PAULE BARCENILLA · BILBAO
Conocí la práctica en Madrid hace cinco años y desde ese día algo cambió: aquel sutra entonces desconocido activaba en mí un poder muy profundo, que me hacía estar en paz y confiada. Cuando hace dos años decidí volver a mi ciudad natal, mi responsable me alentó a recibir el Gohonzon antes de marcharme. Fue un punto fundamental en mi práctica.
En mayo de 2021 recibí el Gohonzon y seguidamente volví a la casa familiar. Fue un gran desafío: mi grupo de diálogo seguía estando en Madrid, me sentía sola y casi no entonaba daimoku porque sentía que molestaba en casa. Pero, gracias a una compañera, contacté con un grupo local, mi nueva responsable me contagió su fuerza, y hasta aprobé el examen de grado I. ¡Comprobé que los límites están dentro de una misma!
Soy actriz y hace unos meses, muy preocupada por el tema económico, me puse a orar junto con mi responsable con la determinación de encontrar un trabajo que nos hiciera felices en pos del kosen-rufu. Al poco tiempo me llegó la oferta de ser profesora de interpretación. Hice la entrevista a pesar del miedo y seguí recitando daimoku. Poco después asumí la responsabilidad del Departamento de Mujeres Jóvenes de la SGEs en mi grupo, y en la misma semana recibí una llamada de la Escuela de Cine confirmando mi puesto. Asumí los dos cargos a la vez.
En la Asamblea de la Alegría Soka de mi zona, en junio, fui copresentadora, y vinieron mi padre y una de mis hermanas. ¡Fue toda una victoria! En julio pude participar en un curso de verano por primera vez como responsable y como Azahar. Determiné atesorar esa actividad con el corazón de Ikeda Sensei, ¡y así fue!
Mi deseo es que las personas con las que he hablado sobre el budismo abracen la Ley Mística y transformen sus vidas. ¡Mientras, seguiré expandiendo mi luz independientemente del ambiente!