Hacia la realización de los exámenes de estudio budista
El movimiento de estudio budista y, como parte de él, la realización de exámenes constituyen una arraigada tradición de la Soka Gakkai. Esta brinda a miembros y simpatizantes una invalorable oportunidad para profundizar, de una manera pautada y acompañada, en la vida y las enseñanzas de Nichiren Daishonin, y en el modo en que la Soka Gakkai ha puesto en práctica estas últimas con la guía de los tres presidentes fundadores. A continuación, presentamos una segunda entrega de la serie que iniciamos el mes anterior para contribuir al impulso de este movimiento por la SGEs en este cuatrimestre.
En la III Conferencia Virtual de la SGI, «El resplandeciente camino del kosen-rufu mundial: Aprendamos de La nueva revolución humana», que se está visionando en este periodo en la SGEs, el vicepresidente Hiromasa Ikeda afirma que una de las razones por la cual es provechoso estudiar La nueva revolución humana es que constituye una guía sobre la práctica del budismo. El autor de dicha obra de historia novelada, Daisaku Ikeda, afirma en su epílogo que es «una crónica fiel y verdadera sobre el espíritu de la Soka Gakkai». Por este motivo, merece ser leída por sus discípulos como una guía de formación en la fe, que permite aprender y cultivar el espíritu Soka –un libro de validez eterna, que deja a la posteridad un registro de la historia del kosen-rufu, el espíritu Soka y el ideario del maestro Ikeda–.
En el capítulo «Afirmar la base» del volumen 8 de la obra, se relata la experiencia de una mujer de la pequeña isla japonesa de Amami Oshima que, aun siendo miembro, descubrió la esencia del budismo Nichiren gracias a participar en el movimiento de estudio dirigido a la realización del examen introductorio. [1]
Esta mujer había ingresado en la Soka Gakkai en diciembre de 1956, pero no lo había hecho motivada por su convicción, sino por la desconfianza. Su hija había sido aceptada en un instituto situado en una de las islas principales de Japón, y ella se había instalado también allí para acompañarla, mientras su esposo permanecía en Amami. En ese período, fue la hija quien, inspirada por un primo, decidió iniciar la práctica del budismo Nichiren en la Soka Gakkai, impresionada por su absoluta convicción de que mediante la fe y la práctica budista todas las oraciones son contestadas. Escribió al padre pidiéndole permiso para ingresar en la organización, y él le contestó que, si ella pensaba que era lo correcto, él no tenía objeciones. Pero la madre era escéptica, y no quería que su hija quedara atrapada en un mundo extraño. Así que, para vigilarla de cerca y protegerla en caso de necesidad, había decidido ingresar ella también.
Cuando la hija inició sus estudios universitarios en otra de las islas principales, más alejada aún, la madre regresó a Amami. Y, como se puede deducir, aunque la mujer era miembro de la Soka Gakkai no estaba particularmente involucrada en las actividades. Sin embargo, esto cambió cuando, alentada por una compañera, decidió realizar el examen introductorio de estudio budista.
Descubrió que, para apoyarlas en el estudio, una responsable de la organización viajaría todas las semanas desde una de las islas principales. Se sintió genuinamente conmovida por la actitud de esa antecesora, dispuesta a viajar unas veinte horas en barco, costeándose los gastos, sin esperar recompensa material alguna por ello.
A medida que estudiaba los principios budistas y leía los escritos de Nichiren Daishonin, su antigua impresión de que todas las religiones eran meras supersticiones y que no se debía confiar en ellas había ido cambiando. Desde luego, podía haber otras enseñanzas superficiales o abiertamente equivocadas; pero ahora tomaba conciencia de que el budismo Nichiren estaba asentado en una filosofía sólida y verdadera.
De este modo, comenzó a confiar en su práctica y, después de hacer y aprobar el examen, se dedicó con entusiasmo a las actividades de Gakkai. Y su vibrante ejemplo influyó en el esposo, que decidió ingresar también como miembro y que la apoyaba en todo.
Con el tiempo, ciertos problemas de salud que había asumido como crónicos fueron disminuyendo, y su fe se hizo cada vez más profunda. Cuando formalizó una estructura organizativa en Amami Oshima, esta otrora escéptica y ahora vigorosa promotora del budismo fue designada responsable del Departamento de Mujeres.
Los tiempos son diferentes, pero la fórmula para el desarrollo de valores humanos es la misma. La sinceridad de los antecesores en la fe que visitan a los compañeros con la meta de crecer juntos conmueve sus corazones. Al profundizar juntos en el estudio, nuestra comprensión se consolida y se transforma en convicción y en práctica.
En un ensayo dirigido a los practicantes jóvenes, Daisaku Ikeda plantea tres razones por las cuales es fundamental estudiar las enseñanzas del budismo Nichiren:
El budismo Nichiren es una filosofía sin parangón, que forma individuos de humanismo sin par… La pasión y la fuerza de los jóvenes que practican esta inestimable filosofía es lo que creará una nueva época.
¿Por qué es importante que la juventud estudie las enseñanzas del budismo Nichiren? Hay varias razones, pero creo que pueden resumirse en los siguientes tres puntos.
En primer lugar, el estudio del budismo nos ayuda a tener una fe más profunda.
Nunca olvidaré el pesar de mi maestro, Josei Toda, al recordar cómo, lamentablemente, la mayoría de los miembros de la Soka Gakkai habían abandonado la fe en la Segunda Guerra Mundial, a raíz de la represión del gobierno militar japonés. «Como no tenían una base sólida, nutrida por el estudio de las enseñanzas –dijo–, no pudieron entender la esencia del budismo Nichiren. Se acobardaron y fueron vencidos por la persecución. Es una verdadera lástima… Y es un error que no permitiré que se repita nunca más».
El estudio del budismo es un faro que alumbra el camino de la fe. Hasta las complejas funciones negativas que surgen para obstruir nuestro avance, una vez reflejadas en el brillante espejo de las enseñanzas budistas, quedan expuestas y a la vista.
Ciertamente, estudiar los principios del budismo nos permite erigir nuestra propia base firme en la fe y obra como un motor de nuestra revolución humana. Por tal motivo, cuando el maestro Toda se propuso reconstruir la organización basado en el estudio del budismo comenzó dando un ciclo de conferencias sobre el Sutra del loto.
En segundo lugar, el estudio budista es una fuerza impulsora del kosen-rufu.
Los escritos del Daishonin muestran la enseñanza correcta del budismo Nichiren y el camino de la propagación basada en «refutar lo erróneo y revelar lo verdadero». También describen cabalmente la postura de fe esencial para lograr el kosen-rufu y para comportarnos como líderes budistas, así como también los factores esenciales para forjar valores humanos.
Estudiar los escritos del Daishonin es tomar contacto con su espíritu; es recibir un poderoso aliento directamente del Buda del Último Día de la Ley, y guías para promover el kosen-rufu.
Solo podemos decir que estamos estudiando el budismo Nichiren de verdad cuando nuestras acciones se alinean con los escritos del Daishonin. Sin práctica no hay estudio genuino del budismo. Y cuando traducimos en acción las enseñanzas, en nuestra vida aflora una valentía ilimitada, y podemos poner en juego una fuerza y una capacidad igualmente ilimitadas.
En tercer lugar, el estudio budista constituye los cimientos para establecer un nuevo humanismo.
Nuestra época está plagada de graves problemas; entre ellos, la amenaza de una guerra nuclear, conflictos étnicos, la crisis ambiental y la de los sistemas educativos, así como otras cuestiones sociales. Aunque las personas ansiamos la felicidad y la paz mundial, las cosas parecen volverse cada vez más confusas y caóticas. Esto resulta de la ausencia de una filosofía de vida sólida.
Creo que las enseñanzas del budismo son capaces de iluminar cada uno de estos problemas. De hecho, el camino hacia un nuevo humanismo solo se podrá consolidar cuando nos basemos en principios budistas como el respeto a la vida y el amor compasivo, la inseparabilidad entre el cuerpo y la mente, y la inseparabilidad entre el sujeto y el medio ambiente. Un instrumento que sirvió para expresar los principios budistas sobre la dignidad de la vida fue la «Declaración para la abolición de las armas nucleares» que enunció Toda Sensei.
Lo hizo con la convicción de que no habría ningún futuro brillante para la humanidad a menos que los miembros del Departamento de Jóvenes –en quienes recaería la responsabilidad del siglo XXI– profundizaran su comprensión de la filosofía del budismo Nichiren, una suprema enseñanza global que permite a la humanidad construir una felicidad sostenible. Tenía la seguridad de que los jóvenes practicantes de este camino llegarían a ser, en todo el mundo, líderes en cada campo del quehacer humano.
Toda Sensei siempre encaraba el estudio del budismo con la misma intensidad y el mismo rigor con que un maestro de la esgrima perfecciona su arte. En una oportunidad, había ido a Osaka a dar una conferencia, pero cayó enfermo y pidió a un responsable del Departamento de Estudio que ocupase su lugar. Sin embargo, cuando llegó la hora, se levantó de la cama y anunció:
Finalmente, me encargaré yo. En el capítulo «Duración de la vida» del Sutra del loto se lee: «Nunca, ni siquiera un instante, he descuidado la tarea del Buda».[2] El Buda jamás descansa en su esfuerzo por aliviar los sufrimientos de las personas. He viajado hasta aquí para dar esta conferencia, de modo que no puedo pedirle a otro que lo haga por mí. Aunque muriera en el intento, no tendría nada que reprocharme.
La determinación de mi maestro, capaz de retar incluso a la muerte, me enseñó cuán solemne es la responsabilidad de transmitir las enseñanzas del budismo Nichiren.
En mi juventud, estudié exhaustivamente los escritos del Daishonin, hasta el punto de aprender de memoria muchos de sus escritos más importantes. Ese esfuerzo me brindó una base de valor perdurable, que me sustenta hasta el día de hoy.
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[1] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vols. 7 y 8, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, págs. 237 y ss.
[2] ↑ SL, cap. 16, pág. 225.