A continuación presentamos el extracto de un reciente ensayo de Daisaku Ikeda, perteneciente a la serie Nuestra brillante revolución humana.
[…] Estudié grandes obras de la literatura mundial bajo la tutela de [mi maestro, el segundo presidente de la Soka Gakkai,] Josei Toda. Jamás olvidaré el aliento estricto y, a la vez, cálido que me brindó mientras dialogábamos sobre el clásico chino Romance de los tres reinos: «¡Los jóvenes deben pensar como Zhuge Liang! ¡Deben armarse de sabiduría! ¡Y deben lograr una victoria tras otra, en beneficio de la gente!».
Zhuge Liang (181-234), el brillante estadista y estratega cuyas hazañas se relatan en dicho texto, una vez declaró: «Una amistad entre personas con verdadero carácter que ha dado lugar a una profunda comprensión mutua permanece inalterable y sin merma a lo largo de las estaciones, y se fortalece tanto en épocas de prosperidad como en la adversidad».[1] Esto describe perfectamente la amistad que mantuvieron hasta el final Zhuge Liang y el general y luego emperador Liu Bei (161-223), que eran «inseparables como los peces y el agua en que nadan».
El maestro Toda a menudo señalaba: «Creamos confianza cuando hablamos sobre budismo a otras personas». Estaba convencido de que el diálogo basado en una seria oración y en el deseo genuino de que los demás sean felices es lo que nutre una amistad auténtica, aunque en un primer momento nuestra sinceridad no sea apreciada.
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«Si el amor compasivo de Nichiren es realmente grande y amplio, Nam-myoho-renge-kyo se propagará durante diez mil años y más aún, por toda la eternidad».[2] Estas palabras del escrito Saldar las deudas de gratitud están grabadas en el monumento que adorna el vestíbulo de la Sede del Gran Juramento del Kosen-rufu en Shinanomachi, Tokio.
En sintonía con el juramento de Nichiren Daishonin, que hizo con la mirada puesta en el eterno futuro del Último Día, los miembros de la Soka Gakkai nos hemos puesto en pie para cumplir la misión de los Bodisatvas de la Tierra, enarbolando el estandarte del kosen-rufu mediante la propagación compasiva de la gran Ley.
[…] [H]ace 75 años [en 1947], Toda Sensei escribió un artículo sobre la propagación que se publicó en Kachi Sozo (Creación de valor), el boletín de la Soka Gakkai en aquel entonces; Japón todavía experimentaba la agitación y la devastación de la posguerra. Mi maestro expresó su profunda preocupación por sus conciudadanos, abrumados por las tres calamidades que destaca el Daishonin en su tratado Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra: el alza de precios del grano o inflación (especialmente, la ligada a la hambruna), la guerra y las epidemias. E hizo un llamamiento a la juventud: «El beneficio de abrazar la Ley Mística es el fortalecimiento de la vitalidad de todas las personas […]. Por eso, para permitir a la mayor cantidad posible de gente abrazar esta enseñanza, es tan importante dedicarnos a la propagación. Quienes la practiquen podrán desplegar su potencial en todos los campos: los negocios, la cultura y las artes, y abrir el camino hacia la reconstrucción del país».[3]
Por mi parte, en aquel momento, con 19 años, acababa de ingresar en la Soka Gakkai, y tomé esas palabras con la mayor seriedad. El esfuerzo incansable que hicimos los jóvenes para propagar el budismo Nichiren en unión de propósito con nuestro maestro se tradujo en el surgimiento de una marea de Bodisatvas de la Tierra cuyas actividades en la sociedad fueron cruciales para impulsar la reconstrucción del Japón de posguerra.
El eminente historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975) elogió la labor de la Soka Gakkai en ese período, diciendo que había que reconocer a nuestro movimiento «un logro espiritual equiparable al progreso material del pueblo japonés en el ámbito económico».[4]
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Transmitir el budismo Nichiren a otras personas es el más difícil de todos los emprendimientos. Recuerdo muchas oportunidades en mi juventud en las que no encontré la forma de expresar claramente lo que quería o en las que, a pesar de esforzarme yo al máximo al hablar sobre nuestra práctica, mi interlocutor no mostró interés. Fue un proceso continuo de prueba y error. Envié cartas que me fueron devueltas sin haber sido abiertas siquiera, y me vi esperando en sitios y horarios convenidos a personas que no se presentaron.
Pero en mi corazón ardía el espíritu de lucha, con el deseo de hacer feliz a Toda Sensei expandiendo nuestro movimiento por el kosen-rufu. Mi gratitud y reconocimiento hacia mi maestro impulsaban mis esfuerzos. «Soy joven –pensaba–: no puedo dejar que la indiferencia de alguien me desaliente. Necesito hablar con convicción y orgullo».
En esa época escribí en mi diario: «¡Joven! Avanza, sin importar lo que digan los demás. Dedícate a la propagación con orgullo, como discípulo de Nichiren Daishonin, como discípulo de Toda Sensei».
Cada oportunidad en la que ayudé a alguien a abrazar la fe en el budismo Nichiren en medio de esta lucha brilla en mi vida como el «único recuerdo de mi existencia en este mundo humano».[5]
Unas veces, nuestra dedicación a transmitir las enseñanzas del Daishonin produce resultados inmediatos y, otras, no. Sin embargo, el solo hecho de hablar a otras personas sobre el budismo constituye la noble práctica de sembrar las semillas de la iluminación.
En la parte en verso del capítulo «La duración de la vida de El Que Así Llega» del Sutra del loto que recitamos durante el gongyo, Shakyamuni afirma que el pensamiento constante con el cual predica la Ley es cómo hacer para que todos los seres «adquieran rápidamente el cuerpo de un buda»;[6] es decir, logren la iluminación.
En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin dice que la expresión «adquieran rápidamente el cuerpo de un buda» significa lo mismo que la frase del capítulo «El bodisatva Jamás Despreciar» que sostiene «todos lograréis la budeidad con certeza».[7]
Cada mañana y cada tarde, alineando nuestro corazón con el del Daishonin, oramos por la iluminación de todas las personas y reafirmamos nuestra misión como Bodisatvas de la Tierra mediante el compromiso inquebrantable de transmitir el budismo. Es por ello que nuestra asamblea de flores humanas, de torres de tesoros, se ha expandido en todo el mundo.
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Nichiren Daishonin escribe: «Uno puede conocer los pensamientos de otra persona escuchando su voz. Esto se debe a que el aspecto físico revela el aspecto espiritual».[8] Nos está diciendo que nuestras voces comunican a los demás nuestra sinceridad.
Como miembros de la Soka Gakkai que luchamos incansablemente día y noche por la felicidad propia y ajena, nuestras palabras resuenan con la voz benevolente del Buda.
El fundador y primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi dijo una vez: «Dialogar sobre la filosofía del Daishonin es un acto de amor compasivo. Debemos hacerlo con el sincero anhelo de eliminar el sufrimiento e impartir alegría, de acuerdo con las palabras de oro que enseñan: “Quien libra del mal a la persona que actúa erróneamente es como un padre para ella”».[9]
Por su parte, el maestro Toda declaró: «El solo deseo de ayudar a quienes sufren es suficiente para transmitir a otros nuestra sincera convicción en la grandeza del Gohonzon. No son necesarias argumentaciones elaboradas».
Tenemos el Gohonzon, y la fe en él nos asegura que ninguna oración quedará sin respuesta. Tenemos la Ley Mística, que nos permite convertir la tristeza en esperanza, el karma en misión, y la desesperación en coraje para avanzar. Tenemos el aliento de nuestros compañeros miembros, con quienes «compartimos como amigos las alegrías y tristezas».[10]
Si sentimos la alegría de la fe, lo único que necesitamos es transmitir a nuestros amigos, positiva y sinceramente, nuestro apasionado deseo de que lleguen a ser felices y nuestra absoluta convicción de que pueden lograrlo. Basta con hablar francamente, a nuestra manera.
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El conde Richard Coudenhove-Kalergi (1894-1972), pensador austríaco y precursor de la unificación europea, declaró: «La verdad une y conecta».[11]
Mi primer encuentro con él tuvo lugar durante su visita a Japón, la tierra natal de su madre, en octubre de 1967. Me dijo: «En el renacimiento budista que la Soka Gakkai está propulsando en Japón veo una respuesta al materialismo que prevalece en nuestro mundo. Es la apertura de una nueva época en la historia de la religión». Percibió sagazmente que nuestro movimiento de revolución humana estaba ofreciendo un rumbo a la religión mundial del futuro.
Tres años más tarde, en octubre de 1970, volví a dialogar con él. En total, nos reunimos cuatro veces, sumando más de diez horas de conversación. Nuestro diálogo se compiló en un volumen titulado Bunmei: Nishi to Higashi (La civilización: Oriente y Occidente). Ese fue el primero de los aproximadamente ochenta diálogos que he publicado con pensadores de todo el mundo.
Como egresado de la «Universidad Toda», he conversado y creado lazos de vida a vida con personas de todos los ámbitos –desde mandatarios nacionales hasta personas anónimas, incluidos niños– sin considerar las diferencias de creencias o de posición social. Simplemente, de ser humano a ser humano. A través de un diálogo sincero y abierto, he transmitido de manera clara la esencia de nuestra religión humanística, nuestra religión para todas las personas.
Hoy, más que nunca, en una época en que el grito de quienes ven sus vidas desgarradas por las divisiones y los conflictos llega a todos los rincones, el mundo necesita palabras basadas en el valor universal de la vida, palabras de esperanza que puedan unir a las personas.
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El Daishonin declara: «El gran mal prenuncia la llegada de un gran bien. Si todo el territorio de Jambudvipa [el mundo entero] se viese arrojado al caos, no habría dudas de que [el Sutra del loto sería] “ampliamente propagado en todo Jambudvipa”[12]».[13]
Estamos viviendo un período cada vez más turbulento, signado por la pandemia de la COVID-19 y la inestabilidad global. Pese a ello, o precisamente por ello, expresemos el amor compasivo en forma de acciones valientes para «eliminar el sufrimiento e impartir alegría», esforzándonos siempre en el lugar de nuestra misión para entablar el diálogo budista como camino directo hacia la felicidad de nosotros mismos y de los demás.
[…] Quiero transmitir este mensaje a nuestros hombres jóvenes, leones que comparten mi espíritu; a nuestras hermanas Kayo, flores del kosen-rufu y soles de esperanza; a los miembros del Departamento de Estudiantes, precursores del intelecto y de la sabiduría: el futuro de la Soka se abre infinitamente allí donde se forjan jóvenes capaces. Vuestra pasión y vuestra fuerza promoverán de manera ilimitada la seguridad en la sociedad y la paz en el mundo.
El poeta y filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson (1803-1882) escribió: «Serás el portador y el emisario de todo lo bueno y noble».[14] Para lograrlo, es importante tener carácter y humanidad, así como la capacidad de emplear el poder de la palabra para entablar diálogo.
El kosen-rufu es una lucha de palabras. Es una batalla que debemos librar con palabras: palabras de verdad y de justicia que derrotan la mentira y el mal, palabras de sabiduría y de aliento que brindan la fuerza necesaria para triunfar sobre la adversidad.
El kosen-rufu es una lucha de palabras […]: palabras de verdad y de justicia que derrotan la mentira y el mal, palabras de sabiduría y de aliento que brindan la fuerza necesaria para triunfar sobre la adversidad.
Toda Sensei dijo: «La Soka Gakkai está dedicada a proteger la vida, el tesoro más preciado del mundo. Por lo tanto, llevamos la cuenta y estamos pendientes de las personas a las que hemos ayudado a practicar la Ley Mística y ser felices».
Transmitiendo esta filosofía de respeto por la dignidad de la vida a un individuo tras otro, demos grandes y nuevos pasos en dirección a la felicidad y la paz, iluminando el mundo vigorosa e intensamente.
¡Qué alegría es entablar diálogos vivaces y entusiastas!
Cumpliendo cada uno nuestra noble misión, ¡escribamos juntos una crónica de oro de lucha conjunta y de la expansión de nuestro movimiento a través del diálogo.
(Traducción del artículo publicado el 26 de octubre de 2022 en el Seikyo Shimbun).
[1] ↑ NAKABAYASHI, Shiro: Shokatsu Komei Goroku, Tokio: Ed. Meitoku, 1986, pág. 102.
[2] ↑ Saldar las deudas de gratitud, en END, pág. 773.
[3] ↑ TODA, Josei: Toda Josei Zenshu, vol. 1, Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1981, pág. 335.
[4] ↑ Prológo de Arnold Toynbee a IKEDA, Daisaku: The human revolution, Tokio: Weatherhill, 1972, vol. 1, pág. x.
[5] ↑ Véase Preguntas y respuestas referidas a abrazar el «Sutra del loto», en END, pág. 68.
[6] ↑ SL, cap. 16, pág. 230.
[7] ↑ Ib., cap. 20, pág. 264. Citado también en OTT, pág. 161.
[8] ↑ Abrir los ojos de las imágenes talladas y pintadas, en END, pág. 89.
[9] ↑ Comentario sobre el «Sutra del nirvana», del gran maestro Chang-an.
[10] ↑ Véase Reply to the Honorable Konichi (Respuesta a Konichi la Honorable), en WND-2, pág. 964.
[11] ↑ COUDENHOVE-KALERGI, Richard Nikolaus: «Wahrheitsliebe», en Ethik und Hyperethik, Leipzig: Neue Geist-Verlag, 1923, pág. 48.
[12] ↑ SL, cap. 28, pág. 318.
[13] ↑ Véase El kalpa de disminución, en END, pág. 1168.
[14] ↑ EMERSON, Ralph Waldo: Letters and Social Aims (Cartas y aspiraciones sociales), en The Works of Ralph Waldo Emerson (Obras de Ralph Waldo Emerson), vol. 3, Londres: George Bell and Sons, 1904, pág. 230.