Orientación para la SGEs
Febrero es el mes del nacimiento de Nichiren Daishonin (16 de febrero de 1222) y del segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda (11 de febrero de 1900).
El 7 de enero pasado se realizó una nueva reunión de la sede central para responsables de la Soka Gakkai.[1] Siendo la primera de 2023, representó un punto de partida del «Año de los jóvenes y del triunfo» para todas las organizaciones de la SGI. En la SGEs, visualizaremos el vídeo del encuentro durante este mes.
Para la ocasión, Daisaku Ikeda envió un mensaje, que está previsto publicar en el número de marzo de Civilización Global, con adelanto en su edición digital durante este mes.[2] El mensaje cita un fragmento del escrito Sobre las persecuciones acaecidas al venerable, donde el Daishonin señala: «[L]os seguidores de Nichiren son como leones que rugen».[3] A continuación, Ikeda Sensei propone: «Unidos al Daishonin y a nuestros preciados compañeros del mundo, ¡prometamos lanzar juntos un valeroso rugido de verdad y de justicia, activar las funciones protectoras del universo y hacer que resuene en todas partes nuestro canto triunfal de revolución humana y de respeto a la dignidad de la vida!».
En el mismo mensaje, Sensei evoca el momento en el que, durante su juventud, asumió la responsabilidad interina del distrito general Bunkyo de Tokio, un lugar al cual se refirió en una oportunidad como «gran escenario de mi juventud».[4] Y recuerda su lucha allí, centrada en el aliento personal a los compañeros y compañeras para «colmarlos de pasión y de energía» como clave para el avance del kosen-rufu.
[En el mensaje que envió a la reunión de la sede central celebrada el 7 de enero, Daisaku Ikeda] evoca el momento en el que, durante su juventud, asumió la responsabilidad interina del distrito general Bunkyo de Tokio […]. Fue hace ahora 70 años, en 1953.
Se podría decir que Bunkyo fue el lugar donde su maestro, el segundo presidente de la Soka Gakkai Josei Toda, había emprendido la lucha a la cual consagró su vida, nada más ser liberado de su encarcelamiento como prisionero de conciencia.[5] Incluso el presidente fundador Tsunesaburo Makiguchi había visitado Bunkyo con frecuencia y, de hecho, había terminado de escribir allí su obra Geografía de la vida humana (1903), tras un trabajo arduo, plagado de dificultades y privaciones indescriptibles. Cuando Daisaku Ikeda emprendió su lucha allí, lo hizo, pues, en un escenario profundamente ligado a los dos primeros presidentes de la Soka Gakkai. Fue hace ahora 70 años, en 1953, el mismo año en el que estaba embarcado en el desarrollo del Primer Cuerpo del Departamento de Hombres Jóvenes de la Soka Gakkai.[6]
Toda Sensei envió a Bunkyo a su joven discípulo porque, a pesar de ser uno de los doce distritos generales pioneros de la Soka Gakkai, el entusiasmo y la vitalidad de sus miembros se habían apagado, y las actividades para difundir la Ley Mística habían caído, allí, en el estancamiento.
Años más tarde, Ikeda Sensei relataría en un ensayo el origen de su lucha en Bunkyo:
Tsugiko Tanaka, entonces responsable del distrito general, preocupada y sin saber qué hacer, había ido a consultar al maestro Toda; con lágrimas en los ojos, lo puso al tanto de la difícil situación en que se hallaba su área organizativa.
Toda Sensei actuó con rapidez. Le informó de que enviaría a su «mano derecha», y de inmediato me designó responsable interino.
En la larga expedición del kosen-rufu, no podemos dejar a nadie en el camino. Debemos alcanzar la cumbre de la victoria juntos. Para concretar esta meta, es importante que alentemos a quienes más sufren y a quienes trabajan en los lugares más inhóspitos, enfrentando desafíos terribles.[7]
El anhelo del joven Ikeda era que los miembros de Bunkyo tuviesen confianza en sí mismos. Que abrigaran la convicción y el orgullo de estar comenzando una empresa monumental como el kosen-rufu, siendo ellos los Bodisatvas de la Tierra descritos en el Sutra del loto.
Es importante que alentemos a quienes más sufren y a quienes trabajan en los lugares más inhóspitos.
En su primer encuentro con representantes del distrito general Bunkyo (véase, también, el texto complementario en el recuadro), Sensei trazó un objetivo sin precedentes y enfatizó: «¡Sin falta lo lograremos! Aún no han podido extraer plenamente el potencial que hay dentro de su vida. ¡Para eso tenemos el Gohonzon! Si luchamos bajo el liderazgo de Toda Sensei, en unión armoniosa, sin falta concretaremos esta meta».[8]
Entendiendo que los miembros locales ponían barreras a su propia capacidad, los alentó a creer en su ilimitado potencial. En el ensayo que estamos citando, reflexiona sobre esto:
La vida es un tesoro aún inexplorado. Cuando cada miembro toma conciencia de su misión y se pone en pie dispuesto a asumir la entera responsabilidad, surge en su corazón un sentimiento de infinita alegría, gratitud y espíritu de lucha.
El papel que yo debía asumir como encargado de aquella área era incentivar y alentar con todo mi ser a mis camaradas.[9]
Sensei recorrió cada rincón del distrito general, movido por el impetuoso deseo de alentar a sus preciados compañeros de fe, y convencido de que cada uno era preciado e insustituible y poseía una gran misión. Deseaba que todos, sin excepción, se levantasen decididos a convertirse en campeones del kosen-rufu.
Había ocasiones en que, con el afán de infundir aliento, se acercaba a un joven y le decía: «¡Luchemos juntos! ¡Triunfemos en la vida y lancemos vítores!». En una oportunidad, le dijo a una compañera: «¡Por favor, sé una triunfadora, por el bien de tu familia y por la felicidad de todos!».
Con la certeza de que quienes mantienen la fe, con sentido de misión y metas claras, pueden vencer en la vida sin falta, no quería que nadie se arrepintiera; había resuelto que cada uno hiciera de su vida un modelo de prosperidad que contribuyera a iluminar la turbulenta sociedad.
Cuando cada miembro toma conciencia de su misión y se pone en pie dispuesto a asumir la entera responsabilidad, surge en su corazón un sentimiento de infinita alegría, gratitud y espíritu de lucha.
En los tiempos más oscuros, muchas personas caen en la apatía y la desesperanza. Quienes, en las situaciones más difíciles, se esfuerzan por abrir caminos de cambio y mejora, son verdaderos héroes y heroínas.
Como resultado de esta lucha compartida, el distrito general Bunkyo volvió a la vida, convertido en una hermosa «familia Bunkyo». Con su renovado ímpetu, alcanzó el resultado sin precedentes de convertirse en el número uno de los distritos generales de Japón en la propagación de la Ley Mística, un logro que sigue resplandeciendo hoy en los anales de la Soka Gakkai.
El ensayo de Ikeda Sensei sobre Bunkyo se cierra con una poderosa exhortación: «Ninguno de ustedes deberá ser un perdedor. Más que buscar sueños ilusorios, conviértanse en grandes campeones del espíritu capaces de coronar de gloria sus existencias».[10]
Podemos revivir la «tradición de febrero» respondiendo en primera persona a esta invitación y construyendo, en nuestro lugar de misión actual, una unión palpitante en torno a metas claras, con una potente oración como motor.
De este modo, partiendo de las reuniones y otros encuentros de diálogo, ¡hagamos resonar nuestro canto triunfal de revolución humana y respeto a la dignidad de la vida!
EL COMIENZO DE LA GRAN TRANSFORMACIÓN DE BUNKYO
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«No puedo olvidar aquella noche de abril [de 1953] en la que visité a la familia Tanaka. Atravesé la avenida Shinobazu para entrar en una intrincada callejuela entre viviendas apretujadas, al fondo de la cual se encontraba la suya, una casa antigua, casi a punto de derrumbarse. Recuerdo que tuve que hacer una larga caminata antes de poder encontrarla…
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La «gran transformación de Bunkyo» comenzó al llegar a aquel espacio, en el que se habían reunido los responsables representantes del distrito general.
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Empezamos por entonar daimoku juntos, pero las voces no armonizaban. Sentí que no estaban unidos en la lucha. Corregimos, una y otra vez, el ritmo de nuestra oración, hasta conseguir nuestro objetivo de aunarnos.
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Recitar daimoku no es una mera formalidad. Es el “arma” de los soberanos del espíritu, la más potente de todo el universo. Orar al unísono por una meta es formar una alianza invencible para luchar en bien de la justicia. Una oración distraída es semejante a una lente que no enfoca como corresponde. Y, cuando hay esta clase de desarmonía, resulta imposible extraer el potencial de cada individuo y obtener un resultado positivo.
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La verdadera unión no consiste en sacrificar la propia individualidad, sino en romper el caparazón del egoísmo para desarrollar un estado de vida más amplio. El avance hacia un noble objetivo, la auténtica felicidad y la victoria final solo pueden lograrse mediante una fe basada en el principio de distintas personas con un mismo propósito».
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(Fragmento de IKEDA, Daisaku: «Bunkyo, gran escenario de mi juventud», Seikyo Shimbun, 18/4/2003).
[1] ↑ Fue, concretamente, la 12.ª Reunión de la Sede Central para Responsables hacia el Centenario de la Soka Gakkai.
[2] ↑ En https://ediciones-civilizacionglobal.com/numero-actual-de-cg/ (a partir del 6 de febrero).
[3] ↑ En END, pág. 1042. Nichiren Daishonin escribió esta carta en 1279.
[4] ↑ IKEDA, Daisaku: «Bunkyo, gran escenario de mi juventud», Seikyo Shimbun, 18/4/2003.
[5] ↑ Apenas tres días después de su salida de prisión, Josei Toda visitó en Bunkyo la casa de un amigo para pedirle consejo acerca del modo de restablecer su negocio: un paso necesario para sostener la reconstrucción de la organización Soka, que el Gobierno militarista japonés había casi destruido durante la Segunda Guerra Mundial.
[6] ↑ Véase este número, sección «Especial».
[7] ↑ IKEDA, op. cit.
[8] ↑ Ib.
[9] ↑ Ib.
[10] ↑ Ib.