecto, señaló: «Está claro que la labor de estos jóvenes es una fuerza significativa que está consolidando los cimientos de la paz mundial».[3]
La clave para transformar esta época del Último Día de la Ley yace en creer rotundamente en nuestra naturaleza de buda y en la de los demás […]. Cuando una persona joven tras otra abrace y mantenga esta práctica, estaremos mucho más cerca de concretar la paz mundial.[4]
El nombre de este grupo de diálogo barcelonés viene inspirado por una frase del capítulo 16.º del Sutra del loto que se traduce como «llueven flores de mandarava». Alude a uno de los exuberantes fenómenos que caracterizan a la tierra del buda, incluso cuando todo alrededor parece desmoronarse. Esa tierra, claro, no se corresponde con un área geográfica, sino con el corazón de la fe: en otras palabras, con el estado de vida de quienes –empleando una expresión que aparece en esta sección– no arredran en su lucha por el kosen-rufu, sean cuales fueren las circunstancias.
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[1] ↑ Extraído de la sección «Estudio» de este número.
[2] ↑ NANDA, Ved y Daisaku IKEDA: Our world to make: Hinduism, buddhism, and the rise of global civil society (Nuestro mundo por hacer: El hinduismo, el budismo y el surgimiento de la sociedad civil global), Cambridge, Massachusetts: Dialogue Path Press, 2015, pág. 21.
[3] ↑ Ib., pág. 168.
[4] ↑ Ib. nota 1.