El capítulo «Medios hábiles» · Parte I (1/4)


Despertar a la verdad de que todas las personas son budas


Publicamos una nueva entrega de la serie de disertaciones de Daisaku Ikeda Iluminando el mundo con el budismo del sol dedicada a abordar «Pasajes fundamentales del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente»

«El sol sale para todos». Recuerdo que hace treinta años, durante mi viaje a Argentina en 1993, cité este refrán a los miembros de dicho país.

Al igual que el mensaje acuñado por la sabiduría popular, el budismo del sol de Nichiren Daishonin también existe para todos. Es una gran filosofía que expone la iluminación universal para toda la humanidad. Es un sol de esperanza que ilumina a toda la gente en cada lugar, prodigando su brillo y calidez de manera imparcial. Es la luz de una religión para la felicidad del pueblo, que alumbra infinitamente el potencial humano y hace surgir el sol del valor y del amor compasivo en el corazón de cada individuo.

A comienzos de 1993, en medio del triunfo rutilante de nuestro Renacimiento Soka,[1] inicié un viaje de dos meses a seis países de América del Norte y del Sur, que me permitió crear imborrables recuerdos de oro.

En esa travesía, visité nuevamente Estados Unidos y Brasil, y estuve por primera vez en Colombia, Argentina, Paraguay y Chile. En este último país, la quincuagésima nación que recorría en mi gesta por la paz, llegamos a destino sobrevolando la cordillera de los Andes. Había iniciado esos viajes por el kosen-rufu, por la paz mundial, el mismo año en que asumí la presidencia de la Soka Gakkai (en 1960).

EL «SECRETO» PARA PROMOVER LA FELICIDAD DE TODAS LAS PERSONAS

Me dirigí a los compañeros de Chile y les transmití estas palabras del Daishonin: «No hay felicidad [en japonés, yuraku] más verdadera para los seres humanos que entonar Nam-myoho-renge-kyo».[2] También, unos días después, en una reunión general de la SGI de Brasil, las reiteré con el deseo de recalcar que la Ley Mística era el «secreto» para impartir felicidad a todas las personas.

El Sutra del loto contiene la frase: «[B]ajo los cuales, plácidos, gozan los seres vivos» [Shujo sho yuraku].[3]

Todos, sin excepción, poseen la sabiduría interior y el poder necesarios para adquirir un estado de dicha absoluta –proceso que el budismo describe como «lograr la budeidad en esta existencia»– y, de la manera más significativa y maravillosa, construir una existencia feliz aquí y ahora, en este mundo real, donde «plácidos gozan los seres vivos». Este es el gran «secreto» de la vida que el Sutra del loto transmite a todas las personas.

Mi maestro Josei Toda, el segundo presidente de la Soka Gakkai, solía decir que nacemos en este mundo para ser felices y para disfrutar de nuestra existencia. En términos budistas, el propósito fundamental de la vida es manifestar el estado más elevado: la budeidad. Mediante la práctica constante del budismo Nichiren, llegamos a comprender que todos somos budas intrínsecamente y a consolidar un estado vital inamovible e invulnerable a las situaciones externas. Nuestra práctica budista nos permite gozar de la vida al máximo, aquí, en este mundo saha atravesado de penurias y de conflictos.

LOS «MEDIOS HÁBILES» SON UNA HERRAMIENTA ÚTIL PARA ACERCAR A LAS PERSONAS A LA VERDAD

A partir de esta entrega, estudiaremos el capítulo «Medios hábiles» (2.º) del Sutra del loto,[4] parte del cual leemos en nuestra práctica matinal y vespertina del gongyo.

El término original en sánscrito que se tradujo como «medios hábiles», upaya kaushyala, denota un método apto o conducente para acercar a las personas a la verdad [en el sentido con que se lo usa en el Sutra del loto]. Podríamos pensar en ello como una técnica pedagógica o una forma de transmisión elegida por el Buda para guiar a los seres a la iluminación. En esta entrega, nos centraremos en la parte titulada «Punto 1, acerca del capítulo “Medios hábiles”», que desarrolla el primero de los ocho puntos importantes sobre dicho capítulo enunciados en el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente.

(Continuar leyendo la parte 2/4).


[1] El 29 de noviembre de 1991, la Soka Gakkai recibió una carta de excomunión (fechada el día anterior, 28 de noviembre) firmada por el clero de la Nichiren Shoshu. Un día después, el 30 de noviembre, en una reunión de responsables de la Soka Gakkai, el maestro Ikeda se refirió al 28 de noviembre como el día de la independencia espiritual de la Soka Gakkai, que marcaba el inicio de una nueva era de desarrollo sin precedentes en bien del kosen-rufu. El lema de nuestro movimiento en 1992 fue «Año del Renacimiento Soka»; y, en 1993, «Año de la victoria del Renacimiento Soka».

[2] La felicidad en este mundo, en END, pág. 715.

[3] En el capítulo «La duración de la vida» (16.º) del Sutra del loto, el mundo en que vivimos se describe como un lugar donde «plácidos, gozan los seres vivos». Véase SL, cap. 16, pág. 229. Esto indica que el mundo saha, normalmente considerado un ámbito de sufrimiento, en realidad es la Tierra de la Luz Tranquila, una tierra de buda donde todos los seres pueden experimentar un gozo supremo.

[4] Después del capítulo «Introducción», Shakyamuni concluye su meditación sentada, se pone de pie con solemnidad y comienza a exponer la Ley a Shariputra. Este acto de prédica, por propia iniciativa más que en respuesta a las preguntas de sus discípulos, indica que, a partir de ese momento, se revelarán profundas enseñanzas en las cuales el Buda expresará su propia voluntad. Shakyamuni comienza declarando que la sabiduría de los budas es infinitamente profunda y que no puede ser comprendida por los que escuchan la voz o los pratyekabuddhas (los que toman conciencia de la causa). Es la sabiduría que es «profunda e inmensurable» y que los budas han adquirido porque «se han esforzado con valentía y vigor» (SL, cap. 2, pág. 23). La verdad suprema de la iluminación comprendida y compartida solo entre budas es el verdadero aspecto de todos los fenómenos, que se expresa como los «diez factores de la vida» –a saber: «apariencia, naturaleza, entidad, poder, influencia, causa interna, relación, efecto latente, efecto manifiesto y su coherencia del principio y al fin» (SL, cap. 2, pág. 24). Lo que recitamos en el gongyo es la parte del capítulo «Medios hábiles» que llega hasta aquí.

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