Transformar la historia humana


Un haz de luz hacia la paz y la dignidad


Como es tradición, este mes tenemos el honor de presentar desde Ediciones Civilización Global la edición impresa en castellano de la propuesta de paz enviada por Daisaku Ikeda a las Naciones Unidas el pasado 26 de enero, Día de la SGI. La de este año, cuyo título da nombre a este artículo, es ya la cuadragésima propuesta.

Portada de la edición impresa en castellano de la propuesta de paz de 2022

No hay casualidad en que sea septiembre el mes que elegimos para profundizar colectivamente en los contenidos de la propuesta de paz anual remitida por Daisaku Ikeda a la ONU, puntualmente desde 1983. Fue un 8 de septiembre –de 1957, durante la Guerra Fría– cuando el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, indignado por la carrera armamentista global, pronunció en Yokohama (Japón) su «Declaración para la abolición de las armas nucleares», en la que las definió como un mal absoluto que amenazaba el derecho a la vida de toda la humanidad, e instó a sus discípulos jóvenes a sucederlo en la lucha por su eliminación.

Desde entonces, como uno de esos discípulos jóvenes, Ikeda ha liderado numerosas iniciativas dirigidas a ese fin y a proteger la vida y la dignidad del ser humano desde diversos ángulos. Entre ellas, la redacción de las propuestas de paz tiene un carácter central.

Hoy, sesenta y cinco años después de la declaración de Toda, la humanidad se vuelve a encontrar en medio de una escalada militar global, no exenta de la amenaza del uso de armamento nuclear. El mensaje de estas propuestas de paz cobra, en este contexto, una significación especial. En este artículo destacamos algunos fragmentos del documento de este año, que, a la vez, invitamos a leer personalmente.

UN FARO DE ESPERANZA

Transformar la historia humana: Un haz de luz hacia la paz y la dignidad, la propuesta de paz de 2022, nos invita de múltiples formas a encender un faro de esperanza en la vida de las personas de todo el mundo. Alejándose del desaliento, afirma:

Es crucial hallar esperanza en las acciones positivas que se están tomando para resolver la crisis, y enfocarnos en apoyarlas y en darles más alcance. (Pág. 9)[1]

Aun reconociendo plenamente la magnitud de las múltiples crisis que afronta la humanidad –pandemia, cambio climático y guerras, entre otras– el autor recuerda el alentador enfoque adoptado por Tsunesaburo Makiguchi durante la Segunda Guerra Mundial, una de las épocas más oscuras de la historia:

En su opinión, debíamos evitar, en un extremo, el «primer plano» que solo ve la realidad inmediata e ignora todo lo demás; y, en el otro, el «plano general» de las declaraciones vagas y vacías, que no se traducen en acciones transformadoras. Makiguchi consideraba que se debía adoptar un enfoque social «lúcido y equilibrado», que permitiera a la gente emprender acciones concretas en sus circunstancias reales […]. (Pág. 10)

Es con este enfoque «lúcido y equilibrado» que Ikeda Sensei reflexiona –e invita a los lectores y lectoras a hacerlo también– sobre algunos factores que considera esenciales para superar las diferentes crisis actualmente abiertas, como el de volver a tejer el entramado de relaciones sociales que se ha visto fragmentado a raíz de la pandemia; el desafío de promover una conciencia solidaria global, que sea capaz de superar los enfoques estrechos y limitados a la defensa de un solo territorio a favor de la colaboración para la protección de todo el mundo; o el reto de construir una economía que, además de productos y servicios, ofrezca esperanza y dignidad a las personas, especialmente a las que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad, a los jóvenes y a las mujeres.

El trasfondo común a estos elementos es la firme convicción de que, como proclamaba Makiguchi, «el valor no se encuentra en las cosas, sino en las relaciones» (pág. 17), y que es a base de diálogo incansable y colaboración que la humanidad podrá superar las múltiples crisis que enfrenta.

«Transformar la historia humana» […] nos invita de múltiples formas a encender un faro de esperanza en la vida de las personas de todo el mundo.

CULTIVAR RELACIONES, CLAVE PARA SUPERAR LAS CRISIS

Si lo pensamos, no hace falta ir muy lejos para comprobar que las relaciones (interpersonales, entre países o entre administraciones) han sido un elemento crucial para superar las fases más duras de la pandemia: desde la ayuda entre vecinos, amigos y familiares hasta la colaboración científica internacional para el desarrollo de vacunas en tiempo récord.

Mantener vivo ese aprendizaje reciente y reforzar las relaciones de colaboración de cara a los nuevos y complejos retos colectivos se vuelve una necesidad imperiosa, tanto a nivel gubernamental…

La humanidad necesita que los gobiernos trabajen juntos para cultivar y fortalecer un tipo de resiliencia que nos permita unirnos para superar grandes retos comunes a todos. (Pág. 26)

… como a nivel individual:

La pregunta crucial que debemos hacernos es cómo ser, cada uno, esa mano solidaria extendida a los que están en problemas, cómo fortalecer el tipo de vínculos que nos permitan celebrar juntos la dicha de haber superado, cada uno, las circunstancias que lo afligían. (Pág. 17)

Además del aliento a cultivar genuinas relaciones de colaboración como medio para generar esperanza y lograr soluciones conjuntas, Ikeda Sensei avanza propuestas concretas en ámbitos que considera especialmente relevantes para la humanidad: la crisis climática, la educación o las armas nucleares. Reflexionamos a continuación sobre algunas de ellas.

LA CRISIS CLIMÁTICA Y LA PARTICIPACIÓN JUVENIL 

En el ámbito del cambio climático, además de medidas de cooperación internacional entre gobiernos, el autor invita enfáticamente a las Naciones Unidas a reforzar la colaboración con la sociedad civil.

Sostiene que el diálogo con la sociedad civil, liderada por los jóvenes, puede propiciar soluciones eficaces y creativas a los complejos problemas que afectan a los llamados bienes comunes globales, que incluyen los mares abiertos, los bosques, los glaciares, el clima y la biodiversidad.

El apartado responde al interés de la juventud en las cuestiones que afectan al cambio climático y a su solicitud de una mayor participación en el diálogo y la toma de decisiones. El texto exuda el espíritu de la declaración de la SGI con el que se cierra la sección: «Escuchar la voz de los jóvenes no es opcional; es el único camino lógico para seguir adelante si estamos realmente preocupados por el futuro del planeta» (pág. 41).

Asamblea General en el primer día de Youth4Climate, la Cumbre Climática de la Juventud pre-COP26 (28 de septiembre de 2021, Milán) | Foto: Seikyo

La sugerencia concreta en la que ahonda fue ya presentada en la propuesta de paz de 2021, y consiste en la creación de un Consejo Juvenil dentro de las Naciones Unidas que pueda funcionar como encuentro entre pares y como transmisor de las ideas de las nuevas generaciones a la dirección de la organización.

Dicha propuesta se articula en detalle. Por ejemplo, se sugiere que tal organismo esté compuesto por jóvenes de todo el mundo, que puedan encontrarse virtualmente, y que haya una reunión presencial para la toma de decisiones más trascendentales.

Asimismo, el autor manifiesta la intención de que el Consejo sea verdaderamente global y capaz de escuchar las voces de quienes más sufren. Presenta, al respecto, dos ideas concretas, que extrae de debates u organismos ya existentes: por un lado, la sugerencia de que el encuentro físico sea itinerante (idea que toma de un debate inicial sobre la localidad de la sede central de la ONU); y, por otro, la de seguir el ejemplo del Instituto Toda por la Paz, y organizar dicho encuentro en las áreas particularmente afectadas por las consecuencias de los temas objeto de discusión.

A pesar de las enormes dificultades a las que se enfrenta la sociedad en relación con el cambio climático, y pese a las acciones urgentes y necesarias que debemos emprender, las propuestas de Daisaku Ikeda demuestran la esperanza y la confianza en la capacidad de unión y acción de los jóvenes que deciden obrar «como una fuerza impulsora que abre paso a un futuro más brillante» (pág. 41).

Jóvenes activistas climáticas, entre las cuales Elizabeth Wathuti, inauguran en Glasgow la exposición «Semillas de esperanza y de acción», promovida por la SGI y la Carta de la Tierra Internacional | Foto: Seikyo

UN ENTORNO EDUCATIVO SALUDABLE PARA LA JUVENTUD

Si bien es cierto que los jóvenes representan un faro de esperanza en el ámbito de la acción climática, no es menos cierto que millones de niños, niñas y adolescentes han visto interrumpidos prolongadamente sus estudios (y sus relaciones sociales) a causa de la pandemia y, por la brecha digital y el aislamiento, muchos han desarrollado diferentes trastornos emocionales o psicológicos que necesitan ser atendidos.

Yendo un paso más allá, y abriendo la mirada al panorama global, Ikeda Sensei propone también adoptar medidas que garanticen, de cara al futuro, el derecho a estudiar para todos, «sean cuales fueren las circunstancias en que viven» (pág. 43), especialmente para niños refugiados o con alguna discapacidad.

Si ponemos las luces largas y miramos al futuro con seriedad, no es improbable que a corto plazo se vuelvan más frecuentes las migraciones climáticas, los desplazamientos a causa de las guerras o que haya nuevas epidemias. Resulta más que oportuno anticiparse y enfrentar cabalmente la cuestión del aprendizaje en contextos de emergencia.

Priorizar la capacidad mundial de dar asistencia educativa en situaciones de emergencia demuestra el claro compromiso de no dejar atrás a ninguno de ellos. (Pág. 49)

¿Y cuál es la esencia de la educación si no «el esfuerzo paciente de sembrar semillas de posibilidades en el corazón de los niños y en trabajar denodadamente para que florezcan» (pág. 45)? Hay mucho que aprender, en este sentido, de la experiencia de algunos países de África y del Sur global, que han adoptado soluciones creativas como las clases radiofónicas ante múltiples brotes de ébola u otras emergencias.

LA ABOLICIÓN DE LAS ARMAS NUCLEARES, NECESARIA PARA VISLUMBRAR UN FUTURO SOSTENIBLE

Todos los esfuerzos que podamos realizar en el ámbito climático, de la educación o en cualquier otra esfera verán muy limitado su alcance mientras sigamos viviendo bajo una capa de amenaza nuclear, capaz de destruirlo todo en un instante.

Una vez más –insta Ikeda Sensei– el trasfondo para lograr un mundo sin armas nucleares es cultivar relaciones de cooperación y el diálogo, y «”desintoxicarnos” de las doctrinas vigentes en materia de seguridad que apelan a la disuasión nuclear» (pág. 53).

En un diálogo que mantuvimos el expresidente Gorbachov y yo, el mandatario recalcó: «Cada vez queda más claro que las armas nucleares no pueden ser un medio para asegurar la seguridad nacional. De hecho, cada año que pasa su presencia ponen más en peligro nuestra seguridad». (Pág. 53)

Gorbachov expresó lúcidamente la paradoja que representa emprender una carrera armamentista para garantizar la seguridad nacional: cuantas más armas hay, más probable es que se usen, sea de forma voluntaria o por accidente. Y más insegura es la humanidad en su conjunto.

¿Cómo avanzar en esta desintoxicación? Más allá de las acciones que pueden -y deben- emprender los Estados, y en particular los poseedores de armamento nuclear, Ikeda Sensei señala iniciativas como el Llamamiento a las Ciudades de ICAN, que está permitiendo a ciudades de todo el mundo -las administraciones más cercanas a los ciudadanos- expresar su apoyo al Tratado para la Abolición de las Armas Nucleares (TPAN) independientemente de la posición del Estado al que pertenecen, y vehicular el sentir de la ciudadanía con respecto a esta cuestión. Iniciativas de este tipo, que devuelven la voz a las personas comunes, indican un camino a seguir para recuperar la voz y el verdadero sentir de la ciudadanía.

TRANSFORMAR LA ÉPOCA, EN NUESTRAS MANOS

Cuando se publicó la propuesta de paz, a finales de enero, faltaban pocos días para el comienzo de la guerra en Ucrania y unos meses para la escalada de tensión entre China y Taiwán. En el momento de escribir este artículo, ha vuelto a aparecer sobre el mundo el espectro nuclear, que parecía dormido desde el fin de la Guerra Fría. Y hace pocas semanas se han batido récords de temperaturas en diferentes puntos del planeta (como los 50 ºC en la India en mayo o los 40 ºC en el Reino Unido).

A medida que avanza el 2022, los desafíos parecen acumularse. Sin embargo, como sostiene Daisaku Ikeda, quienes pueden transformar la historia humana no son otros que los propios seres humanos.

Desde luego, a medida que avanza el 2022, los desafíos parecen acumularse. Sin embargo, como sostiene Daisaku Ikeda, quienes pueden transformar la historia humana no son otros que los propios seres humanos.

Por arduos o adversos que sean los tiempos o las circunstancias, los seres humanos somos intrínsecamente capaces de trabajar juntos para crear valor positivo y generar olas de cambio que transformen la época. (Pág. 32)

Lograrlo es urgente, pero es, también, posible.


[1]Este y los siguientes números de página se refieren a IKEDA, Daisaku: Transformar la historia humana: Un haz de luz hacia la paz y la dignidad, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2022.

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