El beneficio de expandir el diálogo (II)


Este mes, en que los departamentos juveniles de la Soka Gakkai celebran el aniversario de su fundación, presentamos experiencias de dos jóvenes que se desafían en la vanguardia del kosen-rufu.

Fran Mejía · Barcelona


Fran (izquierda) y su buen amigo Carlos

Soy venezolano y, aunque viví una infancia feliz en Caracas, siempre tuve el anhelo de vivir un tiempo en Europa, de donde es originaria mi familia materna.

Crecer en Venezuela entre los años ’90 y 2000 no fue fácil, pero tuve la suerte de poder seguir mi vocación musical y tocar en distintos lugares del país y de Latinoamérica. Con veinte años empecé a trabajar en un estudio de audio donde aprendí mucho de ingenieros de sonido y productores muy talentosos. Fue ahí que un compañero de trabajo, Carlos, me habló del budismo por primera vez. Fueron muchas las invitaciones a reuniones de diálogo que rechacé, quizá por prejuicio o desconfianza. Sin embargo, el ver a mi nuevo amigo avanzar en su propia revolución humana durante un año entero me inspiró a dar el paso y asistir a una reunión. Carlos me regaló el libro Develando los misterios del nacimiento y la muerte de Daisaku Ikeda, y recuerdo que, al leerlo, las palabras de Sensei me llegaron directas al corazón. Ingresé en la Soka Gakkai en 2010.

Junto con Carlos, creamos un colectivo de artistas multidisciplinar formado por diseñadores gráficos, músicos, artistas plásticos y DJ, y empezamos a organizar nuestros propios eventos culturales en la ciudad. Recuerdo cómo, antes de cada evento, recitábamos mucho daimoku por el éxito del mismo y por el bienestar de los asistentes.

En medio de uno de estos eventos, me impactó ver cómo Carlos, con toda convicción, alentó a practicar el budismo a una amiga que se encontraba bastante mal. Al poco tiempo, ella ingresó en la Soka Gakkai y hoy se desafía como responsable en la SGI de México.

Fueron muchos los logros que pude concretar con este buen amigo:[1] desde la publicación en vinilo de nuestra primera canción por parte de un sello británico, hasta la realización de un documental para dignificar la Changa Tuki, una escena cultural a nuestro juicio injustamente marginada.

Aun así, era muy difícil proyectar una vida como artista en mi país, con la crisis económica y social que sufría, así que en 2011 me mudé a Barcelona para desarrollar mi carrera en Europa. Recuerdo mis primeras presentaciones en Portugal, Alemania, Bélgica, Países Bajos, Francia y España; en todas y cada una de ellas recitaba mucho daimoku antes y después del espectáculo.

Daniela, una joven amiga a quien hace unos años alenté a practicar el budismo, ha recibido el Gohonzon, y está desafiándose en la práctica a la vez que consolida su carrera y empodera a chicas y personas LGTBQ en una escuela para DJ. Verla crear tanto valor me llena de alegría.

Comencé a participar en las actividades de la SGEs, pero, de acuerdo con lo que la enseñanza budista prevé,[2] los obstáculos a mi práctica no tardaron en aparecer: el dinero nunca era suficiente, me separé, sufrí dos lesiones consecutivas en la rodilla y estuve inmovilizado por mucho tiempo. Ahí me determiné a poner a prueba la práctica con seriedad: decidí emprender una nueva etapa, redoblé mis esfuerzos en la fe y conté con el apoyo invaluable de mis compañeros en la SGEs, que me animaron a participar en diferentes cursos y actividades. Gracias a estos encuentros, pude comprender la grandeza de la Soka Gakkai, juré ser «un artista del kosen-rufu mundial», y así sigo esforzándome hasta hoy.

Daniela, una joven amiga a quien hace unos años alenté a practicar el budismo, ha recibido el Gohonzon, y está desafiándose en la práctica a la vez que consolida su carrera y empodera a chicas y personas LGTBQ en una escuela para DJ. Verla crear tanto valor me llena de alegría.

Hace poco, Daniela, una joven amiga a quien hace unos años alenté a practicar el budismo, ha recibido el Gohonzon, y está desafiándose en la práctica a la vez que consolida su carrera y empodera a chicas y personas LGTBQ en una escuela para DJ. Verla crear tanto valor me llena de alegría y me alienta a retarme mucho más en nuestra campaña «El uno es madre de diez mil».


Haz clic aquí para leer la experiencia de Blanca Torrecillas.


[1]En Tres maestros del Tripitaka oran para que llueva, en END, pág. 627, Nichiren Daishonin escribe: «la mejor forma de lograr la Budeidad es encontrar un buen amigo. […] deberíamos salir en busca de un buen amigo».

[2]Véase este número, sección «Estudio mensual», apartado «Cuando practicamos la enseñanza correcta, surgen obstáculos», a partir de pág. 28.

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