Por Daisaku Ikeda · Marzo de 2022
Somos seres humanos. No podemos ser más que seres humanos, ni tenemos necesidad de serlo.
Nichiren Daishonin abrió el camino para que todas las personas, tal como somos, irradiemos nuestro máximo brillo y vivamos con nobleza, dignidad y humanidad.
Elogiando a Nichimyo la Venerable, una discípula que apoyaba sinceramente a otros creyentes en un período caótico, mientras criaba sola a su pequeña hija –con la que incluso viajó hasta la isla de Sado para visitar a su maestro en el exilio–, el Daishonin escribe: «tal como un hombre de clase baja puede ser monarca en una existencia, también una persona común puede llegar a ser un buda en forma inmediata. Este es el corazón de la doctrina sobre los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital».[1]
En estas palabras resuena un mensaje de infinito amor compasivo: «Su fe firme significa que su estado de vida es el de una buda. No hay forma de que usted no llegue a ser una campeona de la felicidad. Para eso existe el budismo, que enseña el principio de los tres mil estados contenidos en cada instante vital».
Nuestro presidente fundador Tsunesaburo Makiguchi subrayó el pasaje de alabanza a Nichimyo la Venerable antes citado en su ejemplar de los escritos del Daishonin. Hemos emergido del gran suelo del pueblo como extraordinarios filósofos de la vida, para invitar a un sinfín de otras personas a acompañarnos. Cada uno de nosotros posee el estado innato de la budeidad «que no necesita ser mejorado de ningún modo»;[2] cada uno de nosotros encarna el principio supremo de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital.
La palabra japonesa ō significa «rey», «mandatario», «soberano». Aparece con frecuencia en los textos del Daishonin, pero no la usa en alusión a un poder autoritario.
Por ejemplo, el Daishonin escribe: «Un rey respeta a los súbditos como a sus padres».[3] También señala: «El gobernante de una nación está en mejor posición para ayudar a los demás que los funcionarios que sirven bajo su mando».[4] A su vez, usa el término «rey» para describir la condición interna correcta e inamovible de un vencedor en la vida declarando que: «El carácter [chino] con que se escribe la palabra “gobernante” contiene al cielo, la tierra y la humanidad».[5]
En marzo de 1966, dije a una responsable del Departamento de Mujeres en Brasil que mantenía una firme visión de futuro, pese a que el gobierno militar de esa época imponía severas restricciones a nuestras actividades por el kosen-rufu: «El tipo de esfuerzo que usted decida realizar en momentos adversos y difíciles es lo que le permitirá crear la causa de un enorme avance y una gran victoria».
Fiel a esas palabras de aliento, hoy nuestra organización en Brasil brilla como campeona del kosen-rufu mundial.
La clave está en nuestra actitud o postura en cada instante.
En esta época actual, por momentos oscura como un túnel sin fin, volvamos a decidir una vez más que cumpliremos nuestro juramento como Bodisatvas de la Tierra, y armémonos de una determinación tan fuerte que mueva el universo. Dedicados a trabajar junto a la gente y por la gente, esforcémonos más que nunca en el diálogo para alentar a los demás con genuina atención y calidez.
Uniéndonos sólidamente como campeones de humanidad, como campeones del pueblo, ¡construyamos un futuro de luminosa esperanza!
Contemplando desde la altura
las fugaces pasarelas
de la falsa gloria,
sintamos el orgullo de estar construyendo
un magnífico castillo del pueblo.
(Traducción del artículo publicado en la edición de marzo de 2022 de Daibyakurenge).
[1] Carta a Nichimyo la Venerable en Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 343.
[2] Véase The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 141.
[3] Offerings in the Snow (Ofrendas en la nieve), en The Writings of Nichiren Daishonin (WND), vol. 2, Tokio: Soka Gakkai, 2006, pág. 809.
[4] On Reciting the Daimoku of the Lotus Sutra (Sobre la recitación del daimoku del «Sutra del loto»), en WND, vol. 2, pág. 223.
[5] On Reprimanding Hachiman (Sobre la reconvención a Hachiman), en WND, vol.2, pág. 934.