Entrevistamos a Lorenzo «Lolo» Vuoturni, cofundador de Can Pizza, pizzería que empezó en el extrarradio barcelonés y que este año ha celebrado su décimo aniversario y la apertura de su décimo local, sin renunciar a sus valores.
Fotos: Cortesía de Lolo Vuoturni
¡Felicidades por el décimo cumpleaños de Can Pizza! En esta década, vuestro negocio ha logrado destacar en el panorama gastronómico del país. ¿Podrías contarnos cómo nació la idea de Can Pizza y cómo habéis alcanzado tantos hitos?
Can Pizza nació de la iniciativa de tres amigos que buscábamos abrir una pizzería para los colegas que cambiara un poco el concepto de pizzería que primaba en Barcelona, que seguía siendo el tradicional de manteles blancos y camareros formales. Buscando local vimos una antigua chatarrería, en una calle estrecha –que ni siquiera estaba en Barcelona, sino en el Prat de Llobregat–, y nos gustó. Allí empezamos, en 2014.
Poco a poco, empujados por nuestro entusiasmo y por el buen hacer de los chicos que colaboran con nosotros, nuestras pizzas empezaron a ser reconocidas. Comenzó a venir gente de Barcelona al Prat para probarlas. Abrimos otro local, sin descuidar el primero, y luego otro… Y empezamos a recibir premios. En el I Concurso Nacional de Pizzas, en 2021, tuvimos el premio a la mejor pizza de estilo libre de España. En 2023 volvimos a estar ahí.
Así hemos llegado a los diez años, con ocho locales en el área de Barcelona, uno en Madrid y otro en Ibiza.
Buscábamos abrir una pizzería para los colegas que cambiara un poco el concepto de pizzería que primaba […]. Poco a poco, empujados por nuestro entusiasmo y por el buen hacer de los chicos que colaboran con nosotros, nuestras pizzas empezaron a ser reconocidas.
Detrás de estos éxitos habrá, sin duda, un importante esfuerzo para gestionar un equipo humano que no ha parado de crecer. Sois varios socios y entendemos que cada uno atenderá tareas diversas. ¿Cuál es tu rol específico dentro de Can Pizza?
Me ocupo de todo lo que son los menús y, sobre todo, de las relaciones humanas.
La hostelería es muy exigente y un tema básico es fomentar el buen ambiente e intentar que los conflictos que puedan surgir no crezcan, sino que se resuelvan. El diálogo es la herramienta principal.
Buscamos que nuestros trabajadores se sientan como en casa. En total somos unas 240 personas y yo, de primera mano, gestiono un equipo de 25. Es complicado llegar a todos, pero trato de encarnar el espíritu de respeto que aprendo de mi maestro, e intento cuidarlos y que se sientan cómodos. Somos una organización de personas y, si nos basamos en el respeto hacia cada uno, el negocio prosperará.
Buscamos que nuestros trabajadores se sientan como en casa. En total somos unas 240 personas y […] es complicado llegar a todos, pero trato de encarnar el espíritu de respeto.
En sintonía con este enfoque de respeto hacia todas las personas basado en el diálogo, Can Pizza destaca por su compromiso social. ¿Podrías hablarnos sobre los proyectos solidarios en los que participáis?
A nivel social colaboramos, desde el minuto uno, con Open Arms y con varios artistas de Barcelona y Madrid, con los que hacemos camisetas para recaudar dinero para esta ONG. Desde hace cinco años colaboramos también con la Fundación Diagrama, que trabaja en la atención de las necesidades de personas vulnerables. Concretamente, desde Can Pizza ayudamos a jóvenes sin papeles a insertarse en el mundo laboral, pudiendo así regularizar su situación e integrarse en la sociedad. Son chicos que a menudo tienen historias de vida muy duras…
Yo, en lo personal, colaboro también con AEI Raval, una entidad que desarrolla programas socioeducativos en el barrio del Raval en Barcelona. Soy tutor (no legal) de varios adolescentes con distintos problemas y pocos recursos. Algunos de ellos no tienen familia, y los acompaño en una etapa de sus vidas que de por sí es complicada.
Tras la devastación provocada por la DANA el 29 de octubre, hemos visto cómo amplios sectores de la sociedad se han volcado en la ayuda a la recuperación. En Can Pizza habéis sido ejemplo de solidaridad activa en momentos de crisis, como la etapa de confinamiento durante la pandemia…[1]
Sí, durante el confinamiento nosotros seguimos abiertos y hacíamos pizzas que repartíamos a la gente sin hogar y también a los hospitales de Barcelona. El objetivo era ayudar a quienes estaban sufriendo más que nosotros. Y es que creo que los negocios tienen que contribuir a la sociedad. Por eso nosotros, desde Can Pizza, intentamos apoyar a quien lo necesita a nuestro alrededor.
Esta clase de reacciones pueden parecer naturales, especialmente al escuchar tus argumentos, pero no son necesariamente las más comunes. Antes has hecho referencia a las actividades de la Soka Gakkai. ¿Consideras que tu participación en ellas y tu práctica del budismo Nichiren te han ayudado a mantener una actitud humilde y altruista, sin dejarte cegar por el éxito?
Tengo la suerte de haber crecido en una familia budista. Mi mamá me crio con estos valores.
Empecé a practicar por mí mismo hace siete años, pero he absorbido los principios del budismo de Nichiren Daishonin desde pequeño, porque las reuniones de diálogo se hacían en mi casa y yo escuchaba lo que se decía en ellas.
Creo que los negocios tienen que contribuir a la sociedad. Por eso nosotros […] intentamos apoyar a quien lo necesita a nuestro alrededor. […] Tengo la suerte de haber crecido en una familia budista. Mi mamá me crio con estos valores.
Ahora me apoyo muchísimo en las reuniones de diálogo y en la lectura de La nueva revolución humana, donde grabo tantas palabras de aliento de Ikeda Sensei que luego transmito a los chicos, especialmente cuando están pasando por momentos difíciles.
También es fundamental para mí la actividad del grupo Soka. La experiencia de apoyar y cuidar a los miembros y simpatizantes de la SGEs que asisten a las actividades me inspira muchísimo, y siempre intento trasladar esa postura al trabajo. El buen desarrollo de las tareas entre bastidores es muy importante también allí, y gracias al entrenamiento de Sokahan siempre estoy pendiente de ello.
[1] ↑ Véase la contribución del propio Lolo al especial publicado en la revista CG, n.º 181, mayo 2020, sección «Mi historia».