«¡Hagan todo lo posible! ¡No acepten la derrota!»


Tan solo cinco meses después de asumir la tercera presidencia de la Soka Gakkai el 3 de mayo de 1960, Daisaku Ikeda se embarcó en sucesivos viajes que lo llevarían, por primera vez, a otros países. Lo hacía para responder a las expectativas de su maestro –Josei Toda, quien había sentado un cimiento del kosen-rufu en Japón– de que él difundiera el budismo Nichiren a escala global. Así, entre el 2 de octubre de 1960 y el 14 de febrero de 1961 visitó Estados Unidos, Canadá, Brasil, Sri-Lanka, India, Myanmar, Tailandia, Camboya y Hong Kong. En cada lugar se dedicó con pasión y tesón a alentar a cada persona con la que se encontraba y a orientar en la fe a los practicantes locales. Entonces, el 4 de octubre de 1961 inició su primera gira por Europa, donde en el arco de dieciocho días visitó diez Estados, incluida España.


Dinamarca, Alemania, Países Bajos, Francia, Reino Unido, España, Suiza, Austria, Italia, Ciudad del Vaticano: en los capítulos «La luz fulgente», del volumen 4 de La nueva revolución humana, y «La jornada precursora» y «La alegría», del volumen 5, se recrea el primer viaje de Daisaku Ikeda a Europa.

Todavía no había ningún miembro de la Soka Gakkai en nuestro país cuando Ikeda Sensei aterrizó en Madrid, en el atardecer del 15 de octubre de 1961. Solo pudo permanecer en suelo español una noche, pero antes de descansar «recitó daimoku durante largo rato y oró intensamente para que algún día surgieran allí muchos Bodhisattvas de la Tierra».1

Como manifestación de agradecimiento y determinación por estos esfuerzos precursores, en la Soka Gakkai se conmemora el 2 de octubre como Día de la Paz Mundial y en la SGEs se celebra el 15 de octubre como Día de Maestro y Discípulo de España.

Para profundizar en el significado de estas fechas reproducimos, a continuación, algunos fragmentos del citado capítulo «La alegría».

EXPERIMENTAR ALEGRÍA A TRAVÉS DE LAS DIFICULTADES

«Shin’ichi sentía una gran afinidad con el carácter jovial, la honestidad y la sencillez del pueblo español y con su ardiente voluntad para luchar hasta el fin por la justicia y la verdad.

Recordó el Guernica, la obra maestra de uno de los máximos artistas del siglo XX, Pablo Picasso (1881-1973). […] Otro español, el gran músico Pau Casals (1876-1973), […] demandaba la erradicación de las armas nucleares y expresaba una ferviente esperanza de paz. […]

Shin’ichi estaba realmente conmovido por la historia de esos dos talentos. Ambos poseían ese espíritu invencible capaz de resistir el mal y de luchar por la causa de la paz y del humanismo. Ambos habían estado comprometidos con la justicia.

Clamó en silencio: “¡Vengan, Picassos y Casals de la Ley Mística!”. Se sintió impelido a llamar en su corazón a los miembros españoles del futuro: “¡Hagan todo lo posible! ¡No acepten la derrota! ¡Abran las puertas que conducen al nuevo siglo!”».2

«La política no es la tarea del artista, pero […] este tiene la obligación de tomar partido, cualquiera sea el sacrificio que ello signifique, si está involucrada la dignidad del hombre» (Pau Casals) | Ilustración: Cortesía de Seikyo Shimbun
«[Cuando, siendo joven, Shin’ichi Yamamoto había conocido a su maestro y empezado a trabajar en su empresa,] Josei Toda, en la peor de las circunstancias, estaba recibiendo una andanada de críticas. […] Shin’ichi había visto al orgulloso Toda arrodillarse ante sus clientes y socios para disculparse por el fracaso de sus negocios. La amarga humillación y el dolor de esos momentos le habían dejado una impresión indeleble. [… ]

A pesar del frío penetrante del invierno y de los vientos helados de la sociedad, Shin’ichi se había levantado solo, sin titubear, como discípulo de Josei Toda. Se había impulsado resueltamente para asegurar que no se apagara la antorcha del kosen-rufu, que el maestro había encendido para beneficio del pueblo. […] Cuando decidió entregar la vida para alcanzar ese objetivo, pareció surgir en su corazón un gran sol de alegría que se abrió paso entre las nubes del sufrimiento y la ansiedad.

Toda había permanecido digno e impertérrito; la ola de dificultades no lo había alterado. Por muy dura que fuera la situación, sus palabras y sus acciones expresaban una suprema confianza; resolvería los problemas y reconstruiría su empresa. Sin dejarse amilanar por las preocupaciones mundanas, había conservado su fe en el futuro y en el logro del kosen-rufu.

Cierta vez, Shin’ichi le había confiado:

–Usted permanece siempre tan valiente y digno. En su situación, cualquier otra persona, tal vez se habría suicidado. Admiro profundamente su fortaleza espiritual.

Toda había sonreído. […]

–Si parezco un poco más fuerte que otros espiritualmente –agregó en tono pausado– se debe a que mientras estuve preso comprendí cuál es mi misión. Conocer tu misión significa que has hallado algo por lo que darías gustoso la vida, sin dudar. Eso te hace fuerte. Ya no hay temor o incertidumbre».3

LA CLAVE ES LA ACCIÓN DEL DISCÍPULO

«Después de que fallece un gran maestro religioso, lo más importante son las acciones de los discípulos que le sobreviven.

“Cuando el señor Makiguchi murió en prisión, su discípulo, Josei Toda, impidió que perecieran la Soka Gakkai y el budismo del Daishonin. Ahora, lo crucial es qué haremos para seguir edificando sobre lo que el presidente Toda ha logrado. Si la organización sucumbiera, sería imposible transmitir las verdaderas enseñanzas del budismo. La filosofía de creación de valor del señor Makiguchi y la filosofía de paz del señor Toda se perderían y se olvidarían. Y lo que es peor, la muerte del señor Makiguchi habría sido en vano.

“Por lo tanto, es vital que los discípulos que queden para llevar a cabo el trabajo del mentor superen todos los obstáculos. Deben ganarle a la propia negatividad, vencer al destino, luchar contra las adversidades y convertirse en triunfadores. Su magnífica victoria asegurará que el budismo y el kosen-rufu perduren para siempre. Y la gran alegría de la fe estará corporeizada en ese triunfo. […]

Shin’ichi recordó un antiguo dicho: “Roma no se construyó en un día”. […] El kosen-rufu era un grandioso emprendimiento para realizar la paz mundial mediante la construcción de un “palacio dorado” de la vida, una “ciudad eterna” del espíritu, en el corazón de los seres humanos. Eso tampoco podría lograrse en un día. […] Era esencial enfrentar con éxito los desafíos que se presentaran a lo largo del camino. Todos los triunfos futuros dependerían de la victoria en el presente».4


  1. IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Volúmenes 5 y 6, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2013, pág. 51.
  2. Ib., págs. 51-54.
  3. Ib., pág. 73.
  4. Ib., pág. 99.
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