El ser humano y el medio ambiente


En la Soka Gakkai se subraya la importancia del principio que afirma que el budismo se manifiesta en la sociedad. Actualmente, varios de los principales desafíos que afronta la sociedad global derivan –como se ha vuelto a poner de relieve en la sede de la ONU en septiembre– del modo en que su actividad afecta al medio ambiente y de la amenaza para la vida en que se traduce. Motivados por ello, dedicamos esta sección a tratar una parte del capítulo «Revivir» de La nueva revolución humana.

Los hechos recreados en el capítulo «Revivir», el primero del volumen 15 de La nueva revolución humana, suceden en 1970. En la reunión general de la sede central de la Soka Gakkai de ese 3 de mayo, Shin’ichi Yamamoto hace referencia a la misión social de la Soka Gakkai, que el primer presidente fundador Tsunesaburo Makiguchi había definido esencialmente como la de «conducir al pueblo y al mundo a la felicidad».[1]

Con una clara conciencia de los diversos problemas de la sociedad contemporánea, Shin’ichi considera que ha llegado el tiempo de abordar específicamente y con determinación la problemática de la contaminación ambiental, fruto de la tendencia a priorizar el crecimiento económico y a descuidar el desarrollo del espíritu. En Japón, esta negligencia es la causa –en esa época– de graves dolencias derivadas de la polución, como la enfermedad de itai-itai y el mal de Minamata.[2]

«La contaminación ambiental es una manifestación de la función demo­níaca que amenaza la existencia de la humanidad. Espero que todos sean conscientes de que nuestro propósito es luchar contra esta injusticia y proteger la vida» | Ilustración: Cortesía de Seikyo Shimbun

A Shin’ichi le indignan enormemente no solo estos atentados contra el medio ambiente y la salud, sino la connivencia de otros actores con sus causantes directos, incluidas diversas autoridades. Viendo en la expansión de la contaminación de origen industrial una terrible amenaza, se refiere a ello en la mencionada reunión general de la sede central, pero también en cursos de capacitación de la Soka Gakkai realizados ese mes de agosto. Y, llegado el otoño, escribe dos ensayos donde trata extensamente el tema. Además de denunciar que las enfermedades de Minamata y de itai-itai son el resultado de actos criminales perpetrados por empresas moralmente corruptas, cuya negligencia ha llevado a la muerte de seres humanos en bien del beneficio económico, Shin’ichi analiza la cuestión en profundidad basado en la filosofía budista. El fragmento que citamos a continuación da idea de ello.

CORREGIR EL RUMBO DE LA CIVILIZACIÓN

«Shin’ichi escribió: “[…] Esta es una catástrofe producida por la arrogancia y el egocentrismo que yacen en la raíz de la filosofía de conquista y dominación. Es también el resultado inevitable de haber ignorado el hecho de que la existencia humana es una parte integral de la vida del universo”.

Insistió en que, para solucionar el problema de la contaminación, se debía volver a la esencia misma del ser humano y corregir el rumbo de la civilización. Seguidamente, refiriéndose a la filosofía de vida budista, escribió: “Con respecto a la relación entre los seres humanos y el medio ambiente, el budismo enseña que los dos son uno e inseparables.

“Aunque la vida y su entorno son tratados como dos entidades distintas, en realidad están tan intrincadamente relacionados que, de hecho, no existe separación entre ambos”.

Esta enseñanza […] brinda una firme base filosófica […] para la coexistencia armoniosa de la humanidad y su entorno natural.

Después de explicar el principio budista de la unidad de la vida y su entorno, […] se refirió con detalle a la esencia del budismo. Escribió: “La enseñanza de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital es una sistematización más de este principio. Esta doctrina explica la entidad de la vida en términos de tres mil condiciones potenciales, y es considerada un punto esencial de la filosofía de vida budista… Sostiene que la existencia abarca tres ámbitos: el ámbito de los cinco componentes, el de los seres vivos y el del ambiente”.

El plano de los cinco componentes ve a cada individuo desde diversas perspectivas psicológicas y fisiológicas. El plano de los seres vivos, en su más amplio sentido, se refiere al aspecto social, mientras que el plano del ambiente considera la relación entre el ser vivo y su entorno natural. El budismo considera “vida” a toda existencia en el universo; reconoce que todo, incluso los árboles y las piedras, y hasta el más diminuto grano de arena, poseen inherentemente el estado de vida de la Budeidad y que, por ello, son preciosos.

Shin’ichi concluyó su artículo –“Consideraciones filosóficas sobre el hombre y el medio ambiente”– argumentando que esta enseñanza budista Mahayana brinda una firme base filosófica e intelectual para la coexistencia armoniosa de la humanidad y su entorno natural, así como para que los seres humanos establezcan un fuerte sentido del yo.

Esta enseñanza […] brinda una firme base filosófica […] para la coexistencia armoniosa de la humanidad y su entorno natural.

[…] En ese momento, había un gran interés en el problema de la contaminación, y en diversas regiones del país se estaban extendiendo grandes movimientos de protesta.

Shin’ichi no consideraba la contaminación como un problema local; la veía desde la perspectiva macroscópica de la sociedad humana en general. Sus artículos resultaron singulares, porque se remontaban a los orígenes del pensamiento que había llevado a la actual degradación y ofrecía la clave para solucionar el problema.

Muchas personas se pusieron en contacto con la sede central de la Soka Gakkai para expresar su apoyo a las ideas de Shin’ichi, y una cantidad de prominentes pensadores japoneses fueron generosos en su alabanza. Los miembros de los Departamentos de Estudiantes y de Jóvenes leyeron los ensayos con especial emoción. Convencidos de que el budismo brindaba una enseñanza indispensable en bien del futuro de la humanidad, profundizaron la conciencia de su misión: construir un siglo en el cual la vida fuera genuinamente respetada.

Alrededor de esa época, los expertos que estudiaban la contaminación empezaron a mostrar más interés en la Soka Gakkai. Advirtieron el efecto positivo que la fe en el budismo Nichiren tenía en las víctimas de la contaminación y […] el poder de la práctica budista».[3]


[1] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Volúmenes 15 y 16, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2019, pág. 9.

[2] ↑ La enfermedad de itai-itai era provocada por la ingestión, durante un largo período, de cadmio existente en el agua y en productos agrícolas, a causa de la presencia de este elemento en las aguas residuales provenientes de una importante compañía minera y de fundición situada en los tramos superiores de un río local. La enfermedad de Minamata, a su vez, resultaba de la ingesta de mariscos contaminados con mercurio proveniente de las descargas al mar de residuos generados por una planta química. En ambos casos, la contaminación llegó a motivar, además de gravísimos síntomas, la muerte de numerosas personas y la seria afección de otras especies de seres vivos.

[3] ↑ IKEDA, op. cit., págs. 21 y 22.

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