Ejercer nuestro derecho a ser felices


Recursos para la introducción de las reuniones de diálogo de la SGEs


Cien años de práctica en la Tierra de la Perfecta Felicidad no se comparan con el beneficio de un solo día de práctica en el mundo impuro.

Saldar las deudas de gratitud, en END, pág. 773. Este tratado es uno de los cinco escritos principales de Nichiren Daishonin. Está fechado el vigésimo primer día del séptimo mes de 1276, cuando el Daishonin llevaba poco más de dos años residiendo en Minobu. Lo que motivó la redacción de esta obra fue la noticia de que había fallecido Dozen-bo, sacerdote del templo Seicho-ji en la provincia de Awa, que había sido maestro del Daishonin a partir de que este, a los doce años, ingresara en dicho templo.[*]

No podemos conocer todos los desafíos que los demás afrontan en esta difícil época ni todos los problemas que experimentan. Algunas personas están extremadamente ocupadas, o incluso abrumadas por el peso de responsabilidades o dificultades laborales. Puede que estén viviendo adversidades indescriptibles.

Esforzarse seriamente para encontrar el tiempo necesario, para ponerse en acción, para encontrarse con la gente: todo esto es, en sí, la práctica budista. Porque la determinación que subyace a esta postura conduce a la revolución humana y transforma nuestro estado de vida. Y porque, perseverando en estos esfuerzos en medio de nuestros numerosos compromisos, podemos empatizar con las dificultades de los demás e inspirarlos con unas pocas y sencillas palabras de aliento, o a través de una sola visita.

Practicar el budismo es ejercer nuestro derecho a ser felices. […] Haciéndolo, podemos acumular beneficios inmensos.

Esforzarse seriamente para encontrar el tiempo necesario, para ponerse en acción, para encontrarse con la gente: todo esto es, en sí, la práctica budista. […] Haciéndolo, podemos acumular beneficios inmensos.

Si nos mantenemos enfocados en nuestros limitados deseos personales, no podemos contar con esa fuerza. Permaneceremos confinados en un yo pequeño y estrecho.

La Ley Mística nos permite aprovechar positivamente todas nuestras vivencias, incluso las que son anteriores al momento en que empezamos a practicar.

Desde el punto de vista del budismo, no es casualidad que hayamos conocido las enseñanzas del Daishonin en este momento particular y nos hayamos sumado al movimiento por el kosen-rufu. Los lazos kármicos de maestro y discípulo son eternos. Basados en la perspectiva de la vida que abarca el pasado, el presente y el futuro, todos somos amigos, compañeros unidos por profundos lazos, que hemos elegido nacer en este mundo para difundir la Ley Mística.[1]

 

El pasaje de los escritos de Nichiren Daishonin que abre esta sección aparece también en el capítulo «Avance intrépido» de La nueva revolución humana. En respuesta a un joven que le plantea sus dificultades para encontrar tiempo que dedicar a las actividades por el kosen-rufu, Shin’ichi Yamamoto cita el fragmento y comenta:

El beneficio que acumulamos es mayor cuando nos esforzamos en circunstancias difíciles […]. Lo cierto es que cuando estamos saturados por el trabajo tendemos a pensar: «En cuanto disponga de tiempo, me dedicaré a las actividades». Pero esto es un error. Por más ajetreados que estemos, es preciso que hagamos el máximo esfuerzo dentro de nuestras posibilidades. Digo esto porque cuando retrocedemos en la fe, también nos estancamos en el plano laboral.

Nichiren Daishonin escribe: «El budismo es como el cuerpo, y la sociedad, como la sombra. Cuando el cuerpo se inclina, la sombra también lo hace».[2] Solo cuando el «cuerpo» –que es nuestra práctica budista– está firmemente establecido, puede encaminarse sin dificultades todo lo que constituye su reflejo o «sombra», ya se trate de asuntos relacionados con el trabajo o con nuestra vida social. […] Este desafío nos hará crecer como personas y también nos permitirá transformar nuestra condición de vida, hacer nuestra revolución humana y acumular buena fortuna.[3]

 

Grupo Alborán | Foto enviada por Edda Ronchi y Juliet Collins

Este grupo de diálogo malagueño ha cumplido un año en enero. El nombre del municipio de la hermosa comarca de la Axarquía en el que se reúne, Torrox, se cree que puede provenir de un término romance con el significado de «torre». Nichiren Daishonin escribió que «todos los que recitan Nam-myoho-renge-kyo, sean humildes o ilustres, nobles o plebeyos, son en sí mismos la Torre de los Tesoros» (Sobre la Torre de los Tesoros, en END, pág. 317). La imagen que nos han hecho llegar nos parece una viva muestra de esta afirmación. ¡Enhorabuena!

Envío de imágenes a: prensa@ediciones-civilizacionglobal.com


[*]Esta explicación difiere de la incluida en la edición impresa, donde, debido a un cruce de referencias, se introdujo una errónea (correspondiente a otro escrito). Lamentamos las molestias.

[1]Pasajes de IKEDA, Daisaku: «A mis amigos de cada departamento que participan en nuestra lucha conjunta: El Departamento de Hombres», Daibyakurenge, marzo 2019.

[2]Una comparación entre el «Sutra del loto» y otros sutras, en END, pág. 1085.

[3]IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vols. 25 y 26, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2022, págs. 474-475.

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