FEDERICO WAGNER | BARCELONA

En 2020 llegué a Barcelona desde Argentina. Cuando emigré en medio de la pandemia, tuve que dejar a un lado mi carrera como bailarín y actor, ya que la prioridad pasó a ser mi estabilidad económica y asentarme en un nuevo lugar.

Enseguida encontré trabajo en otros sectores, mientras comenzaba a participar en las actividades de mi grupo de diálogo en la SGEs. El año pasado asumí la vicerresponsabilidad del Departamento de Hombres Jóvenes en mi zona, y del Departamento de Artistas de Catalunya. Estos desafíos son la oportunidad que estaba buscando para pulir mi vida y dar prueba real de que, poniendo el objetivo del kosen-rufu como la base de todo, uno puede transformar su vida una y otra vez.

A finales del año pasado tomé la determinación de volver a ganarme la vida como artista. Comencé a dictar clases de danza, a la vez que me presentaba a audiciones con la convicción de que concretando estos objetivos alentaría a mis compañeros y compañeras de fe.

A finales de año fui seleccionado para actuar en la ópera Carmen, en el Gran Teatre del Liceu, una de las casas de ópera más prestigiosas de Europa, ¡un gran beneficio! Al terminar la temporada, me convocaron para la siguiente producción del teatro, Adriana Lecouvreur, en la que, además, conseguí un rol solista como bailarín clásico, ¡otro sueño cumplido! Son resultados aún mayores de lo que me hubiera atrevido a soñar jamás.

En agradecimiento a las oportunidades que me ha brindado Soka Gakkai para pulir mi vida y llegar a este punto, mientras continúo desarrollándome como artista y luchando por concretar nuevas metas, me determino a convertirme en un verdadero artista Soka, alguien que aliente a los demás, un ejemplo de los ideales del budismo Nichiren; y a compartir esta filosofía y práctica con las personas con las que me encuentre, desafiándome en cada oportunidad que se me presente.

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