Entrevistamos a Roser Vilajosana Sesé, joven artista que, tras emprender su camino en las artes escénicas como actriz, acaba de estrenar con éxito una producción teatral en la que, por primera vez, es también dramaturga y directora.
Nuestra sincera enhorabuena por el estreno de tu obra, Roser. Nos consta que ha tenido muy buena acogida entre el público.
Muchísimas gracias a Civilización Global por haceros eco y entrevistarme, ¡me hace mucha ilusión!
Estrenar la obra fue el paso más visible del proyecto, pero en realidad era la culminación de muchos pasos anteriores. Y, sí, nos llena de emoción compartir que la obra tuvo un porcentaje de ocupación del 96,4 % durante las cinco semanas de exhibición, ¡es un logro tremendo! Y más emocionantes aún han sido los buenos feedbacks del público; se me han acercado muchas personas a la salida del teatro contándome cuanto habían reído y llorado, y cuán identificadas se habían sentido con la historia.
Has hablado de «pasos anteriores». ¿Cómo fueron tus inicios en la actuación?
Mis padres aman el teatro profundamente, y ese amor nos lo transmitieron a mis dos hermanos y a mí desde pequeños. En mi familia todos hemos participado en obras en el Teatre del Cercle de Gràcia, un centro amateur de nuestro barrio. De pequeños, mis hermanos y yo también tuvimos la oportunidad de actuar en algunas producciones teatrales profesionales, y de hacer algunos papeles pequeños en cine y televisión.
Cuando crecimos y elegimos qué camino tomar, mi hermano mayor Ferran –que, por cierto, fue quien me hizo shakubuku[1]– y yo decidimos que nos queríamos dedicar a la interpretación profesionalmente. Y, poco a poco, nos hemos ido formando y abriendo camino en el sector, tanto en Barcelona como en Madrid.
Mis padres aman el teatro profundamente, y ese amor nos lo transmitieron a mis dos hermanos y a mí desde pequeños.
Considerando que, antes de consolidarse en el ámbito artístico, la inestabilidad suele ser la norma para muchos artistas, ¿qué te hizo tomar esa decisión de dedicarte profesionalmente a las artes escénicas?
A la hora de elegir camino, yo sentía que no había otra opción, ¡y lo digo en el buen sentido! Sentía que era lo que mejor sabía hacer, y a la vez era lo que más me gustaba en el mundo.
El deseo de tomar las riendas de mi carrera como actriz fue justamente lo que me hizo empezar a practicar el budismo de Nichiren Daishonin. Recitaba Nam-myoho-renge-kyo para que salieran castings, para que fueran bien, para que me llamaran con un «sí»…
Este año cumplo diez años de práctica, y sigo orando para gozar de continuidad laboral. Creo que nunca nadie llega a «consolidarse» para siempre en este sector; igual sí ocurre durante un tiempo (y yo misma lo he podido disfrutar), pero incluso para los actores y actrices más conocidas hay rachas, aunque no lo parezca desde fuera.
Me sigue costando transitar las épocas en las que no tengo trabajo ni perspectiva de ello, y es duro porque amo tanto mi profesión… Aun así, dado que siempre me ha alentado mucho la idea de que si no desafiamos lo imposible, nunca conoceremos el verdadero poder de la Ley Mística, sigo entonando daimoku por mi «imposible» continuidad laboral como artista.
A la hora de elegir camino, yo sentía que no había otra opción, ¡y lo digo en el buen sentido! Sentía que [actuar] era lo que mejor sabía hacer, y a la vez era lo que más me gustaba en el mundo.
La pasión por tu oficio y la determinación que desprendes son contagiosas. Cuéntanos más, por favor: ¿cómo nació el deseo de desafiarte a escribir una obra de teatro? ¿Y cómo llegó a florecer, con su estreno en marzo?
Todo empezó hace diez años, justamente en una época sin trabajo, en la que me apunté a un curso de dramaturgia. Aunque yo quería ser actriz, el mundo de la escritura me interesó. Y como me cuesta mucho encontrar cosas que me gusten tanto como actuar, me apunté.
Ahí escribí una escena, sin saber que sería la primera escena de la obra. De hecho, no escribí nada más en dos años, cuando en otro curso escribí otra escena. Tiempo después me di cuenta de que ambas compartían sus personajes: una pareja. Me puse a escribir con la intención de que fuera una bonita historia de amor, pero poco después sentí que no era de la relación de lo que quería hablar, sino de su ruptura.
Tras muchas reescrituras, di el texto por acabado y empecé a buscar un teatro, una productora, subvenciones, el equipo artístico y técnico, a charlar con amistades que ya habían levantado sus proyectos… Yo no sabía si sería capaz de hacerlo todo, y aquí fue decisiva la ayuda de mi hermano Ferran, con quien hemos codirigido el espectáculo.
Durante los meses de preparación, las semanas de los ensayos y los días de las funciones, ahí donde no llegaban mis capacidades (o eso pensaba), intentaba que llegara mi daimoku. Cantaba para proteger el proyecto con mi daimoku, para la salud mental y física de todo el equipo, y también la de sus familiares y amistades. Enfocaba mi oración en recordar mi potencial inherente ilimitado, para no dudar de mi valor en el momento crucial. También oraba por el éxito de la obra teniendo en mente que, en japonés, «triunfo» significa «disfrutar».
Durante los meses de preparación, las semanas de los ensayos y los días de las funciones […] enfocaba mi oración en recordar mi potencial inherente ilimitado, para no dudar de mi valor en el momento crucial.
La trama presenta una ruptura de pareja desde un enfoque que se distancia de las visiones convencionales…
La pareja protagonista rompe al inicio de la obra, pero, para mí, la historia no va sobre el desamor, sino sobre cuánto amor podemos aportar durante una separación. Nos esforzamos mucho por cuidar a la otra persona cuando construimos una relación, pero al romper muchas veces se acaban también los cuidados, y yo quería escribir sobre una pareja que lo deja, y lo pasa muy mal, pero no por ello se gritan ni se pierden el respeto.
Creo que ya hay muchas ficciones que representan estas rupturas oscuras e incluso tóxicas, así que quise hacer una obra más luminosa en ese sentido. Es dura y triste a ratos, porque todos sabemos lo difícil que es separarse, pero por eso también decidimos incluir muchos toques de humor, para que los personajes se rieran de ellos mismos y tuvieran la sensación de que, poco a poco y con el tiempo, lo acabarían superando.
Desde luego, se trata de una mirada novedosa e inspiradora. Enhorabuena de nuevo. ¿Cuáles son tus proyectos y desafíos futuros?
¡La gran pregunta! Seguro que si hay artistas leyendo esta entrevista me entenderán…
A día de hoy, no tengo ningún proyecto confirmado. Lucharemos para darle más vida a L3 FONTANA, pero no sé cuándo volveré a estar encima de un escenario o en un rodaje. Es una incógnita que se puede resolver tanto mañana como en meses o años… Y así es. No es ni bueno ni malo. Es el camino que elijo a diario, igual que elijo seguir orando para mi felicidad absoluta.
[1] ↑La expresión «hacer shakubuku» significa alentar a practicar el budismo Nichiren.