Un estado de vida libre de temor


Recursos para la introducción de las reuniones de diálogo de la SGEs


La mujer que abraza al rey león del Sutra del loto jamás teme a ninguna de las bestias del infierno ni de los reinos de las entidades hambrientas o los animales.

↳ Frase de El tambor en el Portal del Trueno, en END, pág. 993. Esta carta representa el intercambio sincero entre el maestro y una discípula separados por una gran distancia. Fue escrita por Nichiren Daishonin en el monte Minobu el 19 de octubre de 1278, cuando –de acuerdo con el modo tradicional de calcular la edad en Japón– tenía cincuenta y siete años. Iba dirigida a la monja laica Sennichi, que vivía más allá de las montañas y del mar, en la isla de Sado, en la que el propio Daishonin había estado desterrado unos años antes.

El Sutra del loto es el rey león de los sutras. Por eso, el Daishonin alienta a Sennichi diciendo: «La mujer que abraza al rey león del Sutra del loto jamás teme a ninguna de las bestias del infierno ni de los reinos de las entidades hambrientas o los animales». Aquí, específicamente dice «la mujer». En la sociedad guerrera de aquella época, dominada por el poder masculino, las mujeres solían verse en una posición muy débil y desfavorecida. Podemos imaginar que Sennichi, una de las seguidoras más prominentes del Daishonin en la isla de Sado, haya conocido o escuchado de otras mujeres afligidas por la enfermedad, la vejez o los problemas familiares, y que haya solicitado consejo al Daishonin sobre este tema. O tal vez el Daishonin haya percibido alguna vacilación o inquietud en el corazón de Sennichi, que lo instó a escribir tales palabras. Sea cual fuere el caso, lo cierto es que la alienta cálidamente y le asegura que la mujer que adopta la fe en el Sutra del loto, rey león de los sutras, no tiene absolutamente nada que temer.

[…] El poder de la fe conduce a un estado de vida libre de miedo o de dudas, que es la esencia misma de lo que significa tener fe. No hay función destructiva o negativa que pueda vencer a una mujer armada de este estado de vida. La mujer de fe profunda, que practica correctamente la Ley Mística, posee la sabiduría necesaria para distinguir instantáneamente entre el bien y el mal. Tiene el coraje fundamental para barrer los tres venenos de la codicia, el odio y la estupidez. Está dotada de un amor compasivo inmenso que todo lo nutre. Inspirada por el ejemplo de un maestro que ha tomado conciencia de la Ley Mística, su sabiduría, coraje y amor compasivo se funden en una determinación firme e inquebrantable. Una mujer así jamás será doblegada por las manipulaciones de ninguna función demoníaca.[1]

 

En la sección que en esta revista alienta a la lectura de La nueva revolución humana, y que este mes se centra en el capítulo «Una nueva ruta», se cita un pasaje que ensalza la actitud de varias pioneras del kosen-rufu en Europa. En la misma entrega de la novela, leemos sobre ellas y sobre la misión a la que habían despertado: «no eran misioneras […]. La tarea por el kosen-rufu mundial estaba sostenida por laicos, miembros de la Soka Gakkai, no por una clerecía envuelta en “túnicas de autoridad”. Y la mayoría eran mujeres».[2] Más abajo, la reflexión continúa:

En la historia de la religión, ha habido muchos casos en los cuales la propagación se llevó a cabo mediante el uso de la fuerza militar, el poder político o el dominio económico. Pero [desde el punto de vista de la Soka Gakkai] valerse de esos medios significaría pisotear el espíritu del Daishonin, cuya vida estuvo dedicada a transmitir su enseñanza mediante el diálogo capaz de inspirar a los demás y basado en la empatía. La característica más grandiosa del budismo Nichiren es que sus enseñanzas no se han propagado por la fuerza, sino mediante los dedicados esfuerzos de hombres y mujeres comunes. Esto, en sí, es testimonio de que es una religión para el pueblo.

A los ojos de Shin’ichi Yamamoto, cada uno de estos miembros que trabajaban con tal sinceridad por el kosen-rufu […] era un buda.[3]

 

Reunión de diálogo en Massy | Foto: Seikyo Shimbun

Durante la reciente visita a Francia de una delegación de la SGI,[4] sus integrantes participaron en diferentes reuniones de diálogo, escenarios clave del kosen-rufu. El director general, Yoshiki Tanigawa, y la recién nombrada directora ejecutiva de la organización Soka en Francia, Cathy Mahuet, asistieron a la que se celebró en esta localidad al suroeste de París.

Envío de imágenes a: prensa@ediciones-civilizacionglobal.com


[1]Extraído de la sección «Estudio» de este número.

[2]IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vols. 9 y 10, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2015, pág. 316.

[3]Ib.

[4]Véanse referencias en «Este mes» y «Actualidad».

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