MIGUEL ÁNGEL BARRAZA | MADRID

Miguel Ángel Barraza

Soy de Perú, y abracé el budismo desde pequeño, participando en las actividades del Departamento Futuro. En 2017, ya viviendo en España, recibí el Gohonzon, y desde ese momento mi postura cambió: ya no vivía con mi madre, y sabía que los obstáculos vendrían con fuerza, pero gracias a los compañeros y al daimoku, estaba convencido de que podría superar cualquier adversidad.

Para 2022, «Año de los jóvenes y del avance dinámico», en el Departamento de Hombres Jóvenes teníamos la meta de incrementar la participación en los encuentros mensuales de La nueva revolución humana. Gracias a desafiarme en la campaña «El 1 es madre de 10 mil», algunos de los amigos y amigas que invité participaron en varias reuniones en nuestro distrito.

A lo largo del año no faltaron dificultades. Una de ellas era la de encontrar tiempo para llegar a las reuniones, ya que no vivo cerca del lugar donde participo.

Entablar diálogos con jóvenes de mi edad y transmitir el budismo también ha sido otro gran reto. Pero mi postura siguió firme y, gracias al apoyo de todos, hoy en día hay un nuevo miembro en nuestro distrito, y está participando en todas las reuniones. También estoy transmitiendo la práctica a un amigo que está muy interesado.

Uno de mis objetivos es abrir las puertas de mi nuevo piso para realizar actividades de la SGEs. Aunque aún no se ha concretado, sé que con daimoku y el apoyo de mi familia lo lograré, y así podré hacer realidad el lema del año 2023: «Año de los jóvenes y del triunfo».

«Si usted comparte el mismo corazón que Nichiren, tiene que ser un Bodhisattva de la Tierra».[1] Este fragmento del Gosho me acompaña desde que realicé el examen de budismo el pasado mes de noviembre, y me llena de fuerza para seguir desafiándome por el kosen-rufu.


Jóvenes de Valencia y Castellón en su encuentro del pasado mes de noviembre

[1] ↑ El verdadero aspecto de todos los fenómenos, en END, pág. 406.

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