En el Centro Cultural Soka
«Compasión» es un término que generalmente se asocia con el sentimentalismo, con un pesar que nos permitimos sentir en relación con otros a quienes ubicamos, de manera jerárquica, fuera o debajo nuestro. No suele vincularse con la acción política, sino más bien con acciones moralistas que, en el fondo, encubren las causas de la injusticia. Esta forma de entender la compasión, según Juan José Tamayo, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, no se ajusta a su verdadero significado.
Tamayo expuso su tesis acerca de la compasión en la conferencia marco de la jornada «La compasión en un mundo injusto», organizada por la Asociación para el Diálogo Interreligioso e Intercultural y celebrada el sábado 25 de marzo en el Centro Cultural Soka, en Rivas-Vaciamadrid. De él escucharon los asistentes que «el verdadero significado de la compasión es ponerse en el lugar de las otras y los otros sufrientes en una relación de igualdad y empatía, asumir el dolor de las otras personas como propio, interiorizar a la otra persona dentro de nosotros y nosotras, sufrir no solo con los otros, sino en los otros, hasta identificarse con quien sufre y con sus sufrimientos, cuestión que no resulta fácil pero que es necesaria».
Tras la conferencia, y tras un receso en que los participantes pudieron intercambiar impresiones mientras disfrutaban de un tentempié, se inició la segunda parte de la jornada. Consistió en una mesa redonda en la que practicantes de diversas religiones hablaron de cómo se entiende, vive y practica la compasión en cada una de ellas.
Participaron Emilio Ramos, representando al judaísmo; Esperanza Santos, de la Asociación Brahma Kumaris; Ramiro Arroyo, de la Iglesia Evangélica Luterana; Nadia Ayala, practicante del budismo Nichiren en la Soka Gakkai; Clarisa Nieva, de la Fe bahá’í; y Shahpyri Hakimi Hakimi, desde la Asociación por los Derechos de las Mujeres de Afganistán.
Tras las intervenciones, la moderadora de la mesa, Inés Vázquez, abrió un turno de preguntas en el que la audiencia destacó la necesidad de que, desde el ámbito de la espiritualidad y las religiones, se emprendan acciones concretas para construir un mundo más compasivo.
