PATRICIA GALVÁN RODRÍGUEZ | TARRAGONA
Cuando una amiga me habló de la práctica por primera vez, hace ya muchos años, yo no estaba receptiva: nunca había tenido contacto con nada similar. No fue hasta que participé en una reunión de diálogo que comprendí la fuerza del budismo. Cuando entonamos Nam-myoho-renge-kyo, aunque me resultó difícil de pronunciar, me conmovió y removió todo mi ser. Nació en mí la ilusión por vivir.
A pesar de la oposición de mi entorno y de las dificultades para poder mantener la práctica, mi decisión se reforzaba en los momentos en que sentía más fuertemente el apoyo de mis compañeros. En las actividades de Gakkai me sentía en casa.
Gracias a querer responder a la confianza que Sensei y la organización han depositado en mí, cada día estoy más comprometida, y tengo más seguridad en mí misma. Hoy, mi deseo es poder transmitir a todas las personas y a las chicas de mi grupo mi apoyo y determinación, para devolver mi deuda de gratitud.
En 2022 me inscribí para el examen de grado 2. Durante la preparación, tuve muchos beneficios, desde profundizar en la fe y crecer personalmente, hasta compartir horas de estudio con otros miembros, o hallar la belleza y el valor indiscutible de la historia de nuestro movimiento. Fue, en definitiva, una experiencia vibrante, y en ese momento realicé mi primer shakubuku. Precisamente ahí, una amiga empezó a interesarse por lo que yo le transmitía sobre la Ley Mística. Acudió a uno de los encuentros de jóvenes, el último del año, y salió muy alentada. Aunque no ha comenzado a entonar diariamente, considero esta situación como una prueba de mi propia fortaleza: el uno es madre de diez mil.
En adelante me quiero seguir desafiando, estudiando y profundizando en La nueva revolución humana. Mi determinación para este año es ampliar el grupo de jvenes del distrito Fortaleza bajo el lema de «Año de losjóvenes y del triunfo».