CAPÍTULO 16: LA DURACIÓN DE LA VIDA DE EL QUE ASÍ LLEGA
VEINTISIETE PUNTOS IMPORTANTES
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PUNTO 4, ACERCA DEL PASAJE «EL QUE ASÍ LLEGA PERCIBE EL VERDADERO ASPECTO DE LOS TRES MUNDOS EXACTAMENTE COMO ES. NO (MU) EXISTEN (U) EL FLUJO Y EL REFLUJO DEL NACIMIENTO Y LA MUERTE; NO HAY EXISTENCIA EN ESTE MUNDO Y NO HAY EXTINCIÓN POSTERIOR».
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El Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente señala: «El Que Así Llega»[6] es los seres vivientes de los tres mundos.[7] Cuando observamos a estos seres con los ojos del capítulo «La duración de la vida», vemos y entendemos el verdadero aspecto de esos seres que, en su condición original, poseen los diez estados.[8]
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Los aspectos o características de los tres mundos son el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Pero si examinamos el nacimiento y la muerte desde la perspectiva de su verdadera naturaleza, no hay nacimiento ni hay muerte. Y si no hay nacimiento o muerte, tampoco existen el flujo y el reflujo. El nacimiento y la muerte no existen; asimismo, considerar el nacimiento y la muerte con repulsión y tratar de escapar de ellos es lo que se conoce como «ilusión», o un punto de vista de la iluminación adquirida.[9] Ver y reconocer la naturaleza originalmente intrínseca del nacimiento y la muerte es lo que se denomina «despertar», o iluminación primigenia.
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Ahora, cuando Nichiren y sus seguidores entonan Nam-myoho-renge-kyo, comprenden la naturaleza originalmente intrínseca del nacimiento y la muerte, y la naturaleza originalmente intrínseca del flujo y reflujo de la marea.[10]
ESTE MUNDO SAHA ES LA ETERNA TIERRA DE LA LUZ TRANQUILA
Comencemos por confirmar la verdad central del capítulo «La duración de la vida».[11] Allí se revela que Shakyamuni, en realidad, había logrado la iluminación por primera vez no en esa existencia en la India, bajo el árbol bodhi, sino en un pasado remoto, hace kalpas numerosos como las partículas de polvo de incontables grandes sistemas planetarios.[12] Pero esa no es la única enseñanza importante de este capítulo.
También desvela que Shakyamuni ha estado exponiendo la Ley y guiando a los seres a la iluminación, aquí en este mundo saha, [13] desde el remoto pasado y que seguirá haciéndolo en el eterno futuro.[14] La Tierra de la Luz Tranquila[15] no es un sitio separado de nuestra realidad; existe en este mundo saha donde vivimos. Esto representa un giro importante con respecto a las escrituras budistas anteriores, en lo que concierne al logro de la budeidad y a la naturaleza de nuestra tierra o mundo.[16]
El señor Toda llegó a decir: «Esto representa un giro radical dentro del budismo».
Nichiren Daishonin, el Buda del Último Día de la Ley, fue quien reveló la Ley fundamental que practicó Shakyamuni para lograr la iluminación.
El capítulo «La duración de la vida» también indica que el Buda eterno experimenta el nacimiento y la muerte como una persona común. Explica que cuando ese Buda –que eternamente guía a la gente a la budeidad–, concluye su existencia en forma de muerte, en realidad da la impresión de entrar en el nirvana como medio hábil.[17]
Esto responde la cuestión de por qué muere el Buda, si es eterno. Al entrar en el nirvana (es decir, al morir), el Buda despierta el espíritu innato de la fe en las personas, y las inspira a buscar al Buda y a la Ley.
El propósito supremo del capítulo «La duración de la vida» es guiar a la iluminación a las personas comunes; impartir la enseñanza budista a los seres, hacer que la adopten y ayudarlos de esa forma a lograr la budeidad. El Buda se esfuerza eternamente, valiéndose de sabiduría y de medios hábiles de toda índole, con el único deseo de conducir a los seres a echar buenas raíces[18] y a tener una disposición jubilosa.
Los seres, por su parte, responden despertando una profunda fe para buscar el camino y practicar las enseñanzas del Buda. Esto, luego, los lleva a activar su budeidad innata y a convertir el lugar donde viven en la tierra pura del Pico del Águila.[19] Por cierto, el capítulo «La duración de la vida» es una enseñanza sobre la inseparabilidad de maestro y discípulo. Esta parte del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente esclarece la forma en que el mentor y el discípulo responden el uno al otro y trabajan juntos para concretar su juramento mancomunado, viviendo con infinita conciencia sobre la eternidad de la vida.
EL BUDA VIVE JUNTO A LA GENTE QUE SUFRE
El pasaje del Sutra del loto que aquí comenta el Daishonin comienza con las palabras «El Que Así Llega percibe el verdadero aspecto de los tres mundos exactamente como es».[20]
La sabiduría de buda es la sabiduría de la iluminación, con la cual se puede observar el mundo tal como realmente es. Un buda percibe el verdadero aspecto de todos los fenómenos. Los ojos de la sabiduría de buda captan la realidad de «los aspectos o las características de los tres mundos»[21] en el cual vivimos.
En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin dice: «“El Que Así Llega” es los seres vivientes de los tres mundos».[22] En otras palabras, declara que, de hecho, las personas comunes que vivimos en este mundo corrupto y oscuro somos budas.
Con los ojos del Buda –con los ojos del capítulo «La duración de la vida»– vemos que los seres de los tres mundos, con la forma que poseen, son budas de manera innata. Aquí se revela la enseñanza última y más profunda del budismo: todos, primigeniamente, somos budas; cada uno de nosotros, en sí mismo, es el Buda eterno.
El Daishonin dice: «Cuando observamos a estos seres con los ojos del capítulo “La duración de la vida”, vemos y entendemos el verdadero aspecto de esos seres que, en su condición original, poseen los diez estados».[23]
Los seres que viven en los tres mundos, donde abundan los sufrimientos y desdichas, superficialmente aparentan transitar por los mundos ilusorios de los seis caminos.[24] Pero vistos «con los ojos del capítulo “La duración de la vida”», son «seres que, en su condición original, poseen los diez estados»; es decir, encarnan el principio de la «posesión mutua de los diez estados».[25] Todos los seres poseen por igual los diez estados, cualquiera sea su identidad o su estado de vida. Eso, naturalmente, significa que todos poseen el estado de budeidad y que son entidades de la Ley Mística.
Un buda no es un ser especial o sobrenatural. El Buda que se revela en el capítulo «La duración de la vida» es el que actúa con gran amor compasivo y, a lo largo de reiteradas fases de existencia y muerte, guía a los seres a la iluminación, en este mundo saha. De la misma manera, los miembros de la Soka Gakkai, a la vez que lidiamos con nuestros problemas aquí, en la realidad de los tres mundos, vivimos en contacto con personas inmersas en las aflicciones del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Con nuestra oración, imbuida de amor compasivo y de empatía, actuamos para lograr nuestra felicidad personal y la de los semejantes, a la vez que promovemos la paz y la armonía social. Como «enviados de El Que Así Llega», llevamos a cabo «la tarea de El Que Así Llega»[26] desplegando las mismas acciones que el Buda para guiar a los demás a la iluminación. Esto ejemplifica de manera clara el principio de la revolución humana.
No hay otro buda que las personas comunes que afrontan el sufrimiento. Un buda es alguien común y corriente, que por propia voluntad y con el deseo de ayudar a otros, vive junto a la gente que sufre. El señor Toda decía que nosotros «revelamos nuestra verdadera identidad siendo personas comunes, inherentemente iluminadas».[27] Para cumplir esa misión eterna, cada uno de nosotros aparece en este mundo «adoptando voluntariamente el karma adecuado».[28] Somos personas como cualquier otra, que mostramos el poder intrínseco de la Ley Mística. Esta profunda mirada de la condición humana y de la vida es el origen perpetuo de nuestra religión humanística, centrada en el pueblo.
LAS FUNCIONES INHERENTES DE LA NATURALEZA ETERNA DE LA VIDA
A continuación, el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente indica que cuando vemos el verdadero aspecto de la realidad con los ojos del capítulo «La duración de la vida», todas las personas –aun siendo transitorias, y sujetas a las aflicciones del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte– son individuos de infinita nobleza, que experimentan el nacimiento y la muerte en un ciclo eterno, como fases originalmente inherentes a la vida.
El Daishonin dice: «Los aspectos o características de los tres mundos son el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Pero si examinamos el nacimiento y la muerte desde la perspectiva de su verdadera naturaleza, no hay nacimiento ni hay muerte».[29] Aquí, «verdadera naturaleza» es la naturaleza original, inherente a esas dos fases o fenómenos. Nosotros también corporificamos el principio de la «posesión mutua de los diez estados», y en nosotros existe la vida imperecedera del Buda eterno. La profunda visión del Buda es que tanto el nacimiento como la muerte son fases y funciones de la naturaleza eterna de la vida.
EL RITMO UNIVERSAL DEL NACIMIENTO Y LA MUERTE
El señor Toda explicaba que, después de la muerte, nuestra vida se fusiona con el universo: «No es un renacimiento, en el sentido de un reinicio desde cero, sino una continuación. Nuestra vida prosigue, de esta existencia a la siguiente. […] El universo no tiene comienzo ni fin. Nuestra vida tampoco tiene comienzo ni fin. Ambos existen en continuidad».[30]
El Daishonin describió esa naturaleza eterna de la vida como «las dos fases de la vida y la muerte», y como «las dos funciones de Myoho-renge-kyo». Al respecto, escribe: «Ningún fenómeno está exento de estas dos fases que son la vida y la muerte: ni el cielo ni la tierra; ni el yin ni el yang;[31] ni el sol ni la luna, ni los cinco planetas,[32] ni ninguno de los estados desde el infierno hasta la budeidad. La vida y la muerte son, sencillamente, las dos funciones de Myoho-renge-kyo».[33]
La Ley Mística es el principio fundamental que permea la vida y la muerte. No solo subyace a la vida humana, sino también a todos los fenómenos del universo. Todos los seres de los diez estados y sus ambientes son entidades de la Ley Mística.
La sabiduría del budismo reconoce que todo el universo, eternamente, experimenta el ritmo del nacimiento y la muerte.
VIVIR AL MÁXIMO CADA INSTANTE DE LA VIDA
Luego, el Daishonin sugiere que si bien [desde la perspectiva de la naturaleza eterna de la vida] el nacimiento y la muerte no existen, tampoco se trata de una reducción tan simple. Pues aun después de abandonar una concepción ilusoria del nacimiento y la muerte, y aun habiendo visto estas dos fases desde la perspectiva de su verdadera naturaleza, el nacimiento y la muerte siguen presentes como partes reales de la vida. Como observa el Daishonin: «Considerar el nacimiento y la muerte con repulsión y tratar de escapar de ellos es lo que se conoce como “ilusión”, o un punto de vista de la iluminación adquirida». Es propio de la ilusión ignorar la eternidad de la vida a través de las tres existencias –el pasado, presente y futuro– y despreciar la muerte, ya que nos apegamos únicamente a esta existencia actual. También es propio de la ilusión negar o rechazar la vida.
«Ver y reconocer la naturaleza originalmente intrínseca del nacimiento y la muerte es lo que se denomina “despertar”, o iluminación primigenia». La práctica de entonar Nam-myoho-renge-kyo nos permite percibir la naturaleza originalmente intrínseca del nacimiento y la muerte. En otras palabras, a la vez que adquirimos profunda convicción en la eternidad de la vida a través del pasado, presente y futuro, ponemos en juego la fuerza de vivir esta existencia del modo más significativo y valioso. Y, de acuerdo con el estricto principio budista de causa y efecto, la victoria en esta vida determina la buena fortuna en la próxima.
Por eso el Daishonin recalca la importancia de «[armarse de] fe […] con la profunda conciencia de que ese es el último momento de su vida».[34] Debemos hacer brillar cada instante de la vida al máximo, conscientemente, como si este fuese nuestro «último momento». Y esto se logra –afirma el Daishonin– entonando Nam-myoho-renge-kyo.
De ese modo, podemos construir una vida en la cual comprendemos «la naturaleza originalmente intrínseca del nacimiento y la muerte, y la naturaleza originalmente intrínseca del flujo y reflujo de la marea». El Daishonin nos enseña a profundizar nuestra comprensión para entender esa naturaleza originalmente innata o intrínseca del nacimiento y la muerte, iluminar cada aspecto de nuestra vida con el estado de budeidad, y vivir con espíritu vibrante y tenaz hasta el final.
En la medida en que vivimos cada jornada con agradecimiento, podemos reconocer esa naturaleza del nacimiento y la muerte, intrínseca desde el origen. Cuando recorremos el camino de maestro y discípulo dedicados al kosen-rufu, con la inmensa alegría de estar dándolo todo en el momento presente, nuestra vida se torna eternamente indestructible. Los abundantes beneficios que adquirimos cada valioso día nos permiten cumplir con nuestra misión originalmente inherente, no solo en esta existencia, sino también a lo largo de la eternidad.
(Continuar leyendo la parte 3/3).
[6] ↑ El Que Así Llega: Uno de los diez títulos honoríficos de un buda. Significa «el que llega del reino de la verdad» e indica que un buda manifiesta la verdad fundamental de todos los fenómenos y ha captado la ley de causalidad que abarca pasado, presente y futuro.
[7] ↑ Tres mundos: El mundo de los seres no iluminados que transmigran por los seis senderos (desde el estado de infierno hasta el de los seres celestiales). Los tres mundos están formados, en orden ascendente, por el mundo del deseo, el mundo de la forma y el mundo de lo informe. En sentido general, se refiere al mundo saha en el cual vivimos.
[8] ↑ Diez estados: Son los estados de infierno, de las entidades hambrientas, los animales, los asuras, los seres humanos, los seres celestiales, los que escuchan la voz, los que toman conciencia de la causa, los bodisatvas y los budas. También se suelen mencionar como los diez estados de infierno, hambre, animalidad, ira, humanidad, éxtasis, aprendizaje, comprensión intuitiva, bodisatva y budeidad.
[9] ↑ «Iluminación adquirida» se usa aquí como opuesto a «iluminación original o primigenia». Según la doctrina de la iluminación original, la iluminación no es algo que uno adquiera a través de la práctica religiosa, sino que existe en el estado de vida original o primigenio de uno mismo. Desde esta perspectiva, la «iluminación adquirida» cae en la categoría de la ilusión, no de la verdadera iluminación.
[10] ↑ OTT, pág. 127.
[11] ↑ En el capítulo «La duración de la vida» (16.º), habiendo revelado la iluminación original del Buda en el remoto pasado, hace kalpas numerosos como las partículas de polvo de incontables grandes sistemas planetarios, el Sutra del loto dice que Shakyamuni siempre ha vivido en este mundo saha, donde ha estado desde entonces, enseñando y convirtiendo a los seres. También señala que Shakyamuni ha empleado numerosos medios hábiles, tanto en este mundo como en otros donde enseña, elegidos en función de la capacidad de los seres de cada lugar. En su incansable labor para enseñar y guiar al pueblo, se vale de muchas parábolas y semejanzas, y recurre a diversas causas y condiciones. Shakyamuni también explica que, aunque siempre ha vivido en esta tierra, para suscitar el espíritu de búsqueda de los seres hacia él y hacia su enseñanza, como medio hábil crea la impresión de entrar en el nirvana. (Véase SL, cap. 16, pág. 228).
[12] ↑ La prédica anterior al Sutra del loto y la enseñanza teórica de este sutra (sus primeros catorce capítulos) exponen que, al cabo de muchas existencias de práctica constante, Shakyamuni había logrado la iluminación por primera vez entre los 30 y los 35 años, en esa existencia en la India, bajo el árbol bodhi, en las afueras de la ciudad de Gaya (luego, Bodhgaya). Esto se conoce como «iluminación adquirida». No obstante, el capítulo «La duración de la vida» del Sutra del loto revela que Shakyamuni logró la budeidad en el remoto pasado, lo cual se conoce como «iluminación original o primigenia».
[13] ↑ Mundo saha: El mundo en que vivimos los hombres, colmado de sufrimientos. A menudo se traduce como «mundo donde se resiste». En sánscrito, saha denota la tierra; deriva de una raíz que significa «soportar» o «resistir». Por tal razón, en las versiones en chino de las escrituras budistas, saha se traduce como «resistencia» o «tolerancia».
[14] ↑ El capítulo «La duración de la vida» señala: «[C]onstantemente he estado en este mundo saha, predicando la Ley, enseñando y convirtiendo [a las personas]». SL, cap. 16, pág. 224.
[15] ↑ Tierra de la Luz Tranquila: También llamada «Tierra de la Luz Eternamente Tranquila». Tierra de buda, donde no hay impurezas ni rige la transitoriedad. En muchos sutras, el mundo saha donde habitan los seres humanos se describe como una tierra impura, colmada de sufrimientos y de ilusiones, mientras que la tierra de buda se describe como un lugar puro, donde no hay padecimientos ni ignorancia, separado del mundo saha real. En cambio, el Sutra del loto revela que el mundo saha es la tierra de buda o «Tierra de la Luz Eternamente Tranquila», y explica que la naturaleza de una tierra o lugar físico está determinada por la mente o corazón de sus habitantes.
[16] ↑ Esto expresa la inseparabilidad o no dualidad entre el mundo saha y la Tierra de la Luz Tranquila. Es la afirmación de que el mundo saha de sufrimientos y de deseos donde moramos las personas comunes no está separado de la Tierra de la Luz Tranquila donde viven constantemente los budas desde el remoto pasado.
[17] ↑ Véase SL, cap. 16, pág. 228. El Sutra del loto afirma: «Para salvar a los seres vivos, como medio hábil / doy la impresión de entrar en el nirvana, / pero en realidad no paso a la extinción. / Siempre estoy aquí, predicando la Ley» (Ib.). El Buda ingresa en el nirvana como medio hábil para suscitar en los seres la añoranza y el deseo de verlo.
[18] ↑ Buenas raíces: También, «raíces de bien», «buenas acciones», «buenas causas» o «actos meritorios». Causas o acciones que generan buenos efectos o recompensas. A las buenas acciones se las compara con raíces que nutren el crecimiento de las plantas y árboles, para que puedan dar flores y fruto. En el budismo, las «buenas raíces» son necesarias para el logro de la budeidad. Se llama «tres malas raíces» o «tres venenos» a la codicia, el odio y la estupidez. En cambio, las «tres buenas raíces» son la ausencia de codicia, de odio y de estupidez.
[19] ↑ El Pico del Águila es el lugar donde Shakyamuni predicó el Sutra del loto. También se denomina «tierra pura del Pico del Águila», y simboliza la tierra de buda o el estado eterno de budeidad.
[20] ↑ SL, cap. 16, pág. 225. El Buda observa los tres mundos donde habitan los seres vivientes –el mundo del deseo, el mundo de la forma y el mundo de lo informe– tal como realmente es, y percibe los diez estados de todos los fenómenos en su verdadero aspecto. A partir de esta capacidad introspectiva, el Buda imparte la sabiduría de su iluminación para aliviar los sufrimientos de todos los seres.
[21] ↑ OTT, pág. 127.
[22] ↑ Ib.
[23] ↑ Ib.
[24] ↑ Seis caminos: Referencia a los primeros seis de los diez estados, que son los del infierno, entidades hambrientas, animales, asuras, seres humanos y seres celestiales.
[25] ↑ Posesión mutua de los diez estados: Principio según el cual cada uno de los diez estados posee el potencial de los diez en sí mismo. «Posesión mutua» quiere decir que la vida no se encuentra fijada en un estado específico, dentro de los diez estados, sino que puede manifestar cualquiera de ellos, desde el infierno hasta la budeidad, en cualquier momento dado. Lo importante de este principio es que todos los seres, en cualquiera de los nueve estados, poseen la naturaleza de buda. Cada persona, entonces, tiene el potencial de manifestar la budeidad, mientras que un buda también posee los nueve estados y, en tal sentido, no es un ser separado o distinto de la gente común.
[26] ↑ Véase SL, cap. 10, pág. 160.
[27] ↑ TODA, Josei, op. cit., pág. 394.
[28] ↑ Adoptar voluntariamente el karma adecuado: Alusión a los bodisatvas que, aunque están calificados para recibir las recompensas puras de la práctica budista, renuncian a ellas y juran, en cambio, renacer en una tierra impura para salvar a los seres vivos. Ellos propagan la Ley Mística mientras sobrellevan los mismos padecimientos y aflicciones que la gente que nace en este mundo perverso a causa de su karma. El término deriva de la interpretación de Miao-lo sobre pasajes relevantes del capítulo «El maestro de la Ley» (10.o) del Sutra del loto: «Rey de la Medicina, debes comprender que estas personas voluntariamente renuncian a las recompensas que les corresponderían por sus acciones puras y, compadecidas ante los seres vivos, nacen en el mundo malvado después de mi extinción para exponer ampliamente este sutra». SL, cap. 10, pág. 160.
[29] ↑ OTT, pág. 127.
[30] ↑ Josei, op. cit., pág. 411.
[31] ↑ El yin y el yang son dos principios universales de la antigua filosofía china. El yin es el principio negativo, oscuro y femenino; el yang es el principio positivo, brillante y masculino. Se creía que la interacción entre ambos determinaba el destino de todas las cosas.
[32] ↑ Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. En el siglo XIII, no se conocían los planetas más lejanos, y a la Tierra tampoco se la consideraba entre ellos.
[33] ↑ La herencia de la Ley suprema de la vida, en END, 2020, pág. 226.
[34] ↑ Ib.