Una victoria para cada participante
La alegría y el agradecimiento llenaron las salas donde se celebró el examen de budismo de grado II de la SGEs el 27 de abril. Y es que, para muchos de los 329 participantes, reunidos en 28 sedes distribuidas en el territorio nacional, llegar a presentarse fue todo un logro personal. A la salida se pudo escuchar, por ejemplo, cómo una persona se desafió a estudiar mientras cuidaba de sus padres, al no disponer de tiempo para sentarse a leer tranquilamente; o cómo otra estudió en plena mudanza, mientras comenzaba un nuevo proyecto de vida en otra región.
Para algunos examinandos, hacer el examen significó sobreponerse a problemas de salud: una participante comentó que, tras ser diagnosticada de cáncer, encontró en el apoyo de sus compañeras la fuerza para seguir estudiando, incluso en medio del tratamiento. Otra persona, operada de cataratas y luego hospitalizada de urgencia, se sostuvo escuchando audios relacionados con el estudio, que se convirtieron en una fuente de consuelo y fortaleza. Cada historia de coraje, única, culminó en un triunfo: llegar al día del examen con gratitud y júbilo.
Y es que el objetivo del estudio budista es la felicidad, como señalan las palabras de Daisaku Ikeda que Minoru Harada, presidente de la Soka Gakkai, citó en el mensaje que envió: «El propósito del examen sobre budismo es que sean expertos en la fe y doctores en el arte de la felicidad».
El material de estudio permitió a los postulantes ahondar en conceptos de la filosofía budista como los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital o la identidad de los Bodisatvas de la Tierra. Además, incluía una disertación de Daisaku Ikeda sobre el escrito de Nichiren Daishonin titulado La herencia de la Ley suprema de la vida.
Dada la profundidad de los temas, es comprensible que, al ser preguntados, varios destacaran no solo el esfuerzo que había supuesto estudiar, sino sobre todo la transformación interior que vivieron en el proceso. Una persona afirmó que el estudio le había ayudado a despejar su oscuridad; otra, feliz por el trayecto recorrido más que por el resultado, se mostró convencida de que «aprobar no es lo fundamental».
Además de la culminación de un proceso, el examen también representó un nuevo comienzo: varios postulantes expresaron un renovado deseo de seguir estudiando, impulsados por la experiencia de haber comprendido, a través de su vida, conceptos que antes solo conocían de forma teórica. Asimismo, muchas personas relataron que habían renovado su compromiso y determinación, motivadas por un profundo agradecimiento hacia el maestro Ikeda.