El capítulo «Surgir de la tierra» (1/3)


Una noble vida dedicada a cumplir la misión de los Bodisatvas de la Tierra


Publicamos una nueva entrega de la serie de disertaciones de Daisaku Ikeda Iluminando el mundo con el budismo del sol dedicada a abordar pasajes fundamentales del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente.

Cada agosto, el mes en que conocí a mi maestro, recuerdo su clamor apasionado: «¡Cuán nobles somos, y qué increíble misión tenemos como Bodisatvas de la Tierra! Vivir dedicados a esa tarea es la mejor forma de emplear la juventud y la vida».

De una manera sencilla de entender, y citando siempre pasajes de los escritos de Nichiren Daishonin y del Sutra del loto, Josei Toda nos enseñó la importancia de nuestra misión como miembros de la Soka Gakkai. Soy una de las muchas personas que han podido vivir de la mejor forma posible por haber conocido al maestro Toda.

UN POEMA ESPONTÁNEO, EL DÍA QUE CONOCÍ A MI MAESTRO

Mi primer encuentro con Toda Sensei fue el 14 de agosto de 1947; ese día, me impresionó su forma franca, abierta y directa de hablar y de interactuar con la gente. De inmediato sentí que podía confiar plenamente en él. En ese momento quise plasmar mi agradecimiento en un poema espontáneo que luego titulé «Irrumpir de la tierra», cuya última estrofa dice:

En la penumbra que precede al alba,
avanzo en busca de la luz.
Para disipar las oscuras nubes de mi mente,
para encontrar ese árbol inmenso que resiste las tormentas,
yo irrumpo de la tierra.

En ese entonces, no sabía que el Sutra de loto describía a una legión de bodisatvas que surgían de la tierra; lo que había inspirado mi poema era la imagen de la fuerza vital con que los árboles y las plantas crecían de la tierra yerma, en un terreno devastado por la guerra.

Diez días después, el 24 de agosto, recibí el Gohonzon en una jornada de calor sofocante, con la determinación de seguir al señor Toda como mentor y de avanzar por el camino que yo había elegido. Ya han pasado 76 años desde que inicié mi travesía de maestro y discípulo.

En este mes de agosto, punto de partida de esa lucha conjunta de maestro y discípulo, me gustaría analizar una parte del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente que versa sobre el capítulo 15.o del Sutra de loto, «Surgir de la tierra».[1] En esta disertación sobre la relación de maestro y discípulo, y sobre la misión de los Bodisatvas de la Tierra, reafirmemos la orientación de Toda Sensei. Sé que él estaría feliz de ver el creciente número de Bodisatvas de la Tierra que están surgiendo en esta nueva era del kosen-rufu.

EL INICIO DE LA ENSEÑANZA ESENCIAL DEL SUTRA DEL LOTO

Empecemos repasando brevemente los acontecimientos del Sutra del loto relacionados con este capítulo.

A partir del capítulo «Surgir de la tierra» (15.o), comienza la enseñanza esencial del Sutra del loto. La principal diferencia entre la enseñanza teórica (comprendida en los primeros catorce capítulos) y la enseñanza esencial (los catorce siguientes) es el giro en el punto de vista de Shakyamuni, que en la primera mitad habla de sí mismo como el Buda que se iluminó en la India, en esa existencia, bajo el árbol bodhi, y en la segunda mitad declara que su iluminación original se había producido en el remoto pasado.[2] Asimismo, en la enseñanza esencial se enuncia el gran juramento o deseo del Buda –en su verdadera identidad– y de los bodisatvas –que son sus discípulos– de esforzarse eternamente por guiar a las personas hacia la iluminación, en este mundo saha plagado de sufrimientos.[3]

El capítulo «Surgir de la tierra» comienza con los bodisatvas ya reunidos en la asamblea pidiendo a Shakyamuni que les confíe la misión de propagar el Sutra del loto en el mundo saha en la época posterior a la muerte del Buda. Dado que Shakyamuni ya había solicitado esta labor en el capítulo «El surgimiento de la torre de los tesoros» (11.o) y que, en el capítulo «Aliento a la devoción» (13.o), los bodisatvas habían jurado llevarla a cabo –aun sabiendo de las graves persecuciones que enfrentarían en el proceso–, naturalmente ellos asumían que Shakyamuni reconocería su juramento y les encomendaría esta misión. Pero, en lugar de eso, el Buda declara: «¡Desistid!»,[4] y dice algo sorprendente: «No tenéis ninguna necesidad de proteger y abrazar este sutra. ¿Por qué? Porque en este, mi mundo saha, hay bodisatvas mahasattvas[5] tan numerosos como los granos de arena de sesenta mil ríos Ganges. […] Después de que yo haya entrado en la extinción, estas personas serán capaces de […] predicar ampliamente este sutra».[6]

A continuación de estas palabras, se desarrolla una de las escenas más notables del Sutra del loto.

La tierra de los mil millones de países del mundo saha se estremeció y se abrió, y de ella surgieron, en el mismo instante, infinidad de miles, decenas de miles, millones de bodisatvas mahasattvas. […] Cada uno de estos bodisatvas […] venía acompañado de una comitiva equivalente a los granos de arena de sesenta mil ríos Ganges. […] Cada uno de ellos avanzó hacia la espléndida torre […] donde se encontraban el buda Shakyamuni y El Que Así Llega Muchos Tesoros [y les rindieron homenaje y los reverenciaron…]. Estos bodisatvas colmaban el cielo de incalculables cientos, miles, decenas de miles y millones de tierras.[7]

Y el sutra, asimismo, dice:

El cuerpo de todos estos bodisatvas irradiaba matices dorados, emitía un fulgor inmensurable y poseía los treinta y dos rasgos.[8] Hasta ese momento, habían morado en el mundo del espacio vacío,[9] situado en la región inferior del mundo saha. Pero cuando oyeron la voz del buda Shakyamuni, aparecieron desde lo profundo.[10]

Maitreya,[11] hablando en representación de la atónita asamblea, se muestra impresionado por el aspecto magnificente de esos bodisatvas y pregunta quiénes son y por qué se han presentado allí irrumpiendo de la tierra.

Shakyamuni responde que ellos son discípulos suyos a quienes ha estado enseñando y convirtiendo desde el lejano pasado.[12] Al hacerlo, les hace cuestionar sus suposiciones previas y provocar dudas[13] como paso previo para poder enseñarles, en el capítulo siguiente –«La duración de la vida»– el origen real de su iluminación en el remoto pasado.

(Continuar leyendo la parte 2/3).


[1]Este capítulo señala el inicio de la enseñanza esencial del Sutra del loto. Empieza describiendo a una multitud de bodisatvas que surgen de la tierra, numerosos como los granos de arena de sesenta mil ríos Ganges, cada uno de los cuales se presenta acompañado de un séquito equivalente a los granos de arena de sesenta mil ríos Ganges; es decir, una cantidad incalculable (véase SL, cap. 15, págs. 211-212). Asimismo, estos bodisatvas manifiestan las mismas características del Buda; su aspecto es tan magnífico que el bodisatva Maitreya siente la necesidad de pedirle a Shakyamuni que explique quiénes son. Este, entonces, refiere que todos esos bodisatvas son sus discípulos y señala: «En todo momento, desde el largo y distante pasado, he venido enseñando y convirtiendo a esta multitud» (ib., pág. 219). Esto se conoce como «abrir lo cercano y revelar lo distante en forma concisa», ya que es la exposición sucinta de la revelación que tendrá lugar en el capítulo siguiente, «La duración de la vida» (16.o), en que Shakyamuni anuncia que ha logrado la budeidad en el remoto pasado. El capítulo «Surgir de la tierra» concluye cuando Maitreya vuelve a pedirle a Shakyamuni que revele la identidad de los bodisatvas.

[2]Las escrituras anteriores al Sutra del loto y la enseñanza teórica de este sutra enseñan que Shakyamuni había perseverado en su práctica durante incontables eones pasados, en virtud de lo cual había renacido en la India, donde se iluminó bajo el árbol bodhi. En cambio, en el capítulo «La duración de la vida» (16.o) del Sutra del loto, se enseña que Shakyamuni, en realidad, había logrado la iluminación en el remoto pasado.

[3]Mundo saha: Este lugar donde vivimos los seres humanos, colmado de sufrimientos. A menudo se traduce como «mundo donde se resiste». En sánscrito, saha denota la tierra; deriva de una raíz que significa «soportar» o «resistir». Por tal razón, en las versiones en chino de las escrituras budistas, saha se traduce como «resistencia» o «tolerancia». En este contexto, «mundo saha» significa el lugar donde los seres humanos se exponen a padecer sufrimientos.

[4]Véase SL, cap. 15, pág. 211.

[5]Mahasattva: Gran ser. Título honorífico que reciben los bodisatvas.

[6]Véase SL, cap. 15, pág. 211.

[7]Véase ib., págs. 211-212.

[8]Treinta y dos rasgos: Características físicas notables atribuidas a los budas, a los bodisatvas, a Brahma y Shakra y a los reyes que hacen girar la rueda.

[9]Según la antigua cosmología india, bajo el círculo de la tierra existían tres círculos –ventoso, acuoso y dorado, respectivamente–, todos situados sobre el espacio vacío, donde habitaban los Bodisatvas de la Tierra.

[10]El Sutra del loto, cap. 15, pág. 211.

[11]Maitreya: Bodisatva que, según las predicciones, sucedería a Shakyamuni como futuro buda.

[12]Véase El Sutra del loto, cap. 15, pág. 219.

[13]Alusión al principio de «dar por tierra con los apegos y suscitar la duda», un modo de enseñar empleado por el Buda para guiar a las personas a la enseñanza correcta.

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