La conmemoración de la fundación de la Soka Gakkai este mes responde a la publicación, el 18 de noviembre de 1930, del libro El sistema pedagógico de la creación de valor. Su autor, el primero de los tres presidentes fundadores Tsunesaburo Makiguchi, se opuso firmemente a los planteamientos educativos de base nacionalista que imperaron en Japón durante la escalada militarista de la década de 1930 y la Segunda Guerra Mundial. Más tarde, entre los años sesenta y setenta, se constató el fracaso de aquellos planteamientos y, en ese contexto, el 3 de mayo de 1961 se fundó el Departamento de Educadores de la Soka Gakkai. El capítulo «La educación humanística» de La nueva revolución humana nos conduce por una serie de reflexiones de sus miembros, determinados a promover una educación creadora de valor humano, y por la orientación brindada por su maestro.
PRINCIPIOS PRÁCTICOS DE LA EDUCACIÓN HUMANÍSTICA
«Para promover un movimiento en pro de la reforma educativa, los integrantes del Departamento de Educación decidieron que era necesario ponerse a trabajar definiendo unas metas […]. Empezaron buscando cuáles eran las cualidades que debían esforzarse en cultivar en los estudiantes, la próxima generación que se haría cargo del futuro.
¿Qué características eran necesarias para que los niños fueran felices e hicieran del mundo un lugar mejor? Conversaron extensamente y analizaron el tema desde diversas perspectivas antes de llegar a un acuerdo sobre las cualidades ideales que, sentían, era importante fomentar a través de la educación.
En primer lugar, debían alentar el desarrollo de personas que pudieran experimentar la alegría de vivir. Segundo, impulsar el crecimiento de seres capaces de prosperar y coexistir armoniosamente con los demás y con la naturaleza. Y tercero, forjar individuos comprometidos con el desarrollo y la mejora propia y de su entorno. […]
Después de fijar con claridad las tres clases de cualidades que deseaban cultivar en los alumnos a través de la educación humanística, los integrantes del Departamento de Educación empezaron a considerar los principios educativos prácticos que necesitaban para alentar el desarrollo de personas que poseyeran tales características.
Finalmente, concibieron cinco principios que deben reflejarse en la educación:
- Respeto por la dignidad de la vida.
- Fe en la variada riqueza del potencial humano.
- Énfasis en la relación entre educadores y educandos, así como en la inspiradora interacción entre ambos.
- Una meta compartida por maestros y alumnos, que consiste en la creación incesante de valores y en el esfuerzo por el cambio personal.
- Una comprensión cabal de la capacidad de los estudiantes que permita brindar una guía apropiada.
[…] Concordaron en que el valor de la vida debía ser la máxima prioridad en todos los aspectos del proceso educativo, y que jamás debía ser desvalorizado o reducido a un medio para el logro de un fin.
También afirmaron que la educación debía existir siempre, antes que ninguna otra cosa, en bien del individuo, y jamás convertirse en una herramienta de la política o de cualquier otra institución, como había ocurrido en el pasado, durante la guerra, cuando el Gobierno japonés había utilizado el sistema educativo como un medio para doctrinar a la ciudadanía. […]
Las guías fueron un brillante haz de luz que se proyectó en una sociedad japonesa sumida en la oscuridad a causa de la falta del sentido de propósito».[1]
TODO EMPIEZA POR LA REVOLUCIÓN HUMANA DEL PROPIO EDUCADOR
«Al inicio del “Año de la educación y la familia” [1975], Shin’ichi Yamamoto compuso un poema titulado “Educación”, que fue publicado en la revista mensual de estudio de la Soka Gakkai, Daibyakurenge […]. Quería brindar orientación y aliento a todas las personas que estaban dedicadas a la formación de los seres humanos, incluyendo a los educadores y a los padres. El poema decía:
Los niños no son posesiones.
Ellos son dueños de sí mismos
y tesoros de compartidos de toda la humanidad.
La educación basada en el respeto por los niños
será la fuerza motriz del cambio social.
Fácil es educar a otros,
difícil educarse…
Permanecer en el curso correcto toda la vida
y seguir educándose a uno mismo
es el camino de la revolución humana.
Un pequeño consejo, incluso,
puede provocar el mayor punto de inflexión en la vida de uno.
Un pequeño comentario descuidado
puede causar una herida que jamás sanará.
Educar y orientar comienzan a partir de
prestar cuidadosa atención a los sentimientos ajenos.
En su poema, Shin’ichi delineó los principios básicos de la educación, enfatizando la importancia de atesorar a los demás, escuchar sus problemas y compartir sus sufrimientos. Quería que este espíritu esencial establecido desde los tiempos pioneros de la Soka Gakkai jamás pasase al olvido.
La educación basada en el respeto por los niños será la fuerza motriz del cambio social.
Esta era la imagen del liderazgo que Shin’ichi trataba de inculcar siempre en quienes ocupaban posiciones en la organización. La Soka Gakkai debe ser un lugar donde se fomenta el desarrollo de educadores en la vida, haciendo de su avance el progreso del movimiento por la educación humanística.
El budismo, la filosofía de la revolución humana, es también la filosofía educativa más fundamental».[2]
[1] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Volúmenes 23 y 24, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2021, págs. 351-352.
[2] ↑ Ib., págs. 352-353.