A continuación, presentamos un extracto de un reciente ensayo de Daisaku Ikeda, perteneciente a la serie Nuestra brillante revolución humana.
Este año representa el 60.° aniversario de una serie de disertaciones que brindé ante representantes del Departamento de Estudiantes de la Soka Gakkai sobre el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente [ciclo que comenzó el 31 de agosto de 1962].[1]
¡Qué alegría insuperable ha sido luchar por el kosen-rufu en unión de maestro y discípulo junto a esos sinceros estudiantes a lo largo de décadas, hasta poder afirmar hoy que estamos «compartiendo con ellos las canas y la vejez»![2] Son todos mis camaradas, existencia tras existencia.
En una de esas disertaciones hace sesenta años, alguien preguntó si los responsables de la Soka Gakkai debían ser optimistas. Ese era el tipo de preguntas que hacían nuestros sagaces e inquisitivos miembros del Departamento de Estudiantes.
Mi respuesta vino a ser la siguiente: «Los responsables deben ser precavidos y decidir triunfar en todas las contiendas. Un optimismo que no se base en esa postura sería propio de un responsable que no considera seriamente el sentir de las personas. El verdadero optimismo yace en seguir sonriendo y avanzando con valentía en pos del kosen-rufu, por la felicidad y la victoria de las personas, aunque uno sea difamado o encuentre obstáculos».
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En una carta fechada el 3 de julio de 1278, el Daishonin escribió a la monja laica Myoho:
Puesto que el Sutra del loto define nuestro cuerpo como el cuerpo del Dharma de El Que Así Llega; nuestra mente, como el cuerpo de la recompensa de El Que Así Llega; y nuestras acciones como el cuerpo manifiesto de El Que Así Llega, todos los que mantengan la fe en una frase o verso de este sutra poseerán los beneficios de estos tres cuerpos[3] [del Buda].[4]
Hoy, las mujeres Soka –que irradian física y mentalmente la ilimitada fuerza vital de la budeidad– están generando olas de paz y felicidad, a través de expresar en su conducta y en sus acciones el supremo respeto a la dignidad y al valor de todas las personas.
Mi esposa Kaneko y yo estamos orando cada día para que ustedes, nuestras preciadas camaradas –y muy especialmente las radiantes predecesoras del grupo Muchos Tesoros– disfruten de una vida larga, sana, segura y protegida, gocen de beneficios y de buena fortuna sin límites, y hagan realidad todas sus oraciones. Les pido que, en esta temporada de intenso calor estival, cuiden mucho su salud.
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Durante mi diálogo con el historiador británico Arnold J. Toynbee, hace medio siglo, le pregunté cuál era su lema personal. El académico, que en ese entonces tenía 83 años, respondió sin vacilar: «¡Laboremus!», que en latín significa «¡Pongámonos a trabajar!».
Cuando regresé a Japón, las primeras personas a quienes transmití ese inspirador lema fueron mis compañeros del Departamento de Hombres, en un vivaz curso de capacitación estival. Les dije: «¡Hoy, una vez más, pongámonos manos a la obra! ¡Perseveremos en nuestra labor, que es la tarea del Buda!».
Recuerdo con afecto que nos prometimos juntos vivir toda la existencia como personas de sabiduría, con abundante vitalidad y espíritu siempre juvenil, cuidando al mismo tiempo nuestra salud.
Una vez, el profesor Toynbee dio este consejo dirigido a jóvenes colegas: «El mejor momento para iniciar la próxima tarea no es mañana ni la semana siguiente. […] Es ahora mismo».[5] Este es el espíritu de nuestros pilares dorados, los compañeros del Departamento de Hombres, ¡los Shijo Kingo de la Soka!
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El diálogo que se desarrolla a lo largo del tratado Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, la amonestación que Nichiren Daishonin presentó a las autoridades el 16 de julio de 1260, comienza con esta propuesta formulada al huésped: «¡Conversemos extensamente sobre esta cuestión!»,[6] y termina con el compromiso de este último de iniciar el diálogo para difundir la enseñanza correcta.
Por «el bienestar de la nación, de la Ley y de los demás»,[7] nos sentimos compelidos a transmitir los principios afirmadores de la vida que proclama el budismo Nichiren. Queremos poner al alcance del mayor número posible de personas la sabiduría y el espíritu compasivo del Camino Medio budista. Aspiramos a brindar a la sociedad valores humanos de auténtico compromiso, dedicados a servir a la gente. Esta profunda e intensa pasión es la fuerza motriz de nuestros esfuerzos. […]
En la carta a la monja laica Myoho que mencioné antes, el Daishonin también escribe: «la luz de una [sola] antorcha [es suficiente para iluminar] un sitio que ha estado a oscuras durante cien, mil o diez mil años».[8] El mundo, envuelto en un oscuro manto de nubes, ansía la sabiduría luminosa de nuestro budismo del sol.
¡Liderados por nuestros confiables jóvenes sucesores, iluminemos el corazón de todos los que nos rodean con la luz cálida de la amistad, la confianza, la empatía, la inspiración, la innovación y la solidaridad de nuestra familia Soka!
De acuerdo con las palabras del Daishonin que afirman que «cuando el cielo se despeja, la tierra se ilumina»,[9] ¡alumbremos los lugares donde vivimos con la sabiduría del budismo del sol, y abramos nuevas rutas en la creación de un futuro brillante y esperanzador para nuestro mundo!
(Traducción del artículo publicado el 24 de mayo de 2022 en el Seikyo Shimbun).
[1] ↑ N. de E.: La importancia del estudio budista se aborda también en otras secciones de este número de Civilización Global, en particular en «Estudio mensual».
[2] ↑ On the Offering of a Mud Pie, en WND-2, pág. 500.
[3] ↑ El cuerpo del Dharma es la verdad o Ley fundamental, con respecto a la cual el Buda se ha iluminado. El cuerpo de la recompensa es la sabiduría necesaria para percibir la Ley. Y el cuerpo manifiesto es la acción compasiva que lleva a cabo el Buda para guiar a las personas a la felicidad.
[4] ↑ La única frase esencial, en END, pág. 966.
[5] ↑ TOYNBEE, Arnold J.: Experiences, Londres: Oxford University Press, 1969, pág. 5.
[6] ↑ Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, en END, pág. 7.
[7] ↑ Razones por las cuales escribí «Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra», en END, pág. 173.
[8] ↑ Véase La única frase esencial, en END, pág. 967.
[9] ↑ El objeto de devoción para observar la vida, en END, pág. 397. La cita continúa: «Del mismo modo, cuando uno conoce el Sutra del loto, comprende el significado de todas las cuestiones mundanas».