ANDRÉS RODRÍGUEZ | BARCELONA

Soy de Argentina y vengo de una familia con madre y abuela budistas, pero durante mucho tiempo, en lugar de acercarme a la práctica, eso me alejó.

Desde niño me dediqué al baloncesto. Mi sueño era ser profesional. A los 17 años, tras una fiesta, sufrí un grave accidente automovilístico que me dejó con fracturas en la columna y con la posibilidad de no volver a caminar. La determinación de mi madre y mi deseo de regresar al baloncesto fueron claves para superar una larga rehabilitación de más de dos años. Sin embargo, el accidente impactó en nuestra economía y trajo momentos difíciles para la familia.

Poco después de finalizar la rehabilitación, mi padre sufrió un infarto y, mientras se recuperaba, a mi madre le diagnosticaron un tumor en la médula, quedando en silla de ruedas tras varias operaciones. Tiempo después, la separación de mis padres me llevó a una etapa de confusión y angustia. Perdido y deprimido, empecé a salir mucho de noche, recurriendo al alcohol y a las drogas y quedando atrapado por varios años en un ciclo de autodestrucción.

En 2023, buscando un nuevo comienzo, emigré a Barcelona con mi pareja y nuestro hijo. Sin embargo, me rechazaron la tramitación del NIE y me quedé sin dinero. La falta de trabajo y  las peleas con mi pareja me hundieron nuevamente en la depresión y en los viejos hábitos. Cuando sentía que ya lo había perdido todo, me comuniqué con una miembro de la Soka Gakkai, quien me invitó a entonar daimoku. Desde ese momento, día tras día me he esforzado en mi práctica budista y en las actividades. Como dice Ikeda Sensei: «Todo se reduce al daimoku. Este es el momento de transformar el karma mediante la fe y tomar la firme decisión de dedicar la vida al kosen-rufu. Eso le dará el ímpetu para cambiar su destino».[1]

Recibí mi Gohonzon, y hoy pertenezco al grupo Soka, soy responsable del Departamento de Hombres Jóvenes en mi grupo de diálogo, mi pareja ha comenzado a recitar daimoku diariamente y mi hijo participó en el curso del Departamento de Estudiantes. Mi situación migratoria está resuelta, tengo estabilidad económica y he acumulado infinidad de experiencias.

Lo que más atesoro es que han desaparecido el sentimiento de angustia y el creer que no puedo.


[1] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Volúmenes 19 y 20, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2020, págs. 46.

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