MARÍA OLARTE | BARCELONA

Ingresé en la Soka Gakkai en el 2017 gracias a un amigo cercano que me habló de la práctica de Nam-myoho-renge-kyo.

En 2019, justo antes de que empezara la pandemia, me ofrecieron participar en Azahar, un grupo de jóvenes que cuida las diferentes actividades que se realizan en la SGEs. Al principio no entendía bien de qué se trataba, pero quise saber más y acepté. Mi primera actividad fue en el que entonces era el Centro Cultural de la Soka Gakkai en Barcelona. Pero justo después las actividades presenciales se pararon en toda la sociedad –incluida la Soka Gakkai–, y así fue como, durante dos años, mi actividad de protección como Azahar fue orar sola en casa por el éxito de las actividades que hacíamos de en línea.

Cuando en 2022 volví a participar de manera presencial en algunas actividades, me daba muchísimo miedo no desempeñarme bien, pero poco a poco me di cuenta de que todas las personas que estaban allí, atendiendo a los miembros y cuidando de la actividad, también me estaban apoyando a mí. Así que comencé a sentirme más a gusto y, por tanto, a participar de manera más activa, incluso a tomar la iniciativa. Todo ello, junto con la interacción con los miembros y la toma de conciencia de la hermosa labor que hacemos cuando nos dedicamos a cuidar y atender a las personas, me hizo profundizar en mi capacidad de ver las necesidades de otras personas, de ser una guía, de portar siempre una sonrisa para transmitir aliento y confianza a los demás.

El Daishonin dice: «Cuando alumbramos el camino a otras personas y encendemos una luz en nuestras comunidades, también alumbramos nuestro propio camino; al alentar y revitalizar a otros, también nosotros resultamos inspirados, fortalecidos y vigorizados»; y Sensei apostilla: «Esto describe perfectamente nuestras actividades de la Soka Gakkai…».[1]

Este entrenamiento ha contribuido de manera significativa en mi vida. Mi lugar de trabajo es un ejemplo de ello. Recientemente he estado encargada de organizar algunos eventos en mi empresa, y gracias a la experiencia en la Soka Gakkai, y en particular en el grupo Azahar, he podido dar prioridad a que todas las personas del evento se sintieran bien, y a cuidar y empatizar con todas aquellas que lo organizaban. Las actividades que he ayudado a organizar a nivel corporativo han sido muy exitosas y he descubierto habilidades que no sabía que tenía.

María (atrás a la derecha) revitalizada después de una actividad en Barcelona

Participar activamente en las actividades de la Soka Gakkai con la intención de proteger, cuidar y atender a los miembros, según mi vivencia, no solo te hace conocer nuevas personas y vivir nuevas aventuras, sino que pones un granito de arena para el avance del kosen-rufu. ¡Me gustaría que todos los jóvenes vivieran esta experiencia de cuidar y atender a los miembros!


[1] ↑ Revista CG, n.º 195, julio 2021, pág. 5.

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