Escribir jubilosamente nuestra propia historia de revolución humana


Por Minoru Harada · Para el número de diciembre de 2024 de Daibyakurenge


Quiero transmitir, de todo corazón, mi más sincero agradecimiento y respeto a cada uno de nuestros nobles miembros por sus dedicados esfuerzos a lo largo de 2024. Ha sido un año de lucha y de esfuerzo, en estrecho diálogo espiritual con nuestro mentor.

Dado que estamos haciendo realidad el kosen-rufu mundial –una proeza inédita en la historia de la humanidad–, el camino recorrido por el maestro y los discípulos será un indeleble capítulo de gloria, eternamente grabado en los anales del budismo.

Ikeda Sensei registró fielmente el espíritu de la Soka Gakkai en sus novelas La revolución humana y La nueva revolución humana. Este 2 de diciembre es el sexagésimo aniversario del día en que inició dicha labor de escritura en Okinawa, el 2 de diciembre de 1964.

El 14 de diciembre de aquel año, recibí el manuscrito con las trece entregas iniciales del capítulo «El amanecer», con el que empieza La revolución humana. Yo llevaba muy poco tiempo trabajando en el Seikyo Shimbun, y fui el primer empleado asignado a apoyar dicho proyecto. Aun consciente de la seria responsabilidad que me habían confiado, sentía un oleaje de alegría y de resolución en cada fibra de mi ser.

En esa época no había fotocopiadoras, y la impresión se componía tipográficamente. Mi tarea, entonces, era transcribir los manuscritos cuidadosamente. Me exhortaba a mí mismo pensando que debía asegurar que los escritos de mi maestro se preservaran para toda la eternidad. Una vez que terminaba la transcripción, guardaba los originales con sumo cuidado y enviaba las copias a la imprenta.

A veces, nada más recibir un manuscrito me ponía a trabajar y, antes siquiera de haber concluido, ya me estaban dando la entrega siguiente e incluso otra más. Sensei viajaba constantemente para alentar a los miembros de cada lugar, tanto en Japón como en otros países; siempre estaba en movimiento. Pero, en cuanto se sentaba y tomaba la pluma, plasmaba en el papel sus pensamientos con una concentración impresionante. Su pasión y su velocidad no cesaban de admirarme.

*

Un día, fui a la sede central de la Soka Gakkai para entregar a Ikeda Sensei unas pruebas de imprenta. Recibí el manuscrito de la entrega siguiente y regresé directamente a la oficina. Inmediatamente después de llegar, recibí un par de calcetines de obsequio: Sensei había notado que los míos estaban agujereados. Recuerdo cuánto me conmovió ese bondadoso gesto de preocupación y cuidado de nuestro maestro, atento a los mínimos detalles del aspecto exterior de un nuevo empleado.

La fuerza motivadora que inspiraba a Sensei a escribir era su deseo de alentar a sus compañeros de fe y dar a conocer ampliamente la grandeza de Josei Toda. Como fiel discípulo perfectamente unido a su mentor, y como maestro de nuestro movimiento por el kosen-rufu determinado a proteger a los miembros del mundo, mantuvo sin descanso su dedicación altruista a la redacción. Su propia contienda por seguir escribiendo fue, en sí misma, una magnífica epopeya humana.

Nuestra misión como discípulos de Ikeda Sensei es grabar en el corazón el espíritu de las tres generaciones de maestros y discípulos, plasmado en todas y en cada una de las frases que él escribió, ponerlo en práctica e inscribir en la vida la historia personal de revolución humana. De esa manera, también nosotros podemos demostrar la grandeza de nuestro maestro y transmitir un mensaje de esperanza para las generaciones futuras.

Orgullosos de saber que la lucha diaria por el kosen-rufu es una grandiosa gesta histórica, ¡sigamos recorriendo jubilosamente el gran camino de la felicidad!

(Traducción del artículo publicado en la edición de diciembre de 2024 de Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai).

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