ALICIA LOBO · MADRID
Abracé el budismo en 2015 y desde entonces siento un inmenso agradecimiento a esta práctica, tanto que a veces me pregunto qué sería de mí sin ella.
Soy actriz, y gracias a la fe no solo he podido enfrentar los tiempos tan cambiantes e inverosímiles que hemos vivido -teniendo muchas pruebas reales a nivel artístico, económico y laboral- sino que he logrado superar uno de los acontecimientos más duros de mi vida: la pérdida de mi padre.
Siempre pensé que su partida me dejaría KO. Sin embargo, gracias a la Ley Mística, me he sentido fuerte ante esta adversidad, y he podido experimentar que los momentos de tristeza y pérdida son compatibles con los de coraje, agradecimiento, amor infinito… Y, sobre todo, que siempre se puede volver a empezar.
Comparto mucho mi práctica, sobre todo con amigas, y la inmensa mayoría de las veces que le he pasado la Ley a alguna persona, esta también ha recibido beneficios practicando.
Personalmente, que las personas a las que hago shakubuku concreten pruebas reales redobla mi fe y, aunque sé perfectamente que es un efecto de la oración, no dejo de sorprenderme.
Aun así, como me dijo un compañero una vez, lo difícil no es que alguien practique, sino que lo haga toda la vida, así que mi desafío es transmitir la importancia de ser constantes y participar en las actividades.
Hasta ahora he visto y experimentado tanto mi transformación (¡y lo que me queda!), como la de muchas otras personas. Estas me inspiran continuamente y siento que profundizo cada vez más.
Siguiendo el ejemplo de la Soka Gakkai en su dedicación y atención a los miembros, también estoy aprendiendo a dedicarme a las personas, convencida de que, como dice Ikeda Sensei, «cualquiera que sea el ideal de un sistema social, resultará inconsistente, un castillo de arena, si no hay concomitantemente una transformación profunda en el fuero interno del ser humano».[1]
Seguimos, hacia delante, siempre.
[1] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vol. 30, parte I, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2021, pág. 227.