A continuación se transcribe el mensaje enviado por Daisaku Ikeda a la 8.ª reunión de la sede central para responsables de la Soka Gakkai con miras al centenario en 2030.
Fue aquí en Kanagawa, un lugar al que me unen profundos lazos, donde en mayo de 1979 inscribí las dos obras caligráficas «Justicia» y «Lucha conjunta» [inmediatamente después de renunciar como tercer presidente de la Soka Gakkai]. ¿Quiénes fueron las primeras personas a las que se las mostré? Fueron los jóvenes, mis amados jóvenes discípulos.
Hicimos el gongyo juntos, con el corazón unido en una misma oración, y luego les dije: «En esta época de adversidad, forjaré a la gente joven. Lucharé a su lado. Porque, en una era turbulenta, necesitamos confiar abiertamente en la fuerza de la juventud que defenderá la verdad y la justicia. Este es el corazón de los maestros y discípulos de la Soka».
Recuerdo claramente la mirada brillante de esos valerosos hombres y mujeres jóvenes, imbuida de firme compromiso.
En esta época de adversidad, forjaré a la gente joven. Lucharé a su lado. Porque, en una era turbulenta, necesitamos confiar abiertamente en la fuerza de la juventud.
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Quiero aplaudir de todo corazón a mis queridos amigos del Departamento de Jóvenes, campeones de la justicia y de la lucha conjunta, por su animada reunión de responsables de hoy, con la que, conectados con compañeros de todo el mundo, celebran nuestro gran juramento del kosen-rufu y la realización de la paz mundial.[1] ¡Gracias por sus tremendos esfuerzos!
También deseo agradecer profundamente a todos los miembros de la familia Soka que están recitando daimoku por el crecimiento y la victoria de nuestros jóvenes, y que siempre hacen todo lo posible por alentarlos y apoyarlos.
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En uno de sus escritos, Nichiren Daishonin narra la historia de la «lámpara de una mujer pobre», mencionada en las escrituras budistas.
En una oportunidad, cuando Shakyamuni vivía en el monasterio de Jetavana, el rey y otras personas ricas e ilustres le ofrendaron aceite con el que se encendieron numerosas lámparas. Pero, a la hora del amanecer, se habían apagado. La única que seguía ardiendo vivamente era la que había ofrecido una mujer pobre y desconocida. No la pudieron apagar ni siquiera los más fuertes vientos, como los que soplan desde el monte Sumeru[2].[3]
¿Por qué fue así? Porque –según explicó Shakyamuni– había sido ofrendada con la sinceridad más pura y con el noble juramento de iluminar la oscuridad de todos los seres.
Recuerdo que el titular que adornó la primera página de la primera edición del Seikyo Shimbun decía: «La antorcha de Tsurumi arde con vigor». Era una referencia a la luz deslumbrante que irradiaba la vida de nuestros pioneros de Tsurumi, aquí en Yokohama.
Con su fe inquebrantable, las dedicadas mujeres de la Soka han mantenido vivamente encendida la noble antorcha del «kosen-rufu mediante la propagación benevolente»[4] hasta el día de hoy. Estoy seguro de que Nichiren Daishonin, el Buda del Último Día de la Ley, las elogiaría, declarando que la llama que ellas encienden es «una lámpara de gran buena fortuna» que ni los vientos más feroces pueden apagar.
Y ustedes, nuestros jóvenes sucesores –que mostrarán que «del índigo [se obtiene] un azul más intenso»–, están portando orgullosamente la antorcha de la «propagación de la gran Ley»[5] y consagrándose a transmitirla de vida a vida, a una persona y luego a otra. Esta es la práctica del respeto a los demás ejemplificada por el bodisatva Jamás Despreciar[6] y es, asimismo, la tarea de impartir a los semejantes la inextinguible luz de la esperanza.
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En esta época de crisis, de creciente agitación y caos, los sentimientos de ansiedad con respecto al futuro, aislamiento e impotencia pesan especialmente sobre los jóvenes.
Por eso, las voces sinceras y valientes de la juventud Soka pueden revitalizar a otras personas y brindarles fuerza, optimismo y calidez ilimitadas.
El Daishonin dijo a su joven discípulo Nanjo Tokimitsu que «[l]a forma de llegar a ser un buda […] no tiene nada de especial. Es como […] encender fuego para alguien aterido de frío».[7]
En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente el Daishonin enseña que entonando Nam-myoho-renge-kyo podemos encender el fuego de la insuperable sabiduría de los principios de que «los deseos mundanos son la iluminación» y «los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana».[8] De este modo, podemos transformar todos los problemas de la juventud, todas las cuestiones espinosas que afronta nuestra sociedad, en energía creadora de nuevo valor, del mismo modo que la leña produce luz y calor. Y también podemos iluminar brillantemente la oscuridad de los sufrimientos del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte, y abrir el camino para que nosotros y nuestros semejantes corporifiquemos las nobles virtudes de la eternidad, la felicidad, la verdadera identidad y la pureza.[9]
En esta época de crisis, de creciente agitación y caos, los sentimientos de ansiedad con respecto al futuro, aislamiento e impotencia pesan especialmente sobre los jóvenes. Por eso, las voces sinceras y valientes de la juventud Soka pueden revitalizar a otras personas y brindarles fuerza, optimismo y calidez ilimitadas.
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En sus escritos, el Daishonin nos dice que, en una época de conflicto, cuando un sinfín de calamidades agobian a la gente, «el medicamento espléndidamente efectivo del Sutra del loto [Nam-myoho-renge-kyo] proporcionará la cura de todos estos graves males».[10] La Ley Mística es el gran remedio benéfico que puede guiar a todas las personas por igual, sin discriminación, hacia la felicidad y la paz.
La visión de mi maestro Josei Toda de unir a la humanidad en una sola familia global nacía de su apasionado deseo de que ningún pueblo, en ningún país, se viese empujado a las profundidades de la infelicidad.
La gente, en todas partes, desea vivir feliz y en paz. Espero que, cuanto mayores sean los desafíos, más unan ustedes –jóvenes ciudadanos globales de la Soka– sus fuerzas y su pasión. Juntos, continuemos invitando a las demás personas al diálogo para construir un mundo mejor. Fortalezcamos nuestras oraciones unidas para llevar paz al planeta –el lugar donde nos hemos reunido como Bodisatvas de la Tierra– y hagamos realidad las palabras del Sutra del loto que afirman que «esta, mi tierra, permanece a salvo y en calma».[11]
Juntos, continuemos invitando a los demás al diálogo para construir un mundo mejor. Fortalezcamos nuestras oraciones unidas para llevar paz al planeta […] y hagamos realidad las palabras del Sutra del loto que afirman que «esta, mi tierra, permanece a salvo y en calma».
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En estas vísperas del 16 de marzo, Día del Kosen-rufu, quisiera compartir una vez más tres obras caligráficas que inscribí hace cuarenta años (en 1982), al comenzar a escalar junto con los jóvenes la montaña del kosen-rufu del siglo XXI.
La primera dice «Valientes sucesores de la Soka»; la segunda, «Ojos donde brilla el júbilo de la juventud», y la tercera, «Sinfonía del esplendor de la vida».
Valientes sucesores de la Soka que han abandonado lo superficial para ir en busca de lo profundo,[12] queridos amigos cuyos ojos irradian la alegría de la juventud, por favor, únanse a sus extraordinarios camaradas de fe de 192 países y territorios del mundo para propagar la dinámica danza de la revolución humana. Espero que trabajen juntos para que en los corazones de la familia global de la humanidad resuene la pacífica sinfonía del esplendor de la vida.
(Traducción del artículo publicado el 7 de marzo de 2022 en el Seikyo Shimbun).
[1] ↑ En la reunión se vio una actuación en vídeo de unos 3000 integrantes del Departamento Futuro y el Departamento de Jóvenes de Japón y de diversas regiones del mundo, que entonaron la canción de Gakkai «Jóvenes, escalen la montaña del kosen-rufu». Durante la interpretación, se intercalaron vídeos protagonizados por miembros que expresaban sus esperanzas y determinaciones. También actuaron la Banda de Música y la Banda de Pífanos y Percusión.
[2] ↑ Monte Sumeru: En la cosmología india, el monte Sumeru es una elevación monumental que se erige en el centro del mundo.
[3] ↑ Véase Respuesta a Onichi-nyo, en END, pág, 1135.
[4] ↑ Parte de la inscripción que se lee en el Joju Gohonzon de la Soka Gakkai dice: «Para cumplir el gran juramento del kosen-rufu mediante la propagación benevolente de la gran Ley».
[5] ↑ Véase la nota anterior.
[6] ↑ El bodisatva Jamás Despreciar es descrito en el capítulo «El bodisatva Jamás Despreciar» (20.º) del Sutra del loto. Este bodisatva –Shakyamuni en una existencia anterior– vivió a finales del Día Medio de la Ley, tras la muerte del buda llamado Rey del Sonido Imponente, y se caracterizaba por inclinarse ante cada persona que tenía ante sí diciéndole: «Siento profundo respeto por vosotros. Jamás osaría trataros con desprecio o arrogancia. ¿Y por qué? Porque todos practicaréis el camino del bodisatva y entonces seréis capaces de conseguir la budeidad» (SL, cap. 20, pág. 264). Sin embargo, la respuesta de monjes, monjas, laicos y laicas de extrema arrogancia era atacarlo con palos, piedras o lajas, y apedrearlo. El sutra explica que esta práctica fue la causa que permitió a Jamás Despreciar lograr la budeidad.
[7] ↑ El próspero Sudatta, en END, pág. 1132.
[8] ↑ Nichiren Daishonin afirma: «Hoy, cuando Nichiren y sus seguidores recitan las palabras Nam-myoho-renge-kyo, están iluminando la oscuridad del nacimiento y la muerte y volviéndola clara, para que arda y brille el fuego de la sabiduría del nirvana. Cuando uno comprende que las aflicciones del nacimiento y la muerte no son otra cosa que el nirvana, a esto se refieren las palabras que indican “donde hay iluminación, no puede surgir la oscuridad”. [Cuando Nichiren y sus seguidores recitan Nam-myoho-renge-kyo], están quemando los leños de los deseos mundanos y obteniendo el fuego de la sabiduría del bodhi o iluminación». OTT, págs. 10-11.
[9] ↑ Véase ib., pág. 90.
[10] ↑ La forma de lograr la budeidad mediante el «Sutra del loto» para aquellos que aspiran al Camino por primera vez, en END, pág. 921.
[11] ↑ SL, cap. 16, pág. 229.
[12] ↑ Véase Sobre la profecía del Buda, en END, pág. 424. En el mismo texto, el Daishonin escribe: «El gran maestro Dengyo dice: “Shakyamuni enseñó que lo superficial es fácil de creer, pero lo profundo es difícil de abrazar. Descartar lo superficial e ir en pos de lo profundo es propio de una persona valiente”».